Alberto Montero Soler
Este lunes, 2 de agosto, demócratas y republicanos estadounidenses alcanzaron por fin un acuerdo para aumentar el techo de la emisión de deuda pública que hasta ese momento estaba limitado a 14,3 billones (trillones estadounidenses) de dólares y se encontraba a punto de ser superado. De no haberse producido ese acuerdo, el gobierno estadounidense no hubiese podido atender sus compromisos y habría entrado en situación de suspensión de pagos.
Por tanto, la aprobación del nuevo límite permite respirar al gobierno de Obama aunque no reduce en nada la gravedad de la situación. Se trata sólo -tomando prestada la expresión del rugby- de una patada a seguir porque significa, básicamente, que el gobierno va a poder seguir dándole a la maquinita del dinero por la vía de emitir obligaciones públicas que serán inmediatamente adquiridas –esto es, monetizadas- por su banco central, la Reserva Federal. De esa forma, Estados Unidos podrá seguir cubriendo de forma temporal sus déficit gemelos -fiscal y comercial- a la espera de un ajuste que, cada día que pasa, se convierte en más improbable.
Como dicen que una imagen vale más que mil palabras,si pinchan en este enlace (http://usdebt.kleptocracy.us/)pueden ver una una que es bastante ilustrativa del nivel de la deuda emitida por los Estados Unidos. Para que tengamos alguna referencia distinta a la visual de dicho nivel basta con señalar que la misma equivale a 14 veces el PIB de España o a 20 veces el nivel de la deuda pública española.
Pero, además, si a la cantidad de deuda pública emitida por Estados Unidos sumamos la deuda privada de los hogares y empresas estadounidenses el monto total se multiplica por diez y asciende a 114,5 billones de dólares, es decir, permitirían construir un rascacielos de billetes de 100 dólares con más de 500 metros de altura.
Y, a pesar de todo ello, las agencias de calificación de riesgo siguen manteniendo la calificación de triple A para la economía estadounidense. Curioso, ¿verdad?
Alberto Montero Soler (amontero@uma.es) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y puedes leer otros textos suyos en su blog La Otra Economía.
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