Gustavo Carranza


Así lo expresó el Ministro de Ciencia y tecnología de la Argentina, Lino Barañao, en el  programa de radio de la AM 530, la voz de las madres, con relación al peligroso herbicida defoliante denominado «glifosato».

Según el ministro argentino, “La agricultura siempre ha sido una actividad que ha tenido siempre un impacto negativo en el ambiente, desde el origen de la humanidad, desde arar los campos. Eso llevó a que algunos investigadores, aquí en la Argentina, impulsaran el desarrollo de siembra directa que implica no arar sino dejar el cultivo como está y ahí aparece este otro cultivo que era desconocido en Argentina tiempo atrás, que es la soja. Aparece una compañía que es Monsanto que decide investigar cómo hacer esto más eficiente y fabrica un producto que se llama glifosato que en realidad es como un antibiótico, mata las bacterias pero mata a las plantas también”.

Al preguntarse sobre el efecto del glifosato sobre la salud de las personas, Barañao, sospechado de tener fluidos contactos con empresas biotecnológicas transnacionales, expresó: -No está probado. Hay gente que se ha tomado un vaso de glisofato, para suicidarse, y no le ha pasado nada.

 

Para defender el uso del potente herbicida causante de enfermedades, muertes y malformaciones en varias ciudades del interior del país, el ministro de CyT afirmó: “El glifosato fue estudiado en una cantidad de países y comparado con todas las cosas que se vienen usando antes eran más tóxicos. Tiene una aprobación de organismos internacionales. Es menos tóxico pero hay que usarlo con la debida precaución. Hay prácticas que son indebidas en cualquier parte del mundo. Uno no puede pasar con un avión y fumigar el pueblo, así fumigue con cualquier cosa, hasta con agua con sal, va a producir un efecto negativo. Lo que está faltando en Argentina es un poder de policía para controlar esto. Hay que poner en práctica las reglamentaciones. Se trata de que haya el menor impacto ambiental y entre tanto hay que cumplir las normas”.

En contramano de la opininión de nuemerosas ONGs y especialistas de todo el mundo, y ante la sorpresa de la audiencia que no paraba de llamar a la emisora, Barañao sostuvo: “La soja genéticamente modificada es perfectamente comestible porque esa información está presente en la bacteria del suelo. Además, es el producto más probado a nivel alimentario: se han consumido miles de millones de toneladas sin que haya ningún efecto negativo”.

“Argentina es el país que encabeza la lista de productores de alimentos por habitantes. Somos los principales productores de alimentos”, justificó.