Entonces, más allá de las imágenes, fueron las consignas contenidas en sus gritos las que me evidenciaron su insana euforia inspirada en la calamidad sufrida por un ser humano que mañana pudiera ser usted o incluso yo. De inmediato la escena me causó una sensación de profunda pena ajena frente el aberrante festejo de ese grupo de desadaptados sociales, así que pocas horas despues y para no perder la costumbre de manifestar mi jurada rebelión contra las bestialidades humanas, empecé a redactar una nueva nota de reflexión, en los términos siguientes::
Hemos señalado que el acto de insinuar la muerte violenta como mecanismo para apartar a los adversarios, infecta a la sociedad con un peligroso «animus necandi» (ánimo de exterminio) de todos contra todos que puede conducirnos a escenarios de barbarie como la guerra civil. Por tal razón, conviene tener cuidado cuando se pretenden imponer ideologías personales o grupales que contienen desprecio o violación de los derechos humanos, ya que ello constituye una conducta fascista que fomenta la generalización de la violencia en la sociedad.
En el presente, las tecnologías modernas le posibilitan al fascismo difundir sus mensajes de odio y discriminación a nivel internacional. Esto explica que recientemente, muchos hayan usado redes sociales como Facebook y Twitter para divulgar su retorcida satisfacción por la enfermedad del presidente venezolano, demostrando así la típica irracionalidad fascista que los hace capaces de festejar (e inclusive propiciar) contra sus adversarios, la muerte, la lesión o cualquier desgracia con la absurda justificación de una lucha política que llega a involucrar raza, religión, género y estrato social.
De modo preocupante, la sofocante propaganda de medios de comunicación privados induce a una ruidosa minoría de Venezuela a creerse bajo la amenaza de un diabólico enemigo que tarde o temprano les causará daños horrendos y por ello es legítimo prepararse para la defensa e incluso atacar primero.
Ahora bien, ante la irresponsable campaña que intenta propagar esa delictiva demencia, advertimos la necesidad de que aparezca una oposición ética, sensata y responsable que asuma las sagradas reglas de la democracia, por ejemplo que los gobiernos cambian sólo a través de los votos. En este contexto, emplazamos a que se condenen públicamente las expresiones que revelan el deseo de que una enfermedad mortal liquide al líder revolucionario.
Constitucionalista y penalista. Profesor universitario.
http://jesusmanuelsilva.blogspot.com
jesussilva2001@cantv.net