En Portugal las polítcas de austeridad están llevando a la población a una situación desesperada, haciendo prever que en el país que acogió la primera de las «primaveras europeas» en la Revuelta Precaria del pasado 12 de marzo acaben estallando disturbios como los de Grecia. No obstante, y a diferencia de lo que ha ocurrido en el país balcánico, los militares portugueses se han declarado servidores de la ciudadanía y han avisado de que, en caso de producirse una revuelta, se negaran a reprimirla.
Cuando, el pasado junio, Pedro Passos Coelho se convirtió en el nuevo Primer Ministro de Portugal, se encontró con una economía depauperada, ahogada por un déficit galopante y que había obligado a solicitar un préstamo de 78.000 millones de euros a la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Al borde del colapso, el país era, y sigue siendo, parte del cuarteto de países más desfavorecidos de la unión, lo cual obliga a mantener unas medidas de austeridad que no hacen más que empobrecer aún más a sus ciudadanos.
Lo último, la presentación de los presupuestos generales del estado para 2012, un año que verá como se aumenta el IVA una vez más y en el que, debido a los recortes en obras públicas, sanidad y otras áreas, el desempleo, actualmente situado en el 12%, aumentará. Además, los recortes en educación serán de unos 600 millones de euros – un ocho por ciento del presupuesto total del área, que es de 7.800 millones – , se aumentará la edad de jubilación en un año y se añadirá media hora diaria al horario laboral, todo ello, claro está, sin que los salarios aumenten.