Según los afectados, la princesa y a la vez agente secreto de la Policía golpeaba a los detenidos con palos y mangueras de caucho e incluso aplicaba descargas eléctricas para extraer confesiones sobre su supuesta participación en las protestas en contra del régimen de ese país. Los acusaba de tomar el control de uno de los principales hospitales bahreiníes, guardar allí armas y suministrarlas a los manifestantes.
Al respecto, un portavoz del Ministerio de Información de Bahréin comentó que cualquier abuso por parte de la Policía será investigado por una comisión independiente de defensa de los derechos humanos. Sin embargo, evitó realizar comentarios sobre las acusaciones contra la princesa