Murdoch: La pobredumbre mediática

El Planeta en los últimos tiempos ha venido trajinando una sucesión continuada de hechos (de “escándalos”), como la bancarrota del sistema bancario norteamericano con su irrupción en el 2009, la debacle de las economías griega, portuguesa, irlandesa, española y otros países de la llamada zona del euro, en lo que va de 2011, y las recientes “escuchas” ilegales llevada a cabo por diarios de “información” propiedad del magnate Rudolp  Murdoch, como el News of the world de Inglaterra, que develan, en cierta medida,  la podredumbre moral  del sistema capitalista y la falsedad  argumentativa de que instituciones como la banca y los medios de información sirven para propulsar beneficios a sus pobladores y, además, son imparciales cuando transmiten sus informaciones. 

Es que la moral capitalista no conoce límites para transgredir la dignidad humana y de tomar los caminos más sórdidos cuando persigue sacar el mayor provecho material, el mayor  beneficio económico, de cuanto tiene que realizar. Ese halo mercantilista lo conduce a pervertir la razón humana, a deshumanizar a los hombres y a las mujeres convirtiéndolos en simples objetos[1]. Esa es la materialización que el magnate Murdoch le dió al caso de la niña inglesa secuestrada y asesinada, cuando en connivencia con los organismos policiales de ese país intervino los teléfonos de sus familiares. Para él y quienes lo acompañan en su emporio económico, los sentimientos y los sufrimientos en que pudieran encontrarse   las personas directamente afectadas en el caso señalado no fueron de su interés. Solamente se propusieron sacar el mayor provecho económico con el sensacionalismo de este caso.

Pudiéramos señalar que esta dinámica le es común a la mayoría de las personas que controlan y poseen “medios de difusión”,  y actúan desde la óptica del capital. Los hechos recientes suscitados tanto en el ámbito de nuestra América como en los otros continentes del planeta graficarían las manifestaciones oprobiosas de estos traficantes de los “medios de difusión”. Quién no conoce el papel jugado por “El Mercurio” de Chile en la preparación del golpe de Estado que condujo al asesinato de Salvador Allende y al establecimiento de la dictadura más sanguinaria del continente americano, encabezada por Augusto Pinochet; quién desconoce las satrapatías de los dueños de “EL Clarín” de Argentina, en las dictaduras que asolaron ese país y en el caso de los bebes y niños desaparecid@s; quién no recuerda las actuaciones de “El Nacional”, “Universal”, “2001”, de toda la prensa escrita venezolana, de todos los canales de televisión comercial, en la preparación y actuación del “Golpe de Estado” de 2002 y en el “Paro petrolero de 2002-2003”. Asimismo, quién no recuerda lo que hizo el dueño de Fox News, Twentieth Century Fox, The Wall Street Journal, The Sun, The New York Magazine, The New York Post, The Times, The Sunday Time, The Economist, durante las invasiones de Irak.

Entonces, el mito que desde los “medios de difusión” se actúa con imparcialidad es una falacia, es una falsedad establecida por los burgueses, por los capitalistas, para tratar de esconder la esencia, la naturaleza, de su práctica de manipulación y engaños que han desarrollado desde tiempos ancestrales contra las grandes mayorías, en el establecimiento de conceptos generales y verdades generales, y que luego difunden como invariables[2]. Y es que la propia realidad de los hechos se encarga de desentrañarlas como farsas; no es una situación de discusiones generales sobre este tema lo que tiene que realizarse para demostrar sus inconsistencias, sino mas bien trasladarnos a sus aconteceres diarios, a su práctica. “Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad”[3]. Para que se vea lo engañoso del papel de estos traficantes dl dolor ajeno.

Así pues, en este entramado teatral puesto en escena por quienes están junto a Murdoch en el mismo oficio, queriendo presentarnos una situación en que se están combatiendo irregularidades, delitos contra la dignidad humana, como un acto de “justicia”, nos devela toda la podredumbre de la sociedad capitalista; las implicaciones que tienen las instituciones (policía, gobierno, sistema de justicia, entre otros) del Estado inglés en este caso no se pueden dejar de lado.

De ahí que pudiéramos decir que la lucha contra el capitalismo debe desarrollarse sin descanso a fin de edificar un sistema que pueda ofrecer bienes materiales y sociales para vivir la “vida buena” que disfruta una minoría privilegiada y al mismo tiempo contar con condiciones humanas dignas en lo que respeta a la alimentación, vivienda, salud, seguridad o protección social[4].