Medios de la alianza atlántica reconocieron la operación y dijeron que fue concebido «para evitar que (el líder libio Muammar) Gadafi siga aterrorizando a su pueblo».
De su lado, los medios oficiales libios no aludieron a víctimas del ataque.
La operación aérea sigue a la confusión prevaleciente en las filas del autodenominado Consejo Nacional de Transición (CNT) tras el asesinato en circunstancias desconocidas del general Abdel Fatah Yunis a manos de hombres que lo secuestraron de su puesto de mando.
El cadáver de Yunis, que desertó del ejército nacional para unirse a los insurgentes, apareció con señales de tortura y acribillado a balazos disparados a quemarropa, según los forenses.
Versiones según las cuales la muerte del general es consecuencia de fracturas en la dirección del CNT o que era un agente de Gadafi circulan con profusión, pero carecen de confirmación responsable.
Lo más cercano a una explicación oficial la proporcionó el jefe del CNT, Mustafá Abdeljalil, quien aseguró que el general fue asesinado camino de Bengasi a donde fue llamado para analizar la situación militar, sin más detalles.
La guerra civil en Libia se caracteriza por el estancamiento debido a que los insurgentes han sido incapaces de anotarse éxitos de sustancia en el campo de batalla y los constantes bombardeos de la OTAN no han conseguido derribar la resistencia de las autoridades.
Semanas atrás el líder libio llamó a la población a armarse para enfrentar una posible intervención terrestre de la alianza atlántica, mientras, en el frente diplomático, existen gestiones para una salida negociada de la crisis.
En ese contexto, la principal demanda de las potencias occidentales, la renuncia por Gadafi a su condición de líder libio, aunque sin cargo oficial, es la manzana de la discordia, pues las autoridades en Trípoli la rechazan a priori y sus rivales la ponen como condición a ultranza.