En buena forma la economía Venezolana debe atender los requerimientos del sistema económico mundial por cuanto estamos insertos en una economía-mundo muy dinámica y de constantes cambios; por otra parte el endeudamiento externo (BM, FMI, BID) y la dependencia tecnológica son dos problemas estructurales de nuestro modelo de Desarrollo, producto del proceso histórico que nos ha correspondido transitar desde la época de la coloniaje Español.
Nuestra condición de país exportador de petróleo, afiliado a la OPEP y con capacidad de refinación instalada en el exterior, nos impulsa permanentemente a estar muy pendientes de la evolución de los precios mundiales y el comportamiento de la oferta y la demanda; de igual manera nos interesan las incursiones de EEUU en el medio Oriente porque se inscriben en una estrategia geopolítica de apropiarse de áreas productoras de petróleo que le permitan romper la dependencia de los abastecimientos de crudo que recibe de nuestro país.
En este orden la política exterior Venezolana ha comenzado a tener un carácter estratégico cada día mayor, en primer lugar para cuidar la unidad y fortaleza de la OPEP y en segundo termino porque es necesario promover un nuevo orden económico mundial, mediante la integración Latinoamericana y Suramericana, que le brinda mejores términos de intercambio internacional. Solo de esta manera comenzaremos a controlar la vulnerabilidad externa de nuestra economía.
Wallerstein (2003), en su análisis del Capitalismo histórico, centra su atención en la aparición y el desarrollo de un mercado mundial unificado y en la división internacional del trabajo que lo acompaña, y afirma que el capitalismo ha provocado una pauperización real, y no solo relativa, de los países del Tercer Mundo. En este orden de ideas debemos situarnos para entender que el Sistema Económico Mundial requiere continuar su expansión hacia los países periféricos para darle salida a las mercancías excedentarias, para conseguir mano de obra menos costosa, para evadir sistemas de regulaciones ambientales rígidas y menores cargas impositivas. Por esa razón, es cada día mas imperiosa la necesidad de integración de los países de Latinoamericana y el Caribe en torno a la CELAC, la disyuntiva es “o nos unimos o perecemos” en la garra del Cóndor y sus secuaces.
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