Ben Tanosborn

En EEUU estamos a un año y dos elecciones presidenciales de ser una nación con la mitad de su fuerza laboral desempleada o subempleada. Si nos asomamos al 2020, nuestra población estará claramente dividida en tres grupos: aquellos en una pobreza relativa, un 50 por ciento; un 30 por ciento de atemorizados, a la espera en esa puerta para entrar a la pobreza; y el resto de afortunados Caballeros (2 por ciento) y Escuderos (18 por ciento) viviendo la buena vida, dando gracias por su fortuna de vivir en el país de oportunidades (para ellos), excepcionalismo y culto al individualismo sin importarles un comino si la distribución de riqueza recibida es justa y legitima.
No se requiere el adivinar de Nostradamus ni el rellenar números a un modelo econométrico secreto para llegar a estas proyecciones en economía laboral; estamos ya a medio camino, algo que puedes comprobar en esa generalización de que una de cada cuatro personas que conoces como parte de la mano de obra en el país o está desempleada o subempleada, dado su entrenamiento o educación, con sueldos del 40 al 60 por ciento de su capacidad productiva.
Claro que la cifra de desempleo es probable que nunca supere el 10 al 12 por ciento; el gobierno asegurará que tal no ocurra y nos de una cifra que delate la verdad y nos reste confianza en este sistema capitalista, revelando el mito de que nuestro gobierno representa al pueblo y no al complejo militar-industrial.
Llevamos tres décadas con un gobierno liberalista que ha permitido una gran flexibilidad al mundo corporativo de las grandes empresas, mucha mas que cualquier otro país. Eso, y el cambio en la composición del PIB, han creado una atmósfera anti-laboral a largo plazo sin índices de cambio. Hemos permitido que la tecnología – o los dueños de la tecnología – haya podido crear un mercado laboral de dos niveles, con el segundo nivel incapaz de obtener sueldos y beneficios para funcionar en la sociedad con dignidad. En las tres últimas décadas, todas las ganancias y beneficios, sin excepción, han ido a parar a las familias en el escalón económico más alto (20%). Y por si eso fuera poco, otros dos factores han catapultado al país a una década de estancamiento: el costo de dos guerras innecesarias e ilegitimas, y el hecho de que los ingresos totales del gobierno han permanecido mas bajos, como porcentaje del PIB, que el de cualquier otra nación desarrollada.
En esta ultima década hemos tenido un alto nivel inquisitorio por los medios dominantes sobre el porqué Estados Unidos ha cedido terreno no solo a países desarrollados sino también a algunos en desarrollo en áreas como la educación y la salud. Esta ultima reflejada en la tasa de mortalidad infantil y expectativas de vida.
Sin embargo, el área principal en el que hemos estado dando pasos para atrás no ha sido tocada por la prensa. Área que quizás sea más importante que la educación o la salud en términos que afectan a los cimientos democráticos de una sociedad que aspira a ser justa… y es lo informado que está el ciudadano; sus conocimientos cívicos; nuestra nota en civismo.
Lo peor de todo es que en nuestra portentosa ignorancia, sin aparente intención de limpiar nuestro propio estado de democracia, vamos por el mundo tratando de convertirlo al dogma de nuestra secta de capitalismo rapaz y seudo-democracia.
Las primeras semillas de turbulencia revolucionaria están empezando a brotar y lo que empezara hace tres semanas como zafarrancho de combate al “Ocupar Wall Street” en Nueva York se está extendiendo a varias ciudades de la nación. Aquí en Pórtland (Oregon) la manifestación de solidaridad con los neoyorquinos tomará lugar el jueves, 6 de octubre. Lamentablemente, nuestro clamor en estas protestas no tendrá los resultados que se obtuvieron en la plaza Tahrir de El Cairo, pero será un comienzo, un primer paso.
Aunque sean buenas relaciones publicas para los que protestamos el decir que representamos en solidaridad al 99 por ciento de la población contra la avaricia y el ladronicio del 1 por ciento, la realidad es otra. Por mucho que lo repitamos, la avaricia y ladronicio son soportados por el 20 por ciento de la población, y no ese 1 por ciento. Sin Caballeros y Escuderos que los protejan, ese pequeño grupo usurpador de la riqueza creada con el sudor de los muchos, no podría mantener el poder que tiene en la nación. Claro que si las multitudes crecen en estas protestas y demandan sus derechos civiles y económicos, se les considerará rebeldes y poco disciplinados, y veremos tanto a la policía como al militar, responder a esa famosa llamada al orden público; haciéndonos saber quien está al mando de la nación… definitivamente, no es el pueblo.
De todas formas vivimos de la esperanza… y por lo tanto iremos al parque ribereño de Pórtland… desde donde desfilaremos por las aceras, no permitiéndosenos usar las calles, rumbo a Pioneer Square. Por lo pronto esto no será Tahrir.
© 2011 Ben Tanosborn

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