José Barroeta(*)
Venezuela está siendo objeto desde hace años de una guerra de cuarta generación promovida desde las empresas de comunicación privada sin precedentes en América Latina y posiblemente en el planeta tierra. Año tras año periodistas y opinadores viles, ruines, actores vivos del basurero se han colocado desde hace rato al margen de la Constitución y la ley. Las ofensas al Presidente de la República, familiares y colaboradores, el vilipendio a las Fuerzas Armadas, la incitación a la subversión, la rebelión civil o al golpe de estado, impone abrir las puertas a la acción legal, liberando a la patria de tanta impunidad. Ya no es válido invocar la tramposa “libertad de expresión” impuesta como chantaje por los “mass media” para justificar el delito informativo.

El secuestro de la verdad por las élites mediáticas al servicio de la oligarquía empresarial con el espaldarazo de oposición política se ha acentuado hasta el límite de lo permitido y desvela que el objetivo es salir de Chávez a cualquier precio. Para ejemplo un botón: la clase media de este país ha sido la víctima principal de ese aparato mediático criminal e inclemente, lo que se traduce en reacciones ajenas a la sanidad mental, ira, furia, odio, deseos de muerte, locura, venganza. Todo dirigido al comandante Chávez y a todo aquél que simpatice con él. La estrategia ha tenido efectos por ahora irreversibles y con escasa esperanza de cambio: Chavez asesino, Chávez terrorista, Chávez comunista, Chávez nos quitará los pasaportes y la patria potestad de los hijos, Chávez nos robará la vivienda, Chávez hampón, Chávez narcotraficante, Chávez sátrapa, Chávez demente, una locura. Ni un solo argumento para sustentar el desenfreno porque “lo dicen los medios”. Esta naturaleza estúpida, artificial, irracional y alienada por su odio es el producto de las campañas sistemáticas de los medios que no se pueden calificar sino como delincuentes.

Lamentablemente esas personas, por el insistente bombardeo de las mafias de la información, han sido incapaces de detectar el juego macabro de sus verdaderos enemigos. Explícita o implícitamente han sido instrumento eficaz en el saqueo de su racionalidad. El pánico inducido y la ceguera es de tal magnitud que muchos en la clase media sueñan de Venezuela en otra estrella de la bandera de EE.UU. Abiertamente sueñan con marines invadiendo el país. Toda reflexión y análisis, todo amor por lo nuestro ha quedado aplastado por el miedo y el terror que leen, ven o escuchan en los mass media. Resultará imposible que consigan un estado de reflexión armónica mientras esta situación continúe en unos medios que sobre la mentira, la calumnia, y la manipulación más grotesca convierten el logro en amenaza, la luz en sombra, la verdad en mentira, el bien en mal. Medios que montados en el tiempo real sobre cualquier acto bondadoso del gobierno bolivariano lo desfiguran y lo deforman hasta convertirlo en una amenaza. Ganados por una repugnancia visceral a todo lo popular y revolucionario, inducidos por los capos de los medios, anhelan hasta la muerte del comandante Chávez. La ley y la Constitución deben y tienen que castigar este crimen de lesa humanidad. Atención diputados de la revolución.

(*)Diseñador gráfico

jose4949@hotmail.com