
De acuerdo con la radio Bío-Bío, estudiantes, profesores y trabajadores hicieron sonar ollas y cacerolas desde la noche del pasado jueves en Santiago, la capital chilena, además de en otras importantes urbes de esa nación como Valparaíso, La Serena, Temuco y Concepción.
Esta peculiar forma de protesta se llevó a cabo luego de que, en horas del día, cientos de estudiantes y educadores protagonizaran, bajo una persistente llluvia, una nueva marcha para seguir presionando al Gobierno chileno por mejoras concretas para la educación.
Se trató de la sexta jornada multitudinaria en los últimos tres meses para exigir el fin de la provatización de la enseñanza.
Las cacerolas, usadas para protestar en la época de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), han sido retomadas en el contexto actual para expresar el descontento de la ciudadanía con el endeudamiento de por vida que significa estudiar en Chile.
De hecho, los cacerolazos constituyeron la víspera el epílogo de otra multitudinaria manifestación, estimada en más de 250 mil personas en todo el territorio nacional y que en el caso específico de esta ciudad transcurrió bajo el impacto de un temporal de lluvia y nieve.
Según analistas, lo que cuestionan los estudiantes y los sectores ciudadanos que les apoyan son los pilares del modelo institucional, económico, social y cultural impuesto a Chile por el pinochetismo.
