| Traducido del ruso por Josafat S. Comín |
El Jefe del estado señaló que ahora no hay una amenaza militar para nuestro país: “Pero la historia, incluida la contemporánea, nos enseña que la pólvora hay que guardarla siempre en lugar seco. El trabajo pacífico y creativo debe estar firmemente y absolutamente garantizado”, -dijo Alexánder Lukashenko.
El presidente afirmó que los bielorrusos tienen mucho que defender: su tierra natal, una gloriosa historia, la unidad de la nación, la justicia social y los valores espirituales del pueblo. “Nosotros no suponemos una amenaza para nadie, no pensamos atacar a nadie, ni ahora ni en el futuro”, -declaró el jefe del estado.
Alexánder Lukashenko subrayó que Bielorrusia no desarrolla ni utiliza armas de destrucción masiva, no financia el terrorismo ni el crimen internacional, no entrena a combatientes para la organización de revoluciones en países vecinos, ni comercia con mujeres o niños.
La memoria de los millones de víctimas de la guerra mundial debe obligar a la humanidad a renunciar al uso de la fuerza y encontrar métodos positivos y pacíficos para la resolución de conflictos. Sin embargo la aspiración de determinados círculos a utilizar en la política los métodos de fuerza, la presión y las sanciones económicas para el avance de sus intereses, sigue siendo un foco real de tensión, manifestó el jefe del estado.
Estamos asistiendo a una escalada de la intervención informativa, dijo el presidente. De forma absolutamente desvergonzada se endurece la manipulación de la opinión pública. La difamación indiscriminada, incluida la anónima con ayuda de los medios, se convierte en moneda corriente. El objetivo de todo esto es el dictado, la imposición de su voluntad política, la unificación del mundo, la coacción a los pueblos para su adaptación al nuevo orden mundial”, -constató Alexánder Lukashenko.
“Los escenarios de las “revoluciones de colores” en Bielorrusia están condenados al fracaso. A Bielorrusia se le pretende imponer por la fuerza el guión de esas vergonzosas revoluciones de colores, escrito siguiendo el mismo modelo, en las capitales de determinados países. “Entendemos perfectamente que el objetivo de esos ataques es sembrar la alarma y la inseguridad, destruir la concordia social. Su objetivo final es ponernos de rodillas y reducir a la nada todas las conquistas de la Independencia”. ¡No lo conseguirán!, -recalcó el presidente.
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