Manuel Flores Artiga

El asesinato de Gadafi ha hecho cambiar el centro de referencia del pensamiento y la moral de muchos revolucionarios en el mundo. El paso de un esquema interpretativo y emocional a otro, trae consigo una complejidad ideológica que podría, para algunos, poner en riesgo las convicciones en las que han forjado su mundo interno y sus acciones. Para otros, este acontecimiento no significa el fin de la historia de la lucha contra el imperio; sino, como una de las consecuencias naturales de esa lucha. Y ese camino es viejo y continuará. Muchos hombres buenos han caído en este camino: Espartaco,Giordano Bruno, Servet, Robespiere,Che Guevara, Moris Bishop, Omar Torrijos, Camilo Torres Restrepo, Jacobo Arbenz, Salvador Allende y miles de combatientes anónimos que han caído en las luchas y la historia humana no ha terminado.

Una cosa es cierta, los imperialistas arrastran y obliga a las naciones a someterse a su concepción de civilización y si no quieren someterse o adoptar su modo de vida, van a perecer por la fuerza. Los imperialistas quieren un mundo a su imagen y semejanza.

También es cierto que la historia humana es terca, y en momentos históricos determinados ha caminado por el rumbo inverso al de los imperialistas y ha obtenido grandes victorias como ejemplo: El triunfo de Mao Tse Tung en China, Fidel Castro en Cuba, Ho Chi Minh en Viet Nam, Ahmadineyah en Irán, Daniel Ortega en Nicaragua, Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, etc. y el mundo se prepara para nuevas victorias.

Sin embargo, ante los acontecimientos en Libia, muchos se han desinflado, a otros ya les empezó a salir el aire; y han iniciado a ver el mundo desde su cobardía, y quieren que esa cobardía sea la calamidad de todos.

Esto es bien notorio en los giros noticiosos y de opinión de muchos medios de comunicación; quienes aun siendo revolucionarios no son capaces de diferenciar, dentro de un artículo de opinión: lo que es mierda y lo que es flor, lo que es humanidad de lo que es ofensa a la humanidad y exponen al público ambos puntos en nombre de la libertad de expresión, creo yo, que tienen que revisar por donde andan en la historia y de parte de que están.

Aún con todas estas miserias humanas, todavía en muchos, hay ternura, dignidad, virilidad, antiimperialismo y solidaridad entre los hombres y los pueblos que aún creen que es posible construir, a pesar de todo, un mundo más humano y lleno de prosperidad y paz, aunque para conseguirlo se nos vaya la vida.

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