Hagamos un poco de historia sobre el nacimiento de la ONU, para ello tendremos que remontarnos a la Conferencia de Yalta, llamada así porque se realizó en la ciudad Soviética de Yalta (Península de Crimea, actual Ucrania). Esta Conferencia se efectuó del 7 al 11 de febrero de 1.945; allí se discutieron los aspectos relativos a la finalización de la Segunda Guerra Mundial; en ella estuvieron presentes el Presidente de EEUU Franklin D Roosevelt, y los Primeros Ministros de Inglaterra Winston Churchil y de la Unión Soviética José Stalin; o sea, los mandatarios de los países vencedores de esa gran guerra. Pero, lo más relevante de esta Conferencia fue el acuerdo de convocar para el mes de abril del mismo año una conferencia general en San Francisco, California EEUU, para crear una organización internacional que hiciera posible la preservación de la paz.
Es así como nace la Organización de Naciones Unidas (ONU), el 25 de abril de 1945, que venía a reemplazar a la extinta Sociedad de las Naciones, creada a raíz de la Primera Guerra Mundial, pero cuyos fundamentos se hicieron obsoletos al haberse presentado cambios en las fuentes y estructuras de poder. La ONU nace con unos objetivos claros, para la época de su creación, los cuales, grosso modo, son: mantener la paz internacional; fomentar las relaciones amistosas entre los pueblos; cooperar en la solución de los problemas políticos, sociales y económicos de sus miembros; y, fomentar el respeto a los derechos y libertades de los seres humanos. Lamentablemente, la ONU ha fracasado rotundamente en el logro de estos objetivos; las potencias vencedoras en dicha Guerra Mundial montaron una organización que les permitiría el dominio mundial permanente, todo ello a través del Consejo de Seguridad y el derecho a veto de EEUU, Inglaterra, Francia, Rusia y, posteriormente China. Para toda decisión se requiere la aprobación previa del Consejo De Seguridad; y, si esta no es favorable a los intereses de alguno de estos países, entonces éste procede a aplicar su derecho a veto.
Esta organización es absolutamente antidemocrática, ya que otorga derechos a un pequeño grupo de países por sobre el resto; si tomamos en cuenta que esta Organización cuenta con 193 países, entonces por qué los cinco países con derecho a veto gozan de groseros privilegios sobre los restantes 188 países, qué clase de democracia es esta donde una cúpula de países gobierna al resto de la humanidad; este tipo de organización sólo se da en regímenes fascistas; y, no puede, por tanto, la ONU hablar o propulsar la democracia, cuando ella se rige por un régimen antidemocrático como lo es el fascismo.
La organización de la ONU viola flagrantemente el principio de igualdad intrínseco en toda democracia, ya que no se aplica en ella el postulado de que dice, a cada País un voto. El caso emblemático en este aspecto es el del bloqueo a Cuba por parte de EEUU; donde cada año un número de países, que supera con creces los 180 votos de los 193 que componen la ONU, siendo la mayoría de la mitad más uno igual a 98 países, y, sin embargo el veto de un solo país (EEUU), entierra a la gran mayoría de países. Entonces, se viola o no el postulado de “un país un voto”. De esto hay que concluir, forzosamente, que los países no son iguales, hay unos privilegiados con capacidad para imponerse, ilegítimamente, al resto de países.
La ONU viola el principio de autodeterminación de los pueblos, cuando traba y retarda injustamente el reconocimiento de Palestina como Estado de pleno derecho. Hay que recordar, que la Resolución N° 181 de la ONU del 27/09/1.947, donde se aprobó la partición de Palestina, que ocupaba esos territorios desde el año 3.000 AC, que para ese entonces se llamaban los Cananeos, muchos años antes de la aparición del pueblo Judío; esta partición, que aún reduciendo los territorios palestinos en 49%, les otorgaba un 43% de los mismos, se han visto reducidos, tras sucesivas invasiones de Israel, de las cuales la ONU se ha hecho “la de la vista gorda”. Es de notar, que en esa misma resolución en la que nace Israel, le otorga a Palestina los mismos derechos como estado independiente; entonces, cómo puede entenderse que de una misma Resolución, que divide un territorio en dos estados, uno tiene el privilegio a declararse como Estado de pleno derecho, y, al otro se le sigue negando la facultad a su autodeterminación y no se le reconoce como estado de absoluto derecho. Igual pasa con el grupo rebelde que, con la ayuda de la OTAN y después de haber masacrado y asesinado a más de cien mil habitantes de Libia, la ONU le torga la facultad, aún sin ser gobierno, de representar al Estado de Libia, y sentar, groseramente, junto a los demás Jefes de Estado a alguien que se autonombró jefe de ese grupo de terroristas.
La ONU viola descaradamente el principio que otorga plena soberanía a los estados miembros, al permitir que se viole una Resolución emanada de su Consejo de Seguridad, que prohibe el sobrevuelo del territorio de Libia por aviones de combate, y, no ha pasado un solo día en que la OTAN haya dejado de bombardear, con sus aviones de combate, a las ciudades libias, disque para proteger al pueblo libio matándolos masivamente; destruyendo sus colegios, sus hospitales, sus viviendas y toda su infraestructura. Ahora bien, igual circunstancia viven en El Yemen y en Baharein, pero como son colonias imperiales, entonces el tratamiento es diferente al caso de Libia y de Siria, no se les invade con terroristas mercenarios debidamente entrenados para desestabilizar y ocupar territorios de países que sólo desean ser libres de las nefastas influencias imperiales. No, a los que reclaman a estos gobiernos coloniales el cumplimiento de sus derechos fundamentales se les trata de terroristas y en contrapartida, se envían fuerzas militares imperiales para protegerlos, tal y como sucedió en Baharein, que el imperio ordenó a Arabia Saudita el envío de un contingente de soldados a ayudar al gobierno de este País a mantenerse en el poder aniquilando a la población civil indefensa. De lo demás se encargan los medios de comunicación al servicio del imperio.
La ONU permite que se violen los derechos humanos de los pueblos que se rehúsen a ser colonizados; tal es el caso del pueblo palestino, donde los israelíes cazan y matan como animales a estos nacionales, les derrumban sus viviendas, invaden sus tierras, los encarcelan violándoles su derecho a la legítima defensa y se les mantiene en permanente zozobra; y, la ON U voltea hacia otro lado, yo le pregunto a la ONU, que pasaría si fuese al revés.
Todo esto indica que la ONU ha llegado a un grado de degeneración tal, que hace nugatoria su existencia; y, la pregunta obligada es, a qué intereses sirve la ONU, acaso al de los 193 países miembros, en igualdad de condiciones; la respuesta, después de ver el análisis anterior, es negativa totalmente. La ONU sirve única y exclusivamente a los intereses imperiales; y, por tanto su existencia es inviable, ya que se han desvirtuado los principios fundamentales que dieron origen a su fundación. De otra parte, la bipolaridad que existió hasta la caída de la Unión Soviética le permitió sobrevivir, ya que el derecho a veto permitía frenar la expansión de la contra parte y así sucesivamente; pero en estas dos últimas décadas se ha exacerbado el “unipolarismo” de EEUU con sus desmedidas ansias de dominación del mundo, a como dé lugar, violando todos los principios del derecho internacional, invadiendo y masacrando pueblos enteros, utilizando a la ONU en estos sucios, ilegítimos e ilegales propósitos, sin que esta disponga de mecanismos que puedan frenar estos fatídicos impulsos.
Esto nos lleva inexorablemente a plantear, con urgencia, una solución que permita la sana convivencia de las naciones en el marco del derecho internacional, donde impere el reconocimiento de los otros, el respeto a sus derechos como estados iguales y soberanos, así como el respeto a los derechos humanos de sus pueblos. Ante esta declaración de principios con plena validez sólo le quedan abiertas dos puertas a los estados miembros; a saber: cambiar la organización de la ONU, eliminando el Consejo de Seguridad, que sólo sirve para que una cúpula fascista controle y domine al resto mayoritario; igualmente, eliminar el derecho a veto que poseen sólo cinco de sus miembros; que la Asamblea General sea el máximo organismo de decisión y donde cada país tenga sólo un voto. La otra puerta, es la de salida. En caso, que no se haya podido llegar a implementar este cambio de organización en un lapso prudencial de tres (3) meses, entonces los países miembros que no deseen seguir siendo colonia imperial, deben retirarse y levantar carpa aparte, creando un organismo donde se respeten los principios enumerados al inicio de este párrafo. Cualquier organismo que se funde deberá poseer una cohesión basada en la unidad de todos sus miembros, que nos permita resistir los embates del imperio y sus lacayos de la OTAN
(*)Coronel en retiro de la Aviación Militar Bolivariana y abogado del pueblo
brauliomartinez@cantv.net