Los economistas actuales no pueden explicar los desbarajustes del sistema, ya que las teorías marginalitas que estos estudian no toman en cuenta el carácter dual de la mercancía, y por ende, se asigna la causa de ciertos problemas a efectos exógenos (como políticos, meteorológicos, etc.). Es decir que las contradicciones que representan el impulso central del sistema de acumulación de capital son simplemente ignorados, restándole el factor científico. Esta corriente económica se ha expandido en el mundo a través de los libros académicos y la universidades, las cuales a la misma vez reciben cuantiosas cantidades de dinero por parte de bancos e instituciones financieras interesadas en la expansión del neoliberalismo.
Para entender el presente estado de las cosas es necesario ir al pasado para indagar los hechos que concadenaron a los resultados actuales. En el año 1999 la administración del presidente Clinton aprobó la ley de Modernización de Servicios Financieros, la cual legalizaba la fusión de bancos comerciales con los bancos de inversión, dando origen a la especulación con cuantiosas sumas de capital apalancado, basado en los ahorros de los contribuyentes. Esta ley desregulo la participación de entes financieros en actividades de los mercados de derivados con el fin de aumentar la liquidez, y según los tecnócratas, contribuir a la formación transparente de precios.
La situación de los mercados de capital europeos
Los extremadamente altos niveles de deuda en un ambiente de casi contracción de la economía aunado con la perdida de confianza en la periferia de la UE y en los EE.UU. amenaza no solo la continuación del proyecto Euro, sino también la actividad económica mundial, pudiendo convertirse en una contracción financiera global capaz de desencadenar en situaciones de restricciones crediticias y por ende a caídas abruptas del comercio. Esta coyuntura no puede ser llamada recesiva, ya que esta se refiere a desequilibrios ligeros de la actividad económica. En este caso estamos hablando de una contracción, que se refiere no solamente al desequilibrio, sino a la perdida de confianza, debido a los altos niveles de endeudamiento.
La punta del Iceberg la representaba Grecia hace unos meses, que se encuentra en un estado de incapacidad de pago de deuda que luce irreversible. Esto es deducible al observar que su deuda pública total se ubica en 150% del PIB y que su actividad económica presenta síntomas recesivos que impedirían la recaudación de fondos a través de mecanismos fiscales como lo son los impuestos. Según datos estadísticos de la OCDE, la economía griega se contraerá -3% en 2011, mientras que su deuda tiende a crecer, debido el aumento de los intereses sobre los bonos soberanos. En el año 2009, la economía griega sufrió un revés al caer las exportaciones de 29 millardos en 2008 a 18,6 millardos de dólares en 2009. Pese a los intentos de la UE Grecia no será capaz de aplicar medidas de restricción fiscal en medio de un ambiente económico recesivo, ya que afectaría la economía real y su capacidad de pagar las amortizaciones de los bonos soberanos. Por estas razones la probabilidad de que la deuda griega sea reestructurada es la solución más factible con el fin de evitar una insolvencia.
Para profundizar el estudio coyuntural de los mercados de capital en la Eurozona, es imprescindible indagar en las causas del alto endeudamiento desde un punto de vista de la economía política (la cual se basa en la esfera de la producción y sus relaciones). Las economías europeas adentradas en el ambiente contractivo financiaron sus importaciones desde la entrada del Euro a través de líneas de crédito obtenidas en los mercados de capital a una tasa de interés muy por debajo de la tasa real de interés que correspondería a los países con bajo nivel de competitividad en el contexto del libre mercado. Esto conllevó a niveles de endeudamiento de gran magnitud, los cuales permitieron expandir el consumo y la inversión agregada, permitiéndoles a los habitantes de los países europeos con baja actividad económica un alto nivel de vida. Esta política económica se basó en la expectativa de que el ciclo económico de expansión sería prolongado en el tiempo, con el fin de que las economías emergentes en la Eurozona lograrían desarrollar sus sectores económicos en los cuales tuviesen una ventaja comparativa. Sin embargo, los precios de los activos financieros cayeron como causa de la contracción crediticia del 2008, y con ellos la liquidez que financiaba a los países con una estructura económica débil.
Con la creación del Euro el Banco Central Europeo (BCE) tenía como objetivo la convergencia de la tasa de interés para permitir a los países menos competitivos de la UE acceder a créditos con una tasa de interés baja. Sin embargo, la convergencia de la tasa de interés se transformó en una divergencia fiscal que puso al descubierto las diferencias de productividad entre el seno y la periferia de la UE.
En estos momentos se esta llevando un proceso de apalancamiento en el cual, los inversionistas venden sus activos para financiar deudas pendientes, lo que lleva a una caída general de los precios. Una posible quiebra de España o Italia causaría inmediatamente un ambiente de pánico entre los participantes del mercado, los cuales no verían mas los bonos soberanos como activos sin riesgo. Este escenario fue revertido por el BCE este domingo con una movida que va en contra de los principios fundamentales del BCE, como lo es la compra de bonos soberanos. Esta acción lo que hace es imprimir mas billetes generando una inflación a mediano y largo plazo, la cual tiene como fin el proteger a los tenedores de bonos, generando alzas generales de los precios. Sin embargo, esta medida pudiese no calmar los mercados ya que genera la expectativa de desespero por parte de los tecnócratas de la UE. La desconfianza en políticas económicas ya se ha expandido y ha pasado a ser sistémica. El punto central es que los participantes en el mercado no creen en la efectividad de estas medidas, ya que no solucionan el tema del arranque de la actividad económica. Estos movimientos por parte del BCE son para ganar tiempo para que los la crisis de deuda no afecte a la actividad económica. No obstante estas medidas no bastan para generar expectativas positivas a mediano y largo plazo, lo cual conlleva a los inversionistas a cerrar posiciones.
La compra directa de los bonos soberanos por parte del BCE trata de manera casi raya con el desespero que los cursos de los bonos sigan siendo una constante y no una variable, dado que lo segundo encarecería los costos de endeudamiento en los mercados secundarios. Esto obligaría a los países con debilidades económicas a pagar mas intereses sobre sus bonos soberanos, incrementando el valor real de la deuda en medio de un ambiente económico recesivo y de austeridad.
Un escenario de probable colapso de la zona del Euro sería equivalente a una reedición del caso de la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008, cuando la contracción crediticia se expandió en el mundo, generando el cierre abrupto de posiciones en los mercados de futuros, así como la venta exacerbada de activos financieros, indicando una posible depresión económica.
La ansiedad en los mercados de capitales ha tocado un nuevo tope. De esta manera el día 11 de julio los mercados de capital fueron estremecidos con la noticia que Italia pudiese cesar la amortización de su deuda, debido a que su deuda total pública alcanza aproximadamente 120% de su PIB. Los bruscos movimientos de la prima (la cambia inversamente proporcional al precio) sobre los bonos soberanos de 10 años italianos se aprecian con el nivel de 5,7% (el máximo histórico desde la creación de la Eurozona). Por otro lado, la prima sobre el bono español de 10 años subió a un máximo histórico de 6%. Sin embargo, la situación financiera y económica de Italia no es comparable con la griega, siendo Italia más competitivo que Grecia. Esto demuestra que el contagio financiero puede afectar a países con mayor solidez económica, dado a que todos los países financian su gasto público a través del mercado de capitales que es vulnerable a inestabilidades financieras de otras corporaciones y países.
Otro fenómeno que confirma los altos niveles de ansiedad es el hecho de que el precio del oro esta alcanzando niveles record en los últimos días. El oro registró 1601,80 el 18 de julio para ubicarse en un nivel histórico. El incremento de los precios del oro indican los altos niveles de desconfianza sobre activos que en el pasado eran considerados como “seguros”, como son los bonos del tesoro de EE.UU. y bonos de deuda de la UE. La inestabilidad económica y financiera en EE.UU. debido a su problema de deuda y su desaceleración económica, así como la crisis estructural de deuda de la Eurozona han disparado la demanda por el oro. Cabe destacar que cuando inversionistas prefieren adquirir oro, están ejerciendo presión sobre los activos financieros como acciones o sobre los bonos de deuda soberanos. En el caso de los bonos soberanos, la fuga de capitales conlleva a un incremento de la prima, producto de la perdida de confianza sobre los títulos soberanos, lo cual deteriora la capacidad de pago de loa países endeudados.
Esto demuestra que el problema no es de un solo país ubicado en la periferia, sino que es estructural y que pudiese convertirse en sistémico, de no conseguirse una solución política. Las ventas frenéticas de bonos soberanos de los países con altos niveles de deuda están impactando a sus economías en forma directa al encarecer su endeudamiento. Además de aumentar la tasa de intereses de pago de deuda, las ventas generan contracciones en las cuentas de balanza de los bancos. La venta en masa de los bonos de deuda de los países con altos niveles de deuda demuestra que el riesgo de contagio se encuentra en niveles significativos. Esto pondría en peligro los niveles de liquidez que requieren países que dependen del acceso al mercado de capitales como España, Portugal, Italia, Bélgica e Irlanda.
Una problemática de estas etapas volátiles de corta duración se basa en que una venta excesiva de bonos y activos financieros puede llevar a una corrida bancaria que causaría una caída general de precios. Debido a los altos niveles de deuda de los países industrializados, un desplome de los marcadores financieros elevaría el nivel de deuda de los países involucrados, ya que cuando se produce una caída generalizada de precio sería equivalente a una apreciación de la moneda. Esto conllevaría a que los montos reales de deuda se elevarían en proporción a la caída de precios. En el año 2008 después de la gran contracción bancaria, tendencias deflacionarias fueron observadas. Sin embargo, estas tendencias fueron revestidas por un consenso de los gobiernos de los países industrializados para calmar los mercados financieros con la inyección de capital por parte de las instituciones financieras.
Una posible insolvencia de Grecia pudiese ser absorbida por la UE, a través del mecanismo creado para la contención de crisis, como lo es el fondo de rescate (esto sin tomar en cuenta el impacto de una insolvencia mediante el contagio financiero). Sin embargo, una insolvencia de un país de la dimensión económica de Italia, quien registra un PIB de 1740 millones de euros no sería salvable, dado a que el fondo de rescate de la UE consta tan solo de 440 millardos de euro de capital como base. Esto tendría como consecuencia la venta masiva de activos financieros.
Los contagios financieros globales son los indicadores de que una recesión, o en un peor caso, una depresión pudiese ocurrir. El contagio ocurre cuando una institución financiera o un país no está en capacidad de cumplir sus obligaciones financieras, lo cual impacta de forma negativa los balances financieros de los bancos que presentan exposición a estas deudas.
Una nueva crisis financiera con los actuales niveles de deuda generaría un proceso de recesión que difícilmente podrá ser solventado por inyección de liquidez, dado las grandes sumas que se han inyectado en los mercados financieros, con el fin de generar la liquidez necesaria para restablecer la confianza y reducir el riesgo sistémico.
Una posible insolvencia de un país miembro de la UE pudiese desencadenar otra crisis financiera con severas consecuencias para la economía real, las cuales pudiesen estar presentes de forma mucho más persistente que la gran recesión del año 2008.
En conclusión el contagio se irá expandiendo paulatinamente a otros países mientras los gobernantes de la UE no lleguen a un acuerdo factible que trate de regular las acciones de los mercados, ya que éstos representan una amenaza real a la soberanía de los países endeudados de la UE. Esta semana será decisiva para la economía mundial. Tal vez la decisión que hubiese calmado los mercados financieros, sobre todo, su voracidad por la ganancia absoluta, ya no pueda ser tomada, como lo es, la regulación de los mismos. El hecho de que los gobiernos de los países desarrollados y emergentes apostaron a una solución, que suponía la intervención del estado para salvar el sistema financiero ultraliberal va a tener costos sociales muy altos. Los estados desarrollados y emergentes le dieron luz verde a los bancos de inversión para que conllevaran a la recuperación económica a través de su mecanismo de asignación de recursos de forma eficiente. Lamentablemente las grandes instituciones financieras generan ganancias a corto plazo ficticias que no tocan la economía real. Las inmensas masas de dinero inyectadas al sistema desde el verano de 2008, no fueron dirigidas a la construcción de empleo (economía real), sino que fueron a los llamados “commodities” o recursos naturales en la búsqueda de beneficios. Las distorsiones de la economía tendrán un efecto de gran magnitud sobre la sociedad actual.
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