Entrevista a Julio Gambina, economista de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas
Hugo Delgado
Rebelión
El economista de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas analiza el presente de la economía de Argentina y opina sobre la importancia del Banco del Sur que intentar fundar los países integrantes del UNASUR.
-¿Cuál es su opinión sobre la trascendencia de la conformación del nuevo Banco del Sur?
-Es un tema muy importante porque hay que pensar que el Banco del Sur surgió como idea durante la gestión de Néstor Kirchner y se materializó como propuesta el último día de su gestión, por lo que es evidente la importancia que le daba al tema que debió haber estado en funcionamiento en el primer trimestre del 2008.
El retrazo de la puesta en marcha es prácticamente de cuatro años, que es el tiempo en que viene desarrollándose la crisis mundial. Uno puede pensar que se han perdido cuatro años de impulsar esta iniciativa, pero ahora el discurso oficial de los gobiernos del MERCOSUR cambio, hasta hace muy poco era que a nuestros países no iba a llegar la crisis, que estaban a cubierto de la crisis mundial, que era un problema de EE.UU., de Japón, de Europa, pero no de nuestros países. En los últimos días o semanas cambió esta opinión y apareció la idea de blindar a nuestros países con algunos planteos financieros y comerciales, con perspectivas de articulaciones productivas y es por eso que surgió el Concejo Económico Financiero de la Unasur. Entre los temas que se discuten está el potenciar los intercambios comerciales con moneda propia; realizar un manejo conjunto de las reservas nacionales y especialmente seguir adelante con el tema del Banco del Sur, que hasta ahora solo Venezuela y Ecuador habían cumplido con la tarea de aprobar en sus parlamentos el estatuto de conformación. Argentina solo lo ha tratado en la Cámara de Senadores y es muy probable que en estos días se discuta en la Cámara de Diputados.
Otros países tienen que hacer lo mismo como el caso de Brasil, que a esta altura también tiene en el congreso sectores remisos a la aprobación, pero en la medida que se cumplimenten estas trabas formales pero que no son menores, podremos tener finalmente el Banco del Sur.
Hay que ser también cuidadosos y poner reparos a lo que se pueda hacer con este, porque va a surgir con un capital relativamente escaso. Estamos hablando de 10 mil millones de dólares, donde Argentina, Brasil y Venezuela pondrían unos 2 mil millones cada uno y el resto entre los otros países más pequeños.
Después la discusión viene de cuál es el destino de estos fondos y cuáles son los proyectos que se pretenden desarrollar y es toda una discusión de política económica teniendo en cuenta las contradicciones que hay de procesos de desarrollo entre países por ejemplo como Colombia y Venezuela. Habrá que ver cuáles son los mecanismos de decisión, es decir que no sea un banco más al estilo del Banco Mundial, del BID o cualquiera de los bancos de desarrollo actualmente existentes, que reproducen las lógicas mercantiles, sino que hay que pensar en un banco que aliente otro modelo de desarrollo y otro modelo productivo.
-En definitiva es una herramienta que como tal puede ser bien o mal usada…
-Así es, es una herramienta que habrá que ver con que sentido se utiliza; quiénes van a ser los beneficiarios y de qué manera se otorgan los créditos. Hay una cantidad de cuestiones que no están resueltas hasta tanto no se avance con la constitución de la entidad; la designación de su directorio y el establecimiento de su política de crédito.
No es una cuestión inmediata. Es importante que salga el Banco del Sur, pero hemos demorado cuatro años y esperemos que no se demore otro tanto para su puesta en funcionamiento.
-¿Me equivoco o cuando surgió el FMI tenía más o menos las mismas propuestas que el Banco del Sur?
-Se conformó con una propuesta de estabilización de la economía mundial, que creo una expectativa esperanzada en el ´44. Hay que pensar que se habla de los treinta años gloriosos que siguieron al ´45, con lo que había muchas expectativas en la economía mundial.
Digamos que del ´45 en adelante vino toda una época de reconstrucción de los cimientos de la economía mundial donde todo parecía ser bonanza, lo que rápidamente se estrelló contra la realidad cuando en el ´71 Estados Unidos declaró la inconvertibilidad del dólar e hizo saltar por el aire los acuerdos de la Segunda Guerra Mundial y el propio Fondo Monetario Internacional empezó a cambiar de funciones y de un ente de estabilización pasó a ser una entidad de control del orden mundial según las necesidades de la liberalización de la economía que proponían los capitales más concentrados a escala mundial, es por eso que la imagen que tenemos del FMI es la de un ajustador. Un consultor externo que propone en los países los ajustes de la política económica.
-Por todo esto es que el Banco del Sur puede ser muy útil siempre y cuando cumpla con la función de origen.
-Va a ser útil si responde a las necesidades insatisfechas de las poblaciones más empobrecidas. Contribuyendo a solventar la soberanía alimentaria; la soberanía energética.
Si genera un modelo de desarrollo del tipo alternativo.
No sirve un banco de desarrollo que reproduzca lo que hoy hacen los que hoy existen, que es mantener las condiciones de inequidad que han llevado a esta situación de crisis que vive la economía a nivel mundial. Los gobiernos locales han tomado nota de la crisis y están tomando sus recaudos,
-¿Esto es bueno; malo o puede ser ambas cosas?
-En economía todo es relativo, uno puede opinar sobre los anuncios pero hay que ver cómo se llevan a la práctica.
La realidad es que hay una crisis de la economía mundial, por lo que afecta de mayor o menor manera a todos los países del mundo, por lo que en primer lugar es positivo que los gobiernos reconozcan que nos va a afectar.
Brasil es uno de los países más sensatos en este sentido porque está diciendo que las crisis los va a golpear y ya se siente cierta desaceleración en su economía, y de este lado hay que pensar que es un gran socio de nuestra economía, más del 50% de los autos producidos en nuestro país se venden a Brasil, por lo que si tienen una disminución de la actividad económica es previsible que compre menos automotores, y así otros países del mundo pueden comprar menos productos del exterior y el superávit comercial es una de las variables más importantes de la economía Argentina en el último tiempo, por lo que la recesión de la economía mundial o la desaceleración, es un tema que afecta a Brasil, a Argentina y a las economías regionales. Por esto es que es bueno el reconocerlo, segundo, hay que ver que medidas se toman.
Los anuncios de pensar regionalmente como frenar el impacto son interesantes, ahora hay que ver cómo se aplican esas medidas que se tomen de uso compartido de la reservas internacionales, si es que finalmente hubiera un decisión en ese sentido; el uso de monedas locales para las transacciones, que es muy marginal por ahora; y también habrá que ver cuánto se estimula y cuánto se desarrolla.
Los anuncios como tales son importantes, porque implican mirar más a la economía regional para tratar de salirse del impacto que pueda generar cualquier problema que venga de afuera, pero insistamos que esto hay que verlo en su dinámica y funcionamiento.
-En estos días un artículo de La Nación cuestionaba como negativo que la Argentina tenga menor volumen de exportaciones agrarias que Brasil pero con mayores ingresos por el valor agregado, ¿por dónde puede ser mala la agregación de plusvalía a lo que se produce?
-Tanto Argentina como Brasil ha ido especializándose en la exportación de productos primarios, hoy América latina es totalmente funcional a la demanda internacional de tierra; agua; petróleo; alimentos, incluido Brasil. No es cierto que Brasil es un país exportador de bienes de capital, Argentina importa estos bienes de Brasil, pero la composición de sus exportaciones son principalmente productos primarios, por lo que el problema tanto para Brasil como para Argentina y toda la región es el de la explotación – depredación de los recursos naturales.
Siempre se dice que es bueno el proceso de industrialización, el de agregar valor, pero esto dicho en términos generales, después hay que ver agregar valor sobre qué. Hay que ver si es correcto hacer esa depredación de la naturaleza, como en el caso de las minas de oro en la Cordillera de Los Andes, particularmente en San Juan, por lo que no solo se trata de genera valor sino de ver para qué y para quién se produce. Argentina no produce oro para ella sino que para el mundo; para quién se produce la soja.
Digamos que hay un problema de especialización primaria que estanca y reproduce el papel de América Latina como una región dependiente de loa capitales más concentrados del mundo.
-¿Qué giro debería tomar la economía argentina a su criterio?
-Modificar esto de que al igual que todos los países de América Latina, funcionamos en base a la primarización de la economía y a las políticas sociales compensatorias, que son las que generan los consensos políticos. De alguna manera eso genera clientelismo para un modelo que genera dependencia y extranjerización de la economía.
Argentina; Brasil y los grandes países de la región, deberían pensar en términos de soberanía alimentaria, lo que supone repensar el modelo productivo agropecuario y quiénes tiene que se los beneficiarios, las grandes transnacionales de la biotecnología o las agriculturas familiares y las comunidades de pueblos originarios. Pensar en otro agro y en otro tipo de producción para satisfacer otras necesidades, tanto del consumo interno como del consumo regional.
En el plano de la industria lo mismo porque hoy tenemos un gran crecimiento de la industria automotriz y muy poca participación de pequeñas y medianas autopartistas, con escaso efecto en el empleo en la región, porque al record de producción de automotores, las autopartes han perdido peso específico en el producto final. Entonces tenemos una expansión de las terminales y no necesariamente de las pequeñas y medianas empresas de autopartes, por lo que también hay que discutir el modelo productivo en la industria.
Es mucho lo que hay que discutir en la Argentina porque no alcanza con una macro economía en crecimiento, sino que hay que discutir para quién se crece y quién se apropia de ese crecimiento. Hay que cambiar el patrón de producción para cambiar el patrón de consumo y así satisfacer las necesidades de millones de personas que están por debajo de la línea de pobreza y de la línea de indigencia.
Hay una cantidad de problemas sociales que solo se modifican reorientando integral y profundamente la economía.
-¿Ve en algún sector político un modelo alternativo hacia esta profundización y cambio de modelos?
-No. Los datos hablan de una distancia gigantesca del gobierno a cualquier oposición, lo que consolidará en octubre en primera vuelta un gobierno de Cristina Fernández.
Podrá aparecer una visión alternativa en algún ámbito, pero muy lejos de disputar gobierno.
No veo en el horizonte de los próximos años, salvo la conflictividad social por la distribución del ingreso, presiones para que hayan cambios sustanciales en el funcionamiento económico de la Argentina.
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