EFE

 

Kabul, 13 sep.- Un comando de ocho talibanes puso hoy en jaque a Kabul con un ataque contra varios puntos de la capital afgana, como la Embajada de EEUU y la sede la OTAN, que ha causado siete muertos y que se prolongó hasta bien entrada la noche cuando fueron abatidos los dos últimos insurgentes.

El ataque se inició hacia el mediodía (hora local), desde un céntrico edificio en construcción que los talibnanes utilizaron para atacar con cohetes y disparos embajadas y otros edificios oficiales situados en la proximidades.

 

Siete personas, entre ellas tres civiles y cuatro policías, murieron y 17 resultaron heridas por el fuego de los ocho integristas, según informó a Efe el jefe de la brigada de investigación criminal de Kabul, Mohammad Zahir.

La Policía afgana mató, sucesivamente, a los cuatro talibanes que se hallaban en este inmueble y a cuatro insurgentes que se unieron al ataque en otros lugares de Kabul y que murieron cuando intentaban activar sus cargas explosivas.

«Nuestros muyahidines han atacado el cuartel general de la OTAN, la Legación de Estados Unidos, el departamento de espionaje afgano (NDS) y otros edificios gubernamentales del centro de Kabul», dijo a Efe un portavoz talibán, Zabiulá Muyahid.

Esta fuente detalló que los atacantes disponían de chalecos explosivos, ametralladoras y lanzagranadas.

Según la policía, entre los objetivos de los insurgentes se hallaban también el Parlamento y el cuartel general de la policía de fronteras.

En los combates también participaron efectivos de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), misión de la OTAN en Afganistán, según afirmó un portavoz de ese contingente.

La acción coordinada de los insurgentes paralizó durante horas Kabul, cuyos ciudadanos pudieron oír claramente explosiones y tiroteos en diversos puntos de la capital y ver a helicópteros militares sobrevolar la ciudad.

Muchos kabulíes pasaron la tarde pendientes de los medios de comunicación en una ciudad que esperaba desde hace días un ataque por el décimo aniversario de los atentados del 11-S en EEUU, que desencadenaron la invasión de EEUU a Afganistán.

El presidente afgano, Hamid Karzai, condenó mediante un comunicado la acción de los talibanes y la achacó a su intento de sabotear el proceso de transición de la seguridad del país a las autoridades afganas.

«Estos ataques no pueden detener el proceso y no solo no disminuyen sino que aumentan la determinación de nuestro pueblo de asumir la responsabilidad en los asuntos de su propio país», afirmó Karzai.

Los ataques de estilo «fedayín», perpetrados por comandos que luchan hasta morir, son cada vez más frecuentes en Afganistán y forman parte de la estrategia de los talibanes de lanzar asaltos de gran impacto mediático y de atacar a altos cargos oficiales.

Los últimos atentados de entidad en Kabul ocurrieron a mediados de agosto contra el Consejo Británico, donde murieron nueve personas, y a finales de junio contra el hotel Intercontinental, donde un asalto coordinado causó la muerte de 21 personas.

Las tropas extranjeras comenzaron el pasado julio a retirarse del país y a transferir gradualmente la competencia de la seguridad a las fuerzas afganas, en un proceso que debe concluir según los plazos previstos en 2014.

No obstante, el conflicto se ha recrudecido y la insurgencia parece encontrarse en un momento de fortaleza cuando se afronta una fase decisiva para el futuro político del país y para las negociaciones entre gobierno y talibanes claves para la paz.