Iñaki Berazaluce
Lainformacion.com
Arropada por la fanfarria de la apertura 1812 de Tchaikovsky anoche se presentó en el madrileño Patio Maravillas Oiga.me, una plataforma de ciberactivismo basada en software libre. Se trata de una herramienta de participación política desarrollada por la asociación Alabs y auspiciada por movimientos como Ecologistas en Acción, CGT o Dabne, que conforman el llamado consejo social, que “propondrá campañas” y “revisará el buen uso de la herramienta”.
A través de Oiga.me los ciberactivistas podrán proponer campañas (aún no hay ninguna activa, pero ya se han recibido cuatro propuestas) o bien sumarse a alguna de las que están en marcha. Las peticiones no se quedarán en un “simple listado en Internet” sino que llegarán a los centros de toma de poder: políticos, instituciones, empresas, medios de comunicación.
La vocación de Oiga.me es la misma que inspira a Actuable y otras plataformas de ‘clic-activismo’, aunque con varias sensibles diferencias, como nos explica Daniel, uno de sus inspiradores: “En primer lugar, está basada en software libre: hemos devuelto el código a la comunidad; no tenemos ánimo de lucro y, finalmente, no queremos quedarnos en campañas que consistan simplemente en aparecer en una lista. En la cultura anglosajona, eso pueda valer, pero en la mediterránea no es efectivo”.
Oiga.me lleva gestándose un año, aunque sufrió un parón con motivo del 15-M, movimiento en el que han estado involucrados sus creadores. Más que un parón, “contaminó la herramienta”, según Daniel: “El 15-M lo ha cambiado todo. Nosotros veníamos ensayando técnicas de enjambre pero el 15-M ha superado todas las expectativas. Por ejemplo, la idea del consejo social era proponer campañas pero por el camino descubrimos que la gente tiene ideas que desbordan a las organizaciones”.
La primera versión de Oiga.me sólo envía correos electrónicos, pero sucesivas versiones –disponibles en seis meses- harán lo propio con faxes y voz sobre IP. En estos casos, y dado que la puesta en marcha de la campaña supone un coste económico, el colectivo que proponga la acción en cuestión deberá asumir el coste del mismo.
En la presentación de ayer Daniel puso un ejemplo de campaña de presión (prudentemente prefiere evitar el término ‘boicot’): “Si los 15.000 clientes de Endesa se plantan y le comunican a la compañía que si no detiene la usurpación de tierras a los mapuches de Chile para construir represas, se van a cambiar a Unión Fenosa, tal vez haga reflexionar a Endesa”. Por cierto, esa campaña no se va a llevar a cabo porque Endesa ha paralizado su proyecto ecocida en la Patagonia chilena.
Otro ejemplo de campaña: la polémica portada de ABC sobre las manifestaciones del 15-O. Las campañas, en este caso, deben servir para “ayudar a los medios de comunicación a centrarse”.