Carlos Luna Arvelo

Según el artículo 1 la Ley Áurea promulgada en 1888, por  Isabel I de Braganza “es declarada extinta, desde la fecha de esta ley, la esclavitud en Brasil”. La ley no contempló la indemnización a los dueños de esclavos y “supuso” la eliminación del trabajo esclavo en América continental por ser Brasil el último país en prohibirlo, hasta esta fecha.

Distintas versiones históricas señalan que el trabajo esclavo jugó papel fundamental en la colonización de Brasil,  Eduardo Galeano señala, acerca de los esclavos y las desgracias que padecían “… se llamaban “piezas de Indias” cuando eran medidos, pesados y embarcados en Luanda; los que sobrevivían a la travesía del océano se convertían, ya en Brasil, en “las manos y en los pies” del amo blanco. Angola exportaba esclavos bantúes y colmillos de elefantes a cambio de ropa, bebida y armas de fuego; pero los mineros de Ouro Petro preferían a los negros que venían de la pequeña playa de Whydad, en la costa de Guinea, porque eran más vigorosos, duraban un poco más y tenían poderes mágicos para descubrir el oro (…) La explosión del oro no sólo incrementó la importación de esclavos, sino que además absorbió buena parte de la mano de obra negra ocupada en las plantaciones de azúcar y tabaco de otras regiones de Brasil, que quedaron sin brazos.(…)Resultaba insaciable el hambre de esclavos de Ouro Petro. Los negros morían rápidamente, sólo en casos excepcionales llegaban a soportar siete años continuos de trabajo”1

Después  de 123 años de la promulgación de la Ley Áurea y de muchos años más de trágica historia de negros africanos en Brasil nos encontramos con que recientemente se ha denunciado el trabajo esclavo a que la tienda española Zara somete a bolivianos, peruanos e inmigrantes pobres en la tarea de confección de ropas.

Según informaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Brasil en el año 2008 se calculaba que entre 25.000 y 40.000 trabajadores pobres continuaban siendo víctimas de trabajo forzoso o esclavo, siendo los estados agrícolas del norte como Piaui, Maranhao, Pará y Mato Grosso, donde se concentra el mayor número de casos.

La gravedad del caso ha obligado a las autoridades de Brasil a tomar medidas serias al respecto, según señala la propia OIT, “…el gobierno estableció un Grupo Especial de Inspección Móvil (Grupo Especial de Fiscalização Móvil), formado por inspectores del trabajo, policías federales e inspectores de la ley del trabajo. En los últimos 14 años, fueron rescatados de condiciones de trabajo forzoso cerca de 30.000 trabajadores”2

En cuanto al caso más reciente las autoridades del Ministerio del Trabajo de Sao Paulo, entre mayo y junio de 2011, informaron de la existencia de varios centros clandestinos de trabajo “irregular”, donde se encontraron personas realizando labores de confección de prendas de vestir de la marca Zara, en condiciones denigrantes.


Mientras las investigaciones continúan su curso, la conocida cadena se empeña en trasladar la responsabilidad directa de estos casos a algunas de las 50 empresas proveedoras con las que cuentan en Brasil. Aunque Zara ha colaborado en las investigaciones.


Entre las acciones emprendidas por las autoridades brasileñas se han imputado directamente a Zara el pago de más de 50 multas por diversas causas, entre las que se mencionan: jornadas de trabajo extenuantes, pagos irregulares de salarios, falta de seguridad e higiene e incluso discriminación étnica de indígenas bolivianos que nutrían el grueso de la plantilla.

1 Eduardo Galeano, Las venas Abiertas de América Latina, 1988.

2. OIT en: http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/press-andmediacentre/insight/WCMS_092667/lang–es/index.htm

 

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