Leandro Renou
Uno de los más de 4000 integrantes del grupo Occupy Wall Street describió a Tiempo Argentino la vida diaria de los que protestan por un sistema económico y social más equitativo en la meca del capitalismo más recalcitrante.
La indignación en la meca del capitalismo se propaga como una epidemia saludable a lo largo y a ancho de los más de 50 estados federados, más allá de los intentos de desalojo de la policía. Desde la primera ocupación de Wall Street, un mes atrás, la cantidad de indignados se multiplicaron hasta ocupar más de 100 espacios públicos del país. Además de reclamar por un sistema económico y social más justo y equitativo en pleno centro bursátil, el grupo Occupy Wall Street trascendió las fronteras de Nueva York, y llegó hasta Miami, Minnesota, Denver, Los Ángeles, Atlanta, Oakland, Boston, Chicago y casi todas las grandes ciudades de los Estados Unidos. En Nueva York se instaló el 17 de septiembre un acampe permanente en la plaza Zuccotti, dos cuadras al norte del mítico toro de bronce que simboliza al poder económico concentrado, donde se armó un hospital provisorio y una olla popular permanente en la que se alimentan 4000 personas por día, buena parte de los que duermen allí e integran un grupo sin jerarquías. “Somos una agrupación muy joven, y desde el principio fue una decisión consciente no tener líderes, para dejar que el movimiento crezca, con autonomía de ideas y con una agenda conjunta que no está determinada por un pequeño grupo de personas con sus intereses”, dijo a Tiempo Argentino el artista y activista de Occupy Wall Street, Seth Wulsin, quien vivió entre 2005 y 2009 en la Argentina e intervino artísticamente la demolición de la cárcel de Caseros.
Para Wulsin, de 30 años y residente en Nueva York, “la estructura organizativa crea una forma de participación pública donde los temas se deciden en asambleas generales todos los días, de forma democrática”, y agregó que la actividad se financia “con donaciones de la propia gente que participa en el grupo, y de gente de afuera que apoya la ocupación. Y ahora estamos haciendo acuerdos con granjas locales que mandan verduras y otro tipo de alimentos”.
Wulsin fue designado por Occupy para hablar con Tiempo.

–¿Es simplificar la protesta decir que ustedes piden que los ricos paguen más impuestos? Esa es la idea que trascendió puertas afuera de los Estados Unidos.
–Es que no hay un reclamo específico. Wall Street es un lugar simbólico, el símbolo del sistema económico que viene llevando los Estados Unidos. Pero más que una queja, lo que hace Occupy es un intento de buscar salidas alternativas a la crisis. No hubo un pedido oficial para que los ricos paguen más impuestos porque en realidad, eso sólo aliviaría un poco la situación pero no sería ni cerca la solución. El problema va mucho más al fondo. Esta crisis no es económica, es una crisis de todos los sectores de la sociedad. Queremos expandir la discusión y buscar una solución mediante la no violencia.
–¿Cuál es la conformación política e ideológica del grupo?
–Hay de todo, pero la idea que domina es que la dicotomía entre republicanos y demócratas es una mentira que nos ha llevado a esta situación. En los últimos 30 años, esa diferencia tiene cada vez menos significado. Los demócratas de ahora están más a la derecha que los republicanos de hace 20 años. Lo que realmente hay es un orden económico que puede cambiar algunos detalles, dependiendo de quién esté en el poder, pero no hay una solución fuerte del problema nunca. En los Estados Unidos hay corporaciones que tienen más poder que el Estado, esa fue una de las razones que nos motivaron a protestar, y la otra fue la brecha que existe entre ricos y pobres. El sistema semidemocrático ha sido totalmente robado por las empresas con mucho más control sobre determinadas situaciones.
–¿Cuándo nace la idea de armar las ocupaciones?
–En la crisis económica de 2008, la de las hipotecas, con un comportamiento malo de los bancos y del gobierno respecto a los bancos. Pero hubo ocupaciones en Túnez, Libia, Israel y las quejas del 15-M en España, que han generado un ambiente, un patrón, mostrándole al público estadounidense que se puede hacer algo, porque los estadounidenses son bastante inactivos políticamente. Y para mí también influyó lo que pasó en la Argentina en 2001, es un precedente muy fuerte de lo que está pasando hoy aquí. Si bien no hemos llegado ni cerca de esa escala, sí hay un espíritu parecido, y condiciones parecidas que están muy presentes acá.

Wulsin –que durante toda la entrevista habló en perfecto castellano y sus expresiones son textuales– llegó a la Argentina hacia finales de 2005 y se quedó hasta el año 2009. “Vine con un boleto de ida y me quedé. En mi país habían reelegido a George Bush, y no sentí un espacio para poder expresarme. Y vine a la Argentina, que me tocó mucho el corazón. Yo vi los cambios desde 2005 a 2009”, relató el artista, que además influye directamente en la confección de los comunicados del grupo Occupy Wall Street. Parte de su tiempo en estas tierras lo empleó para trabajar dándole forma artística a la demolición de la cárcel de Caseros. Allí, rompiendo los pequeños vidrios del lado norte del viejo presidio logró mostrar el contorno de rostros humanos, un símbolo de internos que ya habían sido trasladados. El joven activista cuenta que la sociedad y la lucha contra los medios dominantes son un desafío de los indignados. “La sociedad ha estado bastante a favor de las ocupaciones, porque una gran mayoría de la gente está consciente de las injusticias estructurales del sistema actual. Y esto pasa a pesar que la cobertura de los medios masivos ha sido bastante despectiva.”

–¿Cuáles son los conglomerados mediáticos que más los atacan?
–Hay medios y cadenas como el New York Times y la cadena Fox. El Times es el diario más respetado aquí, que ahora ha cambiado su canción un poquito en las últimas semanas, pero la cobertura de ellos ha sido bastante despectiva. La agenda de Fox, en cambio, es mucho más explícita, han tratado de echar la mayor cantidad mierda posible sobre nosotros. Pero son pocos los medios que están a favor.
–¿Esos medios tratan de disimular la crisis ante los ojos del mundo?
–La percepción general de esta crisis es que se trata de la crisis más grande de los Estados Unidos después de la del ’29, es de muy grandes proporciones, y hay un intento del Estado y de los sectores económicos para crear la imagen de que no es tan duro lo que estamos pasando y que ya estamos saliendo. Pero en el fondo, la gente se da cuenta de que eso es mentira. Uno de los problemas es que el crecimiento económico que promocionan deja a los bancos contentos porque ganan cada vez más plata, pero la gente sabe que el crecimiento no se está viendo reflejado en la creación de puestos de trabajo. Hay personas que no trabajan desde hace tres años y les dicen que no se preocupen porque la economía va a estar bien, pero es una ilusión mediática.
–Por último, ¿tienen algún tipo de diálogo con el gobierno estadounidense?
–Decidimos que, por el momento, no habrá un contacto directo con el gobierno de Obama. Lo que queremos ahora es acordar principios básicos de ordenamiento de la sociedad, y que la gente masivamente empiece a participar. La idea es que el movimiento siga, más allá de que se solucione la crisis, para producir cambios profundos. Este movimiento va a ser el más importante desde los movimientos sociales del ’60 y ’70. Estamos en una situación muy crítica que mi generación nunca ha vivido y que está tocando un nervio que comparte a la gran mayoría del pueblo.
Antes de despedirse, Wulsin agradeció la difusión, resaltó el espíritu colectivo y despersonalizado de Occupy, y preguntó por cómo están las cosas en la Argentina. “Mi idea es regresar, escuché que las cosas están mejorando”, dijo mientras este diario le respondía que su percepción era correcta, y que el epicentro de la crisis parece estar en los Estados Unidos y Europa. “Es cierto, acá estamos bastante jodidos”, concluyó.