Américo Díaz Núñez

Aparte de todo lo positivo y espectacular que resultó hace horas la instalación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe en Caracas, ciudad de donde partió hace 200 años este largo proceso de unidad de una nación desunida por los conquistadores y las intrigas de los imperios modernos, debemos mirar más allá de los deseos y de las bambalinas de la merecida fiesta de un continente que celebra este hecho histórico como un triunfo póstumo de Simón Bolívar, algo así como la batalla decisiva por la liberación que él planteó en el Congreso de Panamá de 1826.

La integración latinoamericana y del Caribe es, pues, un largo proceso y lo seguirá siendo mientras existan poderosos enemigos que se han beneficiado de la desunión y del enfrentamiento entre hermanos, no solamente vendiendo armas para las contiendas fratricidas, sino asaltando con tratados y otras mañas a débiles economías y gobiernos indeseados o complacientes por quienes se creen dueños del mundo.

Picados de culebra

Estados Unidos ha tratado a sus vecinos del sur como sus sirvientes. Por eso sus gobernantes nos han visto siempre (la CELAC les da una “parao”) como su patio trasero.

Claro, nadie es tan fuerte por separado como para enfrentarse militarmente a un imperio belicoso, aunque Cuba, siendo una pequeña isla enfrente de las fauces del monstruo, lo ha derrotado tantas veces en el plano político y también en el militar, que demostró con hechos y valientes posturas que eso no es imposible, sobre todo cuando se defienden causas justas y apoyadas por los pueblos.

Sin embargo, han sido tantas las intervenciones y agresiones de ese imperio capitalista contra Nuestramérica, así como el uso de su marionetas en la región, que estamos seguros que ya tiene montadas las maniobras que tratarán de llevar al fracaso, sobre todo mediante intrigas y sabotaje político, la integración de todos los países integrados en la CELAC, algunos de cuyos gobiernos (muy pocos, por cierto) pudieran prestarse, como otras veces ocurrió en el pasado, para tan perversa intención imperial.

Sólo queremos alertar sobre las piedras que nos pondrán en el camino los imperialistas y sus aliados nacionales, para frustrar este avance largamente esperado por los sectores progresistas y revolucionarios de todos los pueblos de la región, desde los tiempos de Bolívar, pasando por los de Martí, Sandino, Gustavo Machado y tantos otros ilustres patriotas latinoamericanos.

Paso trascendental

en política integradora

Por supuesto que se ha dado un paso extraordinario hacia la integración continental de Nuestramérica. Eso no se discute. El presidente Chávez ha logrado, gracias a la nueva correlación de fuerzas políticas a escala latinoamericana y caribeña, así como a su esfuerzo particularmente dirigido a este objetivo histórico, sin lo cual tal objetivo no se hubiera conseguido.

Con la CELAC se derrota a la OEA, brazo ejecutor de Estados Unidos desde su mudanza a Washington en los años de las dictaduras en la América Latina.

Se trata de una gran victoria de los pueblos latinoamericanos que eligieron, en la mayoría de los casos, gobiernos progresistas y de izquierda, y de Venezuela como nación integracionista integradora.

La OEA debe ser desmantelada

Ya no existe razón alguna para que siga existiendo este instrumento colonial del imperio norteño, pues los contactos con su patrón se podrán realizar en la ONU, otra entelequia que habrá que sustituir o transformar desde las organizaciones regionales de países del Tercer Mundo.

La OEA no sólo expulsó a Cuba por hacer una revolución popular que se defendió de las agresiones del Imperio, sino que cohabitó  con las peores dictaduras impuestas por Estados Unidos en la América Latina y el Caribe.

La convalidación de tiranías criminales

¿Acaso se expulsó a Haití en los largos años de tiranía de Duvalier? ¿Se defenestró políticamente a Rojas Pinilla en Colombia, Odría en Perú, a Pérez Jiménez en Venezuela, a Chapita Trujillo en R. Dominicana, a los Somoza en Nicaragua, a Bánzer en Bolivia, a Pinochet en Chile y a las juntas militares fascistas en Brasil, Argentina y Uruguay que asesinaron a miles de perseguidos políticos cuando los derechos humanos no eran instrumentos políticos para tumbar gobiernos indeseados?

Habrá  que trasladar a nuestros embajadores desde la OEA hasta la CELAC para que hagan su trabajo fuera del nido de serpientes de la capital norteamericana, donde carece de sentido seguir sosteniendo una diplomacia donde no vale el principio democrático de la mayoría, sino la voluntad del gobierno norteamericano.

Apoyarse en las masas

Todas las conspiraciones contra la unidad latinoamericana deben ser derrotadas con las masas por delante, porque los pueblos tienen más fuerza que los imperios y sus lacayos criollos.

Deberemos acostumbrarnos a estar alertas, ojo de garza, como decimos los venezolanos, ante  las acostumbradas y constantes conspiraciones del Departamento de Estado, el Pentágono y sus aliados, contra la soberanía y la unidad de nuestros países.

El imperialismo no comprende que los tiempos han cambiado y eso se observa en sus pretensiones hegemónicas frente a las situaciones de África del Norte y el Cercano Oriente.

América Latina es otra realidad, pero en la actual fase final del imperialismo internacional está desesperado por mantener su status dominante en todo el mundo y es capaz de cualquier locura o aventura militar.

Nuestra lucha no debe desmayar con este logro integracionista. ¡Hay que seguir alertas!

Minsk, diciembre de 2011

ligzabeth@gmail.com