Mario Esteban Delfino (*)
Sucede que la trampa tendida por el gobierno de los Estados Unidos y Colombia al pueblo de Venezuela solo se explica como una inocua “ganancia de tiempo” por parte de su presidente comandante Hugo Chávez o una ingenua estrategia pueblerina para hacerle creer al imperio que los venezolanos entraron en un ciclo pacífico de entendimiento con los poderes reales de este mundo que, dada la realidad, son el complejo militar-industrial de EE. UU. y su brazo armado institucional operacional: la OTAN.
El comandante Muamar Gaddaffi, amigo del gobierno y pueblo venezolanos cometió el “error esencial” de todo revolucionario, confiarse “un tantico así” del imperio (y sus socios lacayos). Las recordadas imágenes de Santos, Lobo y Chávez en la retina de los revolucionarios latinoamericanos y la entrega del compatriota colombiano Joaquín Pérez Becerra al nuevo amigo y narco-para Santos, fue, al menos oprobioso para quienes sabemos de qué se trata la historia de intentar hacer la tarea para no ser denunciados por proteger “terroristas” para luego, ser invadidos.
La movilización de las reservas de oro depositadas en bancos del “primer mundo” solo generó que el imperio se diera cuenta de las intenciones del gobierno venezolano que a esta altura ha quedado a medio camino de la larga transición al Socialismo del SIGLO XXI: ellos (el imperio) saben que nosotros sabemos que ellos saben, diría un compatriota, por eso más que nunca, cualquier acción que sea una concesión es tomada como una debilidad y dispara la siguiente acción de agresión política, mediática y finalmente militar.
EL cerco mediático montado en Latinoamerica y la aislación política del gobierno chavista con ministros inactivos internacionalmente, junto a un auto-aislacionismo del PSUV y las organizaciones sociales venezolanas (salvo contadas excepciones), poco contribuyen a la solidaridad y apoyo de las sociedades de la región ante una más que posible agresión Otánica a las tierras de Bolívar.
Así las cosas, el panorama de la política bolivariana se vuelve confuso tras el debilitamiento del frente externo chavista que hace aguas por donde se lo mire, con embajadores desconocidos que adoptan un perfil bajo (¿o contrarrevolucionario?) ante los ataques mediáticos sobre el gobierno Venezolano, condición necesaria y previa en el manual de invasiones de la OTAN a países petroleros, que como en Irak o Libia se está preparando, desde siempre, para Venezuela.
(*) Analista Internacional Argentino