AVN

El cierre de 2011 llega a Europa con varias señales de alarmas: el aumento de la desocupación, los severos planes de ajustes aprobados por la mayoría de los países de la Unión Europea (UE) y las crecientes preocupaciones frente a las posibilidades de que el bloque se desintegre, principalmente por la fragilidad de la moneda euro.

A esto se suma las recientes diferencias agudizadas entre la dupla franco-alemana, y Gran Bretaña, cuyo gobierno se niega a realizar reformas constitucionales para poner detener los déficit fiscales y aplicar sanciones a los países que no logren este objetivo.

En los últimos días, la cotización del euro se mantuvo en baja, como sucede hace 11 meses, a causa del impacto de la crisis europea en la economía mundial.

Según reportes de prensa, sobre este hecho pesó también la reciente advertencia de la agencia Fitch acerca de la posibilidad de rebajar la calificación de Francia y otros seis países de la zona euro, por considerar que una solución exhaustiva de la crisis de deuda está «técnica y políticamente fuera de alcance».

A finales del mes de noviembre, la calificadora de riesgo Moody’s reveló en un informe que la crisis se ha extendido debido a los crecientes riesgos de contagio de otros países europeos.

La firma aseveró que la zona euro tiene perspectivas sombrías, además de que existe la posibilidad que algún país se retire de la UE.

El Banco Central Europeo (BCE) reconoció además que la estabilidad financiera de la Eurozona está en peligro, luego de analizar el segundo semestre del año.

La entidad manifestó que la creciente incertidumbre por el futuro de la moneda común eleva los costos de financiamiento de los países que integran el bloque.

También la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) reconoció que la Eurozona está en plena recesión, por lo cual se necesitan medidas para evitar la agudización de la actual crisis.

En su informe semestral «Perspectivas de la Economía Mundial», la institución pronosticó un decrecimiento del 1% del Producto Interno Bruto (PIB) para este trimestre en los 17 países que utilizan la moneda euro.

Mientras tanto, continúan las tensiones con Gran Bretaña, que se negó a efectuar aportes extras al Fondo Monetario Internacional (FMI) para una nueva línea de crédito destinada a proteger a la Eurozona.

El ministro de Finanzas del país, George Osborne, subrayó que Londres está dispuesto a contribuir con el organismo financiero internacional pero rechazó dirigir más recursos a un fondo que solo estará disponible para los países acogidos a la moneda común.

Si la moneda euro llega a colapsar, las 332 millones de personas que integran la zona euro serían todavía más afectadas, en tanto que las consecuencias negativas podrían llevar a un congelamiento de los préstamos bancarios, la caída de los mercados bursátiles y la producción económica regional tendría una retroceso del 50%.