Santiago Altriaga

Si bien en cierto los seres humanos somos inconformes por naturaleza, no es un patrón que una nación pretenda fungir de policía del mundo ante la determinación de los pueblos en dirigir su existencia de la forma que creen correcta, de la manera que crean conveniente, invocando la soberanía y el derecho a la existencia que ellos mismos tienen. Es necesario mencionar que la actual crisis, se debe al enfrentamiento de dos modelos, uno que no termina de morir, que garantiza recursos de todos para pocos (Capitalismo, no el popular) contra otro (Socialismo) que ofrece una alternativa para aprovechar conscientemente los recursos de todos para todos.

En los tiempos del Imperio español, asesinaron a más de 90 millones de personas en nombre de un ser que concedía poder a potencias, por defender una cruz, pero que  marcaba la muerte de quienes se opusieron a la barbarie. En nuestros tiempos, tiempos del decadente Imperio Norte Americano, el mercado, mediante el terrorismo mediático, ha logrado garantizar sus recursos, asesinando a los sueños de  los pueblos en nombre de la Libertad.

En Venezuela, hemos gritado y luchado desde 1498 por la libertad, no por la que nos vende Hollywood ni la de Superman, sino por la esencia de hacer más justa a la sociedad, en garantizar que cada ser humano, sin importar su credo, raza, religión o su orientación sexual, pueda vivir en paz, con la oportunidad de construir un mejor país defendiendo los legados más grandes por los que nuestros antepasados entregaron la vida, Por la Patria y por la Libertad. Luego del bochornoso espectáculo de Libia, debemos ser más eficientes y sobre todo más críticos reflexivos, para consolidar este proceso de cambio que ha despertado el espíritu de El Libertador Simón Bolívar. Faltan muchas cosas por consolidar y muchas batallas que dar, pero la oportunidad histórica nos reclama unidad.

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