Una tendencia a la derecha del electorado porteño que se repite y -esto es lo nuevo- parece consolidarse en el tiempo. A la mayoría del electorado porteño no le interesa el abandono de las escuelas públicas, no le interesa las restricciones crecientes en el uso igualitario de los espacios públicos, las crecientes diferencias entre el norte rico y el sur pobre… Macri gana y gana muy bien con su discurso edulcorado, con sus raquíticos llamados a la “unidad”, con sus globos de colores, las melodías rockeras que desde hace tiempo son cantitos de estadio y el indespensable apoyo de los medios de comunicación nacionales, con base -claro- en la ciudad. En la primera rueda de prensa tras el triunfo, lo primero que hizo Macri fue saludar ya agradecer a los medios por “haberlo acompañado”. Está todo dicho.
Ahora, ¿es esta una derrota por la cual deba preocuparse Cristina Fernández, hoy inquilina y también candidata a seguir en la Casa Rosada? Antes de intentar contestar, conviene arrimar algunos datos.
Buenos Aires ciudad, Buenos Aires provincia
Macri hizo la mejor elección de la historia (corta) de la autonomía porteña con un poco más de un millón de votos. Para ganar las elecciones nacionales en primera vuelta, se necesitan no menos de 8 millones. Cristina Fernández obtuvo 8.651.066 votos y le alcanzó para ganar en primera vuelta con el 45,29%. Si en octubre de este año se mantienen los índices normales de presentismo en las elecciones obligatorias (nada indica que no será así) la presidenta, al menos, repetir la marca.
¿Donde están esos votos? En Buenos Aires, sí. Pero en la provincia, no en la ciudad.
La provincia de Buenos Aires es el gigante económico, geográfico y especialmente demográfico de la Argentina. Con más de 307 mil kilómetros cuadrados, es la provincia más grande del país (es más grande, por ejemplo, que toda Italia y varios otros países europeos juntos). Sólo en los 24 partidos que rodean a la ciudad de Buenos Aires (el llamado Gran Buenos Aires) viven más de 13 millones de personas (el 32% del total nacional).
A nivel electoral los porcentajes se sostienen. La provincia de Buenos Aires tiene más de 10 millones de electores, más de la tercera parte de un padrón nacional de 28 millones.
Hasta aquí los números. En política la preeminencia de la provincia es aún mayor. En el Gran Buenos Aires, especialmente en los llamados segundo y tercer cordones urbanos. A diferencia de ciudades en valles, como Caracas, donde los pobres se instalan en los cerros, en Buenos Aires los sectores más populares están por lo general en las zonas más alejadas de la ciudad, del centro. Allí reside la principal fuerza electoral histórica del peronismo. Aunque 2007 varios candidatos que se arrogan para sí las banderas históricas del peronismo llegaron separados a la elecciones presidenciales, una clara mayoría de los llamados “votos duros” del peronismo definieron la victoria de Cristina Fernández. En las elecciones de octubre próximo sucederá lo mismo.
Así, la victoria de la derecha en Buenos Aires y la del socialismo light en Santa Fé (otro distrito electoral con cierto peso) no constituyen una amenaza inmediata para la presidenta/candidata. Por el contrario y tal como sucede en otros procesos en América Latina, las principales amenazas son los lastres propios. Así como en Venezuela es la burocracia y el anquilosamiento de las estructuras partidarias del oficialismo que no parecen acordes al desafío del momento (las presidenciales de 2012, a todo o nada) en Argentina el gobierno deberá conjurar algunas prácticas soberbias si no quiere decrecer en las preferencias de los volátiles sectores medios, también necesarios aunque no determinantes para la repetir la victoria.
También, como en Venezuela, la batalla contra los medios de comunicación concentrados y la necesidad de encontrar otras vías de comunicación masiva siguen a la orden del día. Macri ganó por y con los medios que combaten todos los días a Cristina.
