Como sea, Justin y Barath se quemaron las pestañas analizando datos y estimaron que existen cerca de 750 millones de ordenadores, unos 1.000 millones de teléfonos inteligentes y no menos de 100 millones de servidores en todo el mundo. Sumando la energía que consumen todos esos cacharros, la energía necesaria para construirlos, el tiempo medio de vida útil de cada uno, más la energía necesaria para que los routers y torres de telefonía los conecten entre sí, llegaron a un valor: se necesitan entre 170 y 307 Gigawatts para que Internet exista.
Ese valor es aproximadamente el 2 por ciento de toda la energía utilizada en nuestro planeta. Digamos que la existencia de internet no es precisamente gratis en términos de consumo energético, y que probablemente aporta su granito de arena al problema del calentamiento global. Pero hay que tener en cuenta lo que la red aporta a la humanidad. La existencia de internet no solo sirve a nuestro vecino (que sigue descargando películas) sino que conecta entre sí a científicos y estudiantes de todo el mundo, permite supervisar redes de sensores remotos y muchas cosas más que de no existir la red, deberían ser conectadas mediante algún otro sistema que -posiblemente- gastaría una buena cantidad de energía para funcionar. Ni hablar si en lugar de realizar una videoconferencia viajas de una punta a la otra del mundo a bordo de un avión privado. Quizás una pregunta que sería interesante responder sea “¿Cuanta energía nos permite ahorrar Internet?”
Y aún hay más: en el cálculo se computan los recursos necesarios para construir esos miles de millones de artefactos, pero es justo reconocer que la totalidad de ellos no se utilizan únicamente con ese fin. Cada smartphone conectado a la red no solo se utilizar para ver los correos sino que también se lo emplea para hablar (de hecho, esa debería ser su función principal), jugar, escuchar música y mucho más. Lo mismo puede decirse de los ordenadores y demás artefactos involucrados. Obviamente, solo se trata de un ejercicio estadístico y que podría servir -ojalá- para que más de un fabricante intentase reducir aunque sea un poco el consumo de sus productos, para que el impacto total de esta maravillosa herramienta que es internet sea lo más bajo posible.