Oscar Laborde (*)

 

Cristina Fernández de Kirchner llega, nuevamente, a las Naciones Unidas como parte de un proceso diplomático que este año tuvo dos momentos muy importantes; encabezados por el Canciller argentino, Héctor Timerman.


El primero de ellos fue la entrega en abril, de una carta firmada por las Jefas y Jefes de Estado de todos los países miembros de la UNASUR (incluídos Guyana y Suriname) al Secretario General de la ONU, Ban Ki – moon, en donde, claramente, ratifican “el permanente interés regional para que el Reino Unido se avenga a reanudar negociaciones con la República Argentina a fin de encontrar – a la mayor brevedad posible – una solución pacífica y definitiva a la disputa de la soberanía de conformidad con las resoluciones y declaraciones pertinentes…” de las Naciones Unidas y de la OEA.


El otro fue el apoyo brindado por los más altos funcionarios del gobierno chino el 9 de septiembre pasado, al reclamo sobre la soberanía de las islas Mavinas y tal como lo expresara el propio canciller argentino, para que “…Inglaterra se siente junto a Argentina para negociar una solución al conflicto territorial…”


Es necesario recordar que el año 2010, y en igual dirección se habían expresado en México los países latinoamericanos y del Caribe, incluídos los de origen anglófono. Esta estrategia, en los hechos, está representando el aislamiento internacional del gobierno inglés en todo foro en donde este tipo de cuestiones se debaten.


No hay improvisaciones, ni acciones discordinadas; año tras año la agenda de cualquier nación del mundo – en su relación con Argentina -, tiene el tema de nuestras islas como un elemento vertebrador de la misma; es decir se ha pasado de la declamación y el reclamo sobre las islas, a ir consiguiendo que, efectiva y paulatinamente, sean argentinas.


Queda implícito, en esta verdadera política de estado, el trabajo por dar a conocer razones, fundamentos históricos, y antecedentes; en un esfuerzo diplomático que no reconoce retrocesos.


En ese contexto, – como también es evidente en la temática de los derechos humanos – la posición nacional recrea el escenario de las Naciones Unidas; la defiende en los marcos jurídicos que el propio organismo ha establecido.


Es necesario tener presente, sin embargo, que las Islas Malvinas y sus adyacentes, forman parte de una estrategia de dominación que ha llevado al Reino Unido a fortificarlas e integrarlas a un sistema de defensa y militarización del Atlántico Sur.


Es desde esta perspectiva que la política exterior de nuestro país proyecta sus acciones y consolida sus posiciones en un mundo globalizado, donde la construcción de un polo en Suramérica fortifica sus planteos y legitima sus derechos en la agenda pública.


La diferencia es, entonces, clara. Reclamar por Malvinas o transitar un camino para que definitivamente ellas queden integradas a la patria.


(*) Embajador Oscar Laborde, Representante Especial para la Integración y la Participación Social de la Cancillería argentina.