«Lo fueron a asesinar a su negocio, llegó un hombre y le infirió seis balazos; este es un crimen político que (el presidente) Porfirio Lobo debe investigar», expresó a la prensa el dirigente del Frente Amplio de Resistencia Popular, brazo político del FRNP, Rasel Tomé.
Según los médicos del Hospital Escuela, situado en la capital hondureña, Sadloo presentaba unos cinco impactos de bala, uno de ellos localizado en la cabeza y el resto en el tórax.
Este activista del FNRP fue el que acompañó a Zelaya cuando se refugió en la embajada de Brasil en Tegucigalpa luego de que regresara clandestinamente a su país en septiembre de 2009, tres meses después de ser derrocado en un golpe de Estado.
Zelaya abandonó esta sede diplomática para exiliarse en República Dominicana el 27 de enero del 2010, momento en el que el presidente Porfirio Lobo asumió el poder que se encontraba en manos del gobierno de facto de Roberto Michelleti.
El ex mandatario hondureño regresó a su país el pasado 28 de mayo luego de un acuerdo que se firmó con el Ejecutivo de su país para iniciar la reconciliación interna, pacto que fue impulsado por el presidente venezolano, Hugo Chávez, y su par colombiano, Juan Manuel Santos.
Según el vocero del Cuerpo de Bomberos de Tegucigalpa, Oscar Triminio, todavía no se conocen las causas del asesinato del activista.
Tras el golpe de Estado de 2009, cuando fue derrocado el presidente democráticamente electo Manuel Zelaya las violaciones a los derechos humanos, la impunidad y los asesinatos a periodistas y activistas políticos están a la orden del día.
En julio pasado un grupo de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de Honduras, defensores de Derechos Humanos (DDHH) y parlamentarios de Europa que han participado en misiones en ese país centroamericano denunciaron que la impunidad en la nación ha alcanzado el 90 por ciento de los crímenes cometidos antes y después del golpe.