Esta esperanzadora Comunidad de Estados es el espacio idóneo para convertir a la región, desde la diversidad que subyace por las treinta y tres naciones que la conforman, hermanada por una historia común, en un bloque de poder que consolide sus megapotencialidades políticas, económicas sociales y culturales, además de su enorme riqueza en recursos naturales, que la convierte en un factor referencial de relacionamiento solidario, entre otros de sus objetivos fundacionales, para contribuir a la creación de una sociedad de naciones efectivamente humana, que reaccione y actué en procura de los objetivos universales del hombre y la mujer nueva. Es un esfuerzo colectivo e inédito de todos los países de esta región, pero que tuvo, indudablemente, en el liderazgo del Presidente Hugo Chávez y las coincidencias con los otros presidentes progresistas como Fidel, Lula, Kirchner, Correa, Evo, Ortega, entre otros, un impulso decisivo que marcará una inflexión en la historia de América Latina y el Caribe.
Ha trascendido que uno de los temas controversiales ha sido cómo debe adoptar sus decisiones esta comunidad de naciones hermanas, y es lógico que sea así. A diferencia de los organismos multilaterales tradicionales, es decir de la Organización de Estados Americanos y de las Naciones Unidas, este espacio de concertación tiene como instancia superior a los Jefes de Estado y de Gobierno de la región. Y hay que reconocerlo, esta generación de primeros mandatarios, ha demostrado que no les tiembla el pulso al momento de avanzar y están decididos a cambiar el rumbo de este parte del planeta. Por ello es natural, que existiendo la misma identidad cultural, la votación sea el método para la toma de decisiones. El consenso es un “invento” multilateral que utilizan descaradamente las potencias, para defender sus intereses corporativos, y evitar que la mayoría absoluta de los pueblos del planeta les pasen la aplanadora.
Como es ya conocido, las normas procedimentales en un mecanismo de concertación, como este, deben ser flexibles. La CELAC tendrá una estructura tradicional es decir, una Secretaria Ejecutiva, un Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores y la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno. En el ámbito de los organismos multilaterales el mecanismo para la adopción de las decisiones es algo más complejo. Se ordenan de acuerdo al tipo de temática y en consonancia con el nivel de la representatividad de quienes tienen tal responsabilidad y estos son: por votación, ya sea con mayorías simples o cualificadas dependiendo del tema; el consenso, el cual se basa mas en la argumentación, que un número de participantes mas o menos correspondientes a un tercio de los participantes expongan, para no aceptar la propuesta en consideración; y por último, por la unanimidad, que implica en si mismo, el ejercicio del veto. Existen muchas formulas que pueden ser adoptadas.
No será fácil adoptar, ni es conveniente, un método único para las decisiones ha ser adoptadas. Sin embargo, parece prudente aprobar algunos criterios que rijan el comportamiento de la Comunidad latinocaribeña que guíen esa toma de decisiones, por ejemplo, para la aprobación de nuevas estructuras dentro de la comunidad sería deseable que la misma se efectúe por mayoría calificada y ofrecer la opción a los Estados que no estén preparados para hacerse parte de tales nuevas estructuras, a mantenerse fuera de la misma, hasta que lo consideren pertinente. Es necesario cuidar a la CELAC; una manera es creando mecanismos que faciliten a los Estados permanecer juntos, con los espacios de reserva necesarios, en los momentos de mayor tormenta.
De cualquier manera es deseable también que la CELAC, adopte un mecanismo que le permita examinar sus avances, e incluso, en un lapso de cinco años, haga una primera evaluación a fin fortalecer o corregir los mecanismos que deban ser perfeccionados.
Otro aspecto al cual debemos llamar la atención es la matriz respecto a que la CELAC pueda sustituir a la OEA. No es deseable, al menos por ahora. Mientras Estados Unidos actúe como el policía del mundo, y Canadá, como su adláter natural, será necesario que exista un espacio regional donde conversar con estos países, para conversar en incidir. Eso ha ocurrido en muchas ocasiones en la OEA, aunque no se le dé mayor importancia.
El peligro está en que los Estados trasladen los criterios y “los consensos adoptados“ en la OEA o en las Naciones Unidas al seno de la CELAC. Será muy importante impedir que a este espacio de concertación se le contamine con visiones que no son las nuestras. Al contrario, debe ser la CELAC, en todo caso, el espacio para que nuestros Estados coordinen posiciones sobre temas de envergadura en la cual se exprese la visión latinocaribeña de concebir el mundo. A cualquier entendido en la materia no se le pasara desapercibido que, justamente en sus primeros años, la Secretaría Ejecutiva del mecanismo la manejarán Costa Rica en el 2012, Cuba en el 2013 y Chile 2014. La experiencia nos dice que a la CELAC tenemos que cuidarla y eso significa, entre otros aspectos, que los países Alba, o los gobiernos más progresistas, deben estar al frente de este mecanismo de concertación que mucho podrá ofrecer al nacimiento de un mundo nuevo.
*Internacionalista
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