Isaac Salinas

El gobierno italiano se está hundiendo cada vez más en la crisis. Italia es hoy un país con un presidente que va de escándalo en escándalo; el último, una llamada telefónica interceptada en la que llama a Italia un «país de mierda» y dice que tiene la intención de abandonarlo en los próximos meses.

Más importante, sin embargo, es el problema de la deuda. La prima de riesgo de Italia, igual que la del Estado español, está alcanzando niveles máximos debido a la especulación financiera, aumentando el riesgo de quiebra. El Banco Central Europeo (BCE) está obligando a Italia –como hace unos meses a Grecia– a acatar un fuerte programa de austeridad. Estamos viendo cómo la crisis del capitalismo y la crisis de la deuda de los gobiernos europeos no hacen más que profundizarse. Los y las italianas ya hablan de una “masacre social” que acompañará a los planes de austeridad.

Y es que la situación es muy grave. Para el próximo año se planea un ahorro del gasto público de 30 mil millones de euros; hasta 2014, el gobierno quiere ahorrar más de 100 millones de euros. En otras palabras: habrá más recortes sociales que aumentarán el paro y la pobreza para millones de personas. Además del aumento previsto en el IVA, el aumento de la edad de jubilación, los despidos en el sector público y la supresión de tres días de fiesta (Día del Trabajo, Día de la República y Día de la Liberación), el polémico artículo 8 del programa de austeridad elimina de facto los convenios colectivos nacionales.

Sin embargo, desde hace meses ha habido un auge en la resistencia social contra los planes del gobierno. Después de la derrota en las elecciones municipales y regionales y el referéndum nacional en la primavera de este año, entra ahora en escena la lucha sindical. La CGIL, el sindicato más grande en militancia del país y a la vez el más combativo, convocó para el 6 de septiembre una huelga general de ocho horas contra los nuevos recortes. Los otros dos sindicatos, más a la derecha, se han distanciado de la convocatoria y la han tildado de “irresponsable”.

Desde el partido de centro-izquierda Partito Democratico se ha criticado a la CGIL porque con esta acción unilateral parece querer sabotear la unidad sindical. Susanna Camusso, secretaria general de la CGIL, responde a esta acusación: «Por supuesto, un movimiento sindical dividido es débil y haremos todo lo posible para restaurar la unidad. Pero siempre del lado de los trabajadores».

Millones de trabajadoras y trabajadores participaron en la huelga general del 6 de septiembre. En más de 100 ciudades salieron a las calles a ventilar su ira. Muchos jóvenes, estudiantes, alumnos y estudiantes, pero también jubilados e inmigrantes han participado en las manifestaciones. Particularmente fuerte fue la consigna por un frente unido de los trabajadores, los desempleados y los estudiantes en la lucha contra el gobierno.

Gaentano, un conductor de autobús de Roma, dice: «Estamos hoy en la calle para defender nuestros derechos, mientras que el gobierno sigue negando la crisis. He estado trabajando durante casi 30 años en el transporte público, y en una ciudad como Roma. El mayor problema es: Si suprimen los fondos financieros para el transporte público, entonces inevitablemente sufriremos los trabajadores y los ciudadanos de a pie. Este es el argumento central, y no el del gobierno, que acusa a todos los funcionarios de vagos. He visto en mi vida muchas disputas laborales y la experiencia me dice que sólo con la unidad podemos ganar y defender nuestro futuro”.

La CGIL valora muy positivamente la participación en la huelga general. En toda Italia fueron a la huelga una media del 58% de los y las trabajadoras. El porcentaje más alto se registró en los trabajadores del metal.

«¿Y ahora qué?», pregunta a la izquierda el periódico Il Manifesto en su editorial del 7 de septiembre. La huelga general del día 6 puede y debe significar el comienzo de una nueva fase de protestas en Italia. Para ganar esta lucha será necesario unir la lucha obrera con otros movimientos sociales, desde el movimiento “No al TAV” –contra el tren de alta velocidad en Piamonte– hasta el potente movimiento estudiantil. Además, la coordinación internacional con las luchas en otras zonas europeas, como el Estado español y Grecia, ampliaría la repercusión de las protestas en todas las zonas.

Junto con otros sindicatos, los partidos de izquierda, organizaciones sociales y el Popolo Viola –movimiento de la sociedad civil que se dirige contra Berlusconi–, la CGIL movilizará para una gran manifestación nacional en Roma el 15 de octubre, coincidiendo con la convocatoria del movimiento del 15M en el Estado español.

Isaac Salinas es militante de En lluita / En lucha

http://enlucha.org/site/?q=node/16364

VERSIÓ EN CATALÀ: http://www.enlluita.org/site/?q=node/3968