Omar Montilla

Se difunden mensajes de Gadafi llamando a la población a unirse y luchar. Eso es bueno, pero, ¿dónde está Gadafi?

El hijo de Gadafi emite un mensaje llamando a la población a unirse y luchar. Eso es bueno, pero, ¿dónde está el hijo de Gadafi?

No se puede llamar a un pueblo a inmolarse por una causa por más justa que sea, si no tiene al líder, al conductor, al comandante, a la vista. Ahora resulta que Gadafi llama su pueblo a volcarse sobre Trípoli, cuando hace apenas pocos días anunciaba una larga marcha hacia Bengasi, que nunca se concretó. Si antes, cuando tenía todo el poder en su mano no pudo con Bengasi, mucho menos podrá  ahora con Trípoli, ¿cómo va a hacer?

Los “rebeldes de la OTAN” ya están instalados en la capital de ese martirizado país, el mismo en el que permaneció Gadafi durante 42 años en el poder. A pesar de las espectaculares manifestaciones populares en contra de la invasión, Gadafi no pudo (o no supo o no quiso, ¡qué sé yo!) movilizar a su pueblo para resistir de verdad, verdad al invasor. Para ello le bastaba una lección, la que dio Fidel Castro en Playa Girón, cuando personalmente dirigió la batalla contra los invasores del sagrado suelo cubano. Hay fotos memorables de Fidel que detallan ese arrojo y valentía en defensa de su país.

Otro cuento es el de Gadafi, que no se ve, que no se siente, que ya no se oye sino en grabaciones de mala calidad desde un puesto de comando invisible llamando al pueblo libio a “poner el pecho” a los “rebeldes de la OTAN” cuando a él no se le ha visto la cara.

Fidel Castro anunció desde el principio que El plan de la OTAN es ocupar Libia. Eso se sabía de antemano, y ante ese poder avasallante poco había que hacer, porque al final se impondría, en esa guerra inmoral, la paz de los sepulcros. Pero la lección que ha dado su líder es, por decir algo menudo, desde todo punto de vista cuestionable, ambigua. Hay otros calificativos pero por prudencia me limito a los enunciados.

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