Ricardo Del Valle


La crisis del capitalismo global afectó la burbuja de la innovación de las empresas en los países centrales, disminuyó sus ingresos, redujo de flujos de caja y de acceso al crédito, junto con la aplicación de planes de ajustes los trabajadores y una desaceleración de la inversión en investigación y desarrollo.

Estos países basan su crecimiento en la utilización del sistema mundial de patentes y de marcas como mecanismo de expansión de mercados mundiales y se ven desde hace algunos años fuertemente sacudidos por la desconfianza de un sistema de propiedad intelectual que ha entrado en una profunda crisis en el Norte.

Según datos de la Organización mundial de la propiedad intelectual (OMPI) disponibles de 2009 muestran un notable descenso del número de solicitudes presentadas en varias oficinas, en comparación con 2008. Por ejemplo, el número de solicitudes de patentes presentadas en la Oficina Europea de Patentes (OEP) disminuyó un 7,9% en 2009, que representa el primer descenso desde 2002. La disminución en un 10,8% del número de solicitudes presentadas en la Oficina de Patentes del Japón representa el mayor descenso de la historia reciente de ese país.

En 2009, el número de solicitudes de patentes presentadas por el tratado de cooperación en materia de patentes PCT (una especie de patente global para decenas de países) experimentó una disminución para los residentes de los EE.UU en un (-10,8%), Alemania (-11,3%), Canadá (-11,8%) y Suecia (-13,4%) fueron superiores al promedio.


Fuente: OMPI

 

Por su parte, el crecimiento del número de solicitudes de registro de marcas comenzó a disminuir en 2006. La recesión económica mundial aceleró ese declive y, en 2008, el número total de solicitudes de registro de marca presentadas en todo el mundo disminuyó un 0,9%. En 2008, se estima que se presentaron en todo el mundo 3,30 millones de solicitudes de registro de marcas.

Mientras en los países del Norte la crisis difunde e indigna a la población, en los países del Sur las marcas y patentes se mantienen en valores constantes y son utilizadas para aumentar los precios de productos esenciales para la vida de las personas como mecanismos de inflación legales que se han incorporado a la jurisprudencia de las leyes nacionales de todos los países que adscriben a la Organización Mundial del Comercio.

Cualquier marca de shampoó, pastas, arroz, tomates en lata, mayonesa, agua mineral, dentífrico, leche, jabón, carnes, medicamentos, alimentos para niños, ropa, zapatos, etc., todo está impregnado por un registro de propiedad intelectual de transnacionales que depredan los salarios de los trabajadores.

Los bienes protegidos por propiedad industrial son monopolizados por los pulpos globales que transitan los registros de patentes y marcas amparados por acuerdos internacionales: un verdadero super-cartel mundial que extrae fabulosos ganancias a expensas de las sociedades y a la vista de los Parlamentos y Gobiernos.

Mientras tanto los consumidores del gran “mercado” se desangran en el Norte y son succionados por las corporaciones en el Sur.