Felipe A. Montenegro


Desechar las ilusiones, preparase para la lucha

Mao Tse Tung


El nuevo orden en aparente “crisis” de las oligarquías mundiales, está ejerciendo el poder a través de un pequeño número de empresas gigantes y monopólicas centralizadas en un pequeño número de potencias o monopolios colectivos, y sus satélites. La concentración es el fenómeno más característico de la economía mundial.


Sabemos que cuando las empresas intercambian mercancías a través de sus fronteras, los precios comparativos son decisivos a la hora de elegir entre comprar en el interior o exterior de un país, un intercambio internacional en el que la nación no interviene ni como Estado ni como organización, los individuos intercambian mercancías por dinero a través de la ley del valor.


En el caso de inversión extranjera directa (IED) la instalación de medios de producción transnacionales tratan de lucrar al máximo a través de sus filiales. Estos monopolios, ligados a sus poderes políticos y privados se asocian a veces con empresas locales con sus propios intereses constituyéndo así empresas mixtas. Lo transnacional se vincula además a la especulación financiera, el crédito, la producción, la distribución y el consumo que van determinando el sistema capitalista en existencia.


Estas organizaciones privadas transnacionalizadas generan efectos que van más allá de la esfera comercial y crean organizaciones no gubernamentales (ONGs) cuya razón social se destina en apariencia a la defensa de derechos de la sociedad (salud, educación, medio ambiente, etc). Las unidades transnacionales generan sus propios espacios económicos, políticos y sociales desplazando a los espacios nacionales.


Como mecanismo clave, la transferencia de tecnología a las filiales locales crean un dominio sobre la economía local de características asimétricas. La supuesta beneficiosa inversión extranjera hacia un país huésped crea gastos por parte de los gobiernos, poca mano de obra y de baja calidad, y casi nada de transferencia de tecnología a la sociedad, pues es protegida mediante el secreto industrial o leyes de patentes que garantizan un monopolio por varios años legalizados por la OMC/OMPI.


La matriz de decisión de una empresa en un dado territorio incluye un factor de interferencia política y es por ello que de encontrar un nicho a explotar, este factor es de suma importancia y las empresas realizan el lobby que aseguren entonces su lucro.


La soberanía nacional queda afectada por los poderes económicos fácticos de las ”potencias privadas” que son respaldadas y refrendadas mediante los medios de comunicación. Estos espacios son redes de comunicación masivos de alcance mundial. AFP, UPI, ANSA, REUTERS, BBC controladas por intereses financieros.


A la dimensión de dominio económica y científica debemos sumarle la “convergencia” de tecnologías, redes, modelos de negocio y pautas de consumo es una característica inherente de lo que denominamos como sociedad de la información, de hipersectores en los que se integran las tecnologías de la información, las telecomunicaciones y los contenidos no sólo para la “comunicación social” sino también para el ocio, el entretenimiento y la preparación de guerras.


El capitalismo queda instalado así como una condición inmanente de la propia vida humana, aceptada como normal, de allí que cualquier variante de capitalismo que se intente categorizar, es un concepto teórico-práctico antagónico con cualquier enunciado de progreso humano o avance civilizatorio.