Gilberto Madrid

Afirmábamos en nuestro trabajo de fecha 03 de febrero de 2009, -La Crisis, el Drama y la Farsa- publicado en esta página, que la “crisis que afecta al sistema capitalista ya se manifestó en la segunda economía del mundo, Japón, entre los años de 1990 al 2005”. Ahora, Japón ha sido desplazado por China, potencia que según predicciones de analistas del sistema, podría desplazar a los mismísimos EEUU en un plazo no mayor de tres lustros, para constituirse en la primera potencia económica del siglo XXI, terminando con el largo predominio norteamericano, hecho que implicaría profundas transformaciones no sólo de orden económico sino fundamentalmente geopolítico. Nos preguntábamos entonces, ¿cuántas veces habíamos leído y escuchado, con motivo de la situación, que estábamos enfrentándonos a hechos tremendos y desconocidos, sin precedentes históricos, desde la Gran Depresión que abatió fundamentalmente a EEUU de 1929 a 1941?. Nos referimos a la forma en que la administración de Franklin Delano Roosevelt enfrentó la situación, mediante la aplicación del programa político económico conocido bajo el nombre de New Deal, basado en las recomendaciones del economista británico John Maynard Keynes, y el cual fue aplicado en un ámbito económico sustancialmente diferente al actual, sí tomamos en cuenta que el capitalismo de entonces pagaba a una burocracia manejable y las pensiones y seguros de desempleo eran pequeños, no siendo así en la crisis que se padece en la actualidad, cuyas dimensiones resultan descomunales y afectan a la totalidad de las naciones, en razón de la globalización de la economía.

La filosofía que informaba al programa Keynesiano, estuvo signada por un marcado intervencionismo estatal, que contradecía la doctrina liberal del “laissez-faire” al abogar por la estimulación estatal de la demanda. Se invirtió en obras públicas para frenar el desempleo y aumentar la capacidad de consumo, se nacionalizaron empresas, se establecieron controles sobre los movimientos especulativos del capital y, en algunos casos, se crearon fondos de ayuda para una población severamente castigada, todo lo cual resultó en la aparición del llamado “Estado de bienestar”, cuyo desmontaje comenzó con la era Thatcher-Reagan, y tomó carácter universal en la última década del siglo pasado al desistirse de las políticas sociales no sólo en el Reino Unido, los EEUU y el resto del continente europeo, sino en todo el planeta, destacándose por su crudeza los casos de Argentina y Venezuela en nuestro continente y el de Indonesia en el sureste asiático.

En coincidencia con las opiniones de los especialistas, sosteníamos que los jefes de estado y de gobierno de los países capitalistas centrales necesitarían tres lustros de esfuerzos para hacer lo que Roosevelt hizo en dos, siempre que diseñaran políticas acertadas en clave keynesiana alejada del neoliberalismo reinante. Obviamente que esta última condición no se ha dado. Lejos de adelantar políticas que pongan el acento en la preservación de las conquistas sociales y que pechen a las minorías plutocráticas, se ejecutan programas que literalmente vacían los magros bolsillos de los más pobres. En lugar de establecer impuestos que recaigan entre los que mas ganan, incrementan el IVA y otros mecanismos de exacción a las grandes mayorías. La llamada Troika, conjunción del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, dictamina a su “buen saber y entender” las líneas maestras a aplicarse en los países en la Zona Euro de la Unión Europea, donde se ha manifestado la crisis con mayor patetismo, léase, Grecia, España, Portugal, Irlanda e Italia, es decir, con excepción de la última de las nombradas, los eslabones más débiles de la cadena. Todas ellas, también Italia, sobrepasan el 100% o se acercan a ese porcentaje de déficit en sus capacidades de pago de sus respectivas deudas, lo que equivale a que se encuentran en una virtual bancarrota. En este escenario es donde la Troika, pasando por alto las respectivas soberanías de los países en crisis, impone la aplicación de los paquetes neoliberales de tan funestas consecuencias en la región latinoamericana.

La Historia demuestra con innumerables ejemplos, que ante situaciones cargadas de injusticias como está ocurriendo en los territorios de las prepotentes entidades estatales de EEUU y de la Unión Europea, los pueblos reaccionan buscando las salidas liberadoras correspondientes. Así tenemos que un par de ancianos luchadores, uno prologuista y otro autor del texto, editaron un revolucionario manifiesto bajo el imperativo título de “INDIGNAOS”, que ha dado a luz al sorprendente movimiento internacional de los “INDIGNADOS”, quienes, primero en España y en toda la Europa comunitaria y luego en Wall Street, corazón financiero del sistema y en otras ciudades estadounidenses, en el Chile del millonario pinochetista Piñera y en la Colombia plagada de bases gringas y mañana donde haya que hacerlo, han realizado y realizaran sorprendentes movilizaciones y acampadas en las plazas públicas, dejando constancia de su indignación y de su disposición a luchar por sus derechos, por la abolición de las gastadas e injustas “democracias” llamadas representativas, por unas democracias reales y verdaderas, corearon en España y otras partes, vale decir por una democracia participativa y protagónica como está plasmada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en referéndum por el pueblo venezolano, en el año de 1999, hace ya doce años. Sin falsa modestia, ¿Cabe alguna duda de la posición de vanguardia de la patria de Bolívar?

Gilberto Madrid, abogado UCV. Magister Scientarun en Derecho de Integración e Internacional Económico. UCV.

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