Entrevista a Giovanni Melogli, de la Alianza Internacional de Periodistas
Mario Queiroz
IPS

El crecimiento de la libertad de empresa de medios y del autoritarismo estatal se ha visto acompañado de una notoria reducción de la independencia de los periodistas, una realidad denunciada en foros internacionales donde se levantan múltiples voces críticas.

Entre los alertas se cuentan los que realiza la Alianza Internacional de Periodistas (AIP), que aboga por la responsabilidad de los medios ante la sociedad y la independencia editorial ante los estados y los propietarios de las empresas de comunicación social.

Fundada en 2004, la AIP opera a través de centros regionales independientes con el objetivo principal de promover ideas y propuestas para el ejercicio de la profesión, la ética profesional, la calidad de la información, la regulación y el pluralismo de los medios de comunicación.

Entre sus principales dirigentes se cuenta el italiano Giovanni Melogli, que el pasado fin de semana participó en la conferencia «El futuro de la libertad – derechos civiles en el siglo XXI», organizada en Lisboa por diputados independientes del Parlamento Europeo. También fue parte del foro el alemán Daniel Domscheit-Berg, exportavoz de Wikileaks.

Melogli subrayó en entrevista con IPS que uno de los principales propósitos de la Alianza, abierta a profesionales de la información y su público, es presentar propuestas concretas para la práctica de un periodismo más responsable, ético y de calidad.

También Melogli forma parte de Alternativas Europeas, una organización de la sociedad civil que promueve políticas y culturas transnacionales, porque, según indicó, «los desafíos actuales de la participación democrática y la igualdad de la innovación social y cultural no se pueden comprender ni abordar con eficacia solo a nivel nacional».

IPS: ¿Existe plena libertad de información para los periodistas o ellos están sujetos a la buena voluntad de los propietarios de los medios de comunicación?

GIOVANNI MELOGLI: Verifico la manifestación de dos tendencias más bien peligrosas para una información libre y de calidad. Aparece el problema de la falta de verdaderos editores en muchos países y, cuando existen, se ven presionados e intimidados por la exigencia de vender y tener público.

Muchas veces nos vemos enfrentados a empresas con múltiples intereses (ajenos al periodístico) que los defienden y promueven gracias a los medios de los cuales son propietarios.

Es la victoria del «infotainment» (información-entretenimiento) sobre la información pura, con la revolución por vía de Internet, que puso de rodillas el modelo económico de muchas agencias de noticias, una demanda de «información» que pretende un soporte audiovisual, es decir, privilegiando la emotividad a la racionalidad.

Estamos ante un analfabetismo de retorno, que en muchos países llega a cifras alarmantes. En Italia, 60 por ciento de la población tiene dificultades para escribir y metabolizar conceptos complejos. Todos estos factores envenenan la base de conceptos como la libertad de información.

En algunos casos, esto se manifiesta de manera mucho más sutil que la del editor tirano que impone su agenda del momento, por la necesidad de adecuarse a gustos de un público que no quiere más una información de calidad porque no sabe qué hacer con ella.

Sobre esta teoría hay un muy buen libro, que es «Amusing Ourselves to Death» (Divertirnos hasta morir), del estadounidense Neil Postman.

IPS: Lo que se ve reforzado por la precariedad del trabajo periodístico…

GM: Es un circulo vicioso. La reducción media de la calidad de la información hace que los mismos profesionales de la información, es decir los periodistas, tengan menos necesidad de conocimiento y se invierta menos en ellos.

Para producir un flash de agencia o infotainment, no se necesitan periodistas con al menos 10 años de experiencia sobre un tema específico, sino que basta con un aprendiz.

El trabajo de este tipo de «periodista» es el escribir pseudonoticias, no el de intentar profundizar. De esto nacen los contratos precarios y los de colaboradores con limitaciones de cantidad, que no permiten al «periodista» ningún tipo de profundización y, en algunos casos, algo mucho peor, como es no verificar la información.

En esta situación asistimos también a una atomización en el interior de la plantilla de periodistas, con dificultad en crear comités de redacción que tengan la fuerza de oponerse, si es necesario, a los diktats del director.

En Italia, los periodistas con contratos precarios ya han superado a los que tienen un compromiso por tiempo indeterminado.

IPS: En otras palabras, la verdadera libertad de prensa sólo puede existir si se encuentra una fórmula para aislar al dueño del medio de comunicación con la redacción…

GM: Como he ido destacando, el problema ya se ha convertido en bastante más complejo. Por supuesto que la base de todo descansa en la necesaria independencia de la redacción respecto del propietario y, en el caso del servicio público, del poder político. Pero también nos tenemos que enfrentar con las líneas editoriales impuestas por la empresa, a la cual no se le puede decir que no porque la amenaza es el cierre del medio.

IPS: Las reglas que debe cumplir una iniciativa privada de incidencia social, en la mayoría de los países son muy estrictas. Un hospital privado debe cumplir con ciertas normas de profesionalidad, salud e higiene. ¿Es también así en el periodismo?

GM: Desafortunadamente, la información es cada vez más considerada como un mero producto comercial, y esto lleva a dejar de lado los principios deontológicos para someterse a las simples exigencias del mercado, con la posibilidad de arriesgadas concentraciones de medios.

El error de fondo es perder de vista el concepto de información como un bien común y como pilar de la base democrática de nuestras sociedades. Si a esto se le añade la manipulación de la información por parte del poder político para sus propios fines, entonces el mal ya está hecho.

IPS: En Italia, el primer ministro Silvio Berlusconi es el principal empresario de prensa, y en Hungría, el jefe del gobierno conservador, Viktor Orbán, ha sido denunciado en el Parlamento Europeo por graves atropellos a la libertad de prensa. Dos casos diferentes, pero ¿igualmente preocupantes?

GM: Italia convive desde 1994 con un conflicto de intereses único en el mundo para los países considerados democráticos, que ciertamente ha sido un factor importante en su decadencia política, económica y social.

En Hungría, los hechos últimos parecen aun más graves. Hasta ahora, los periodistas expulsados de la radio y la televisión del Estado suman 525, muchos de ellos considerados los mejores del país.

Se prevén otros 450 despidos antes de fin de año, lo cual significará eliminar a un tercio de los periodistas húngaros. En ese país una única redacción central, controlada por periodistas fieles al gobierno, distribuye noticias a todos los medios de comunicación públicos.

Lo más increíble es que todo esto esté pasando en abierta y vergonzosa violación de los principios y valores de la Unión Europea, sin que esta lleve a ningún tipo de sanciones o a la expulsión del bloque de los países culpables de tales atropellos.