En tercer lugar, los países miembros del G-8 y G- 20 (EEUU, Francia, Alemania, Rusia, China, Japón, Inglaterra, Canadá, Brasil, India, Argentina, Paquistán, entre otros) tienen pocas reservas energéticas de petróleo y gas, lo que las coloca en situación de indefensión desde el punto de vista de la seguridad estratégica. De estos países, con excepción de Brasil, Canadá y Rusia, los demás están en situación crítica en cuanto a sus reservas energéticas. La conjunción de estos elementos aunado a la necesidad de mantener la producción, procurando responder a las demandas creadas de consumo, ha llevado a las compañías trasnacionales del petróleo – asociadas a la estructura de poder político-militar de estas potencias dominantes- ha incrementar la exploración de nuevos yacimientos –cada vez más escasos- y aumentar la presión sobre los países que cuentan con reservas probadas de petróleo y gas. En el caso de los EEUU, que además mantiene 180000 hombres en Irak, 40000 en Afganistán y 30000 en el resto del mundo, operativos desde el punto de vista militar, le significa un gasto en gasolina de 60 Lts por cada efectivo operativo, es decir, estamos hablando que los EEUU tiene que proveer diariamente más de 15 millones de Lts de gasolina para poder ejercer su hegemonía militar. Eso se traduce en casi 30 millones de US$ cada día, 210 millones mensuales, 1260 millones semestrales, 3520 millones anuales. Sin duda, ese costo no puede ser implementado fácilmente.
Los EEUU, desarrollo el denominado Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC en sus siglas en inglés) que significa incrementar su presencia militar mediante el desarrollo de la denominada RAM (Revolución en Armamento Militar) que representa la aplicación de los desarrollos tecnológicas en la guerra de última generación. Con esa hegemonía pretende controlar las fuentes energéticas, el problema que la experiencia de Irak y Afaganistán los lleva a plantear una modificación al diseño de control, a través del cual en vez de intervenir directamente, lo hacen impulsando movimientos internos que causen desestabilización e ingobernabilidad, procurando en última instancia una sublevación civil-militar con apoyo – frontal o subrepticio- de los organismos trasnacionales de poder (ONU, OEA, OTAN). Sin duda, estamos describiendo el escenario de Libia. Sin negar el hecho que Gaddafi tiene más de 40 años en el poder, eso no se debe traducir en que el sistema-mundo intervenga violentando las normas de derecho público internacional y resolución no-violenta de conflictos. Cuando la ONU decidió proponer la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU 1973, mediante la cual se decreta el congelamiento de las reservas de oro y los capitales del Estado Libia, se solicita el embargo de armamentos pero se dota ilegalmente a la oposición libia, se le hace duro daño al de por sí maltrecho sistema-mundo. Se legitima una norma jurídica para algunos y la movilización de las sanciones internacionales, pero se aparta la vista ante conflictos más graves como los sucedidos en Yemen o Arabia Saudita.
La experiencia de Libia, en cuanto al accionar ilegal de los órganos multinacionales ha llevado al gobierno venezolano a movilizar las reservas de oro. Esto ha causado estupor y generado reacciones de sectores opuestos al gobierno del presidente Chávez. Señalan que el traslado afecta los intereses del país. La verdad, es que es una medida ante la posibilidad que el sistema-mundo realice una congelación de las reservas de oro del país, que ascienden al 63% de los más de 30.000 millones de US$ que tenemos. Todo ello motivado por el hecho que Venezuela es el 1er país con reservas de petróleo, con un estimado de 295.000 millones de barriles de petróleo, que le permite al Estado venezolano desarrollar una diplomacia petrolera que facilita nuestro no alineamiento con los intereses estratégicos de los EEUU. Sí a eso sumamos las iniciativas de conformación de UNASUR, del SUCRE, ALBA, nos damos cuenta que esta política multipolar más la disposición de recursos energéticos supone una amenaza al papel hegemónico y subyugante de los halcones de guerra de Washington.
Por lo sucedido en Libia, que significa la intervención de la 3era reserva mundial de petróleo – ya EEUU intervino en la de medio oriente, con la invasión a Irak y la de Asia Oriental, con la invasión a Afaganistán- queda únicamente por intervenir la reserva que compartimos con Colombia, Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia. Ello debe ser un llamado de alerta ante la eventualidad de un conflicto de gran envergadura, planteado desde la articulación de los intereses geopolíticos del G-8. Los venezolanos y Latinoamericanos debemos estar atentos a estas eventualidades del sistema-mundo.
Dr.
Historiador
Juane1208@gmail.com