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La admisión de Palestina como miembro de pleno derecho de la Unesco ha caído como un jarro de agua fría en Israel. La respuesta ha sido rápida: amenazar con suspender la colaboración con la organización, pedir a Washington que cese la ayuda anual de 70 millones de dólares que le concede y amonestar a la Unión Europea por no oponerse unánimemente a la moción.

“Esta decisión no convertirá a Palestina en un Estado”, advirtió el Ministerio de Exteriores israelí, que considera que la decisión supone “un obstáculo al reinicio de las negociaciones” y un rechazo por parte de los palestinos a “los esfuerzos internacionales para avanzar hacia la paz”.

Danny Danon, vicepresidente de la Kneset, fue más lejos y señaló que la admisión de Palestina en la Unesco “es una vergüenza para las Naciones Unidas”. Ayer, Danon llamó a Hillary Clinton para pedirle que EEUU cese de inmediato las ayudas al organismo, tal como exige una ley estadounidense de los años noventa.

El Estado judío no ocultó su malestar con los europeos, que votaron cada uno de acuerdo a su criterio. España y Francia apoyaron la incorporación de Palestina, mientras Alemania se oponía y Reino Unido se abstenía. “Es decepcionante que la UE, que se esfuerza en renovar las negociaciones directas y se opone a las intenciones palestinas, no lograse alcanzar una posición unificada para impedir esta decisión”, indicó Exteriores.

Tensión en Gaza

La preocupación y el enfado de Israel está justificado. Si bien la admisión en la organización cultural y científica no cambiará mucho las cosas, podría no ser más que la primera ficha del dominó. Los palestinos han iniciado su camino y no cambiarán el rumbo.

En los próximos meses, se espera que soliciten el ingreso en otras agencias de la ONU y organismos multilaterales. El más peligroso para Israel sería la entrada en la Corte Penal Internacional, donde los palestinos podrían denunciar la ocupación y las violaciones de derechos humanos. Además, la participación como un Estado más y no como un mero observador en distintas agencias podría también allanar el terreno para que Palestina se convierta en el Estado 194 de la ONU, tal como solicitó en septiembre.

Israelíes y palestinos siguen caminando cada uno por su lado. Unos siguen ampliando las colonias en territorio ocupado y otros continúan los esfuerzos para lograr el reconocimiento internacional. Pese a las palabras amables de cara a la galería, el interés de ambos por renovar las negociaciones de paz parece inexistente.

Al estancamiento político se une la tensión en Gaza. El Ejército israelí y las milicias continúan los enfrentamientos en la Franja, incumpliendo la tregua impulsada por Egipto tras la violencia del fin de semana, en el que murieron un civil israelí y diez milicianos palestinos.

Ayer, las milicias lanzaron una decena de cohetes contra poblaciones israelíes que no causaron daños ni víctimas y la Fuerza Aérea israelí mató a dos milicianos en un bombardeo en Jan Yunis, en el sur de la Franja. Netanyahu negó que hubiera algún tipo de acuerdo de alto el fuego con las milicias y advirtió de que, de seguir el lanzamiento de cohetes, la respuesta será “muy severa”.