Langdon Winner es un teórico interesado por los temas sociales y políticos que surgen del cambio tecnológico actual. Publicó “Tecnología Autónoma“, un estudio sobre la idea de la “tecnología fuera de control” en el pensamiento social moderno; “La Ballena y el Reactor: una búsqueda de límites en una era de alta tecnología“, y editó “Democracia en la Sociedad Tecnológica“. Fue elogiado por el Wall Street Journal como “el principal académico en el campo de las políticas tecnológicas“. El profesor Winner nació y creció en San Luis Obispo, California (EEUU), y recibió sus B.A., M.A. y Ph.D. en Ciencias Políticas de la Universidad de California en Berkeley. Es profesor de Ciencias Políticas en el Departamento de Estudios Científicos y Tecnológicos del Instituto Politécnico Rensselaer, en Troy, Nueva York, donde ejerce como co-director del Centro para el Diseño Cultural, y ocupa la cátedra Thomas Phelan como profesor de Humanidades y Ciencias Sociales.
A fines de diciembre el profesor Winner fue entrevistado en forma exclusiva para Síntesis Educativa
Síntesis Educativa: Profesor Winnner, ¿cuál es su evaluación del modelo “una computadora por alumno” en términos pedagógicos, y de las propuestas de Nicholas Negroponte contenidas en su programa OLPC (del idioma inglés One Laptop Per Child o en español Un portátil por niño) ?
Langdon Winner:En tanto el modelo educativo contenido en “una computadora por alumno” y otros programas similares puede parecer nuevo e “innovador”, se trata tan sólo de la muestra más reciente de una muy antigua obsesión, un acercamiento que ya ha fracasado repetidamente. En su libro “Maestros y Máquinas”, Larry Cuban, profesor de Educación en la Universidad de Stanford, explica el patrón que viene aplicándose hace décadas. Primero aparecen los comerciantes con un nuevo producto para vender: películas, grabaciones, televisión, computadoras, etcétera. Le llevan sus productos a los burócratas educativos y los convencen de que se aproxima una “revolución tecnológica” y que es su deber ser parte de ella. Luego, los administradores escolares compran las máquinas, a menudo con enorme sacrificio, y las imponen a las escuelas de sus jurisdicciones. En la mayoría de los casos, los maestros, los alumnos y las personas en las escuelas y en las comunidades son instruídas sobre los cambios que se avecinan. OLPC reproduce fielmente este terrible patrón, donde la tecnología educativa es promovida no porque haya una clara idea sobre su valor para la enseñanza o el aprendizaje, sino por la promesa de un mercado lucrativo. Muchos maestros son absorbidos porque quieren aparentar “estar al día”.
SE: ¿Cuáles son las implicancias políticas de la estrategia que los representantes de OLPC llaman “saturación digital”, esto es, llenar las escuelas con computadoras?
LW: La saturación digital es una estrategia que debilita a la gente y le impide tomar decisiones críticas y bien meditadas sobre la educación. Una forma sensata sería preguntar ¿qué necesitan los niños? ¿Qué herramientas y recursos contribuirían mejor a su capacidad de aprendizaje? Desde ese punto de vista, las computadoras son apenas una variedad de herramienta que podría ser incluída en un conjunto más amplio de métodos y materiales apropiados. Uno debe preguntar: ¿cuáles son nuestras prioridades y propósitos más básicos? ¿Cómo los servimos mejor? Por ejemplo, conozco maestros que han enseñado en países africanos, y a menudo reportan que las escuelas están mal equipadas en el nivel más elemental, y que en algunos lugares los alumnos carecen de pupitres y de asientos.
Los anuncios sobre un drástico programa de saturación digital deberían encender todas las luces de alerta en cualquier sistema educativo. ¿No sería más sensato iniciar algunas experiencias piloto a escala pequeña para ver cómo funcionan? Los promotores de OLPC, tal como todos los comerciantes, quieren vender tanto como puedan, lo más rápido que puedan, antes de huir del pueblo con la bolsa llena de dinero. Conviene señalar que los hermanos Negroponte, John y Nicholas, parecen preferir siempre las soluciones que implican el bombardeo de saturación en un medio o en otro.
SE: No hay muchas evaluaciones sobre los programas “uno a uno”, pero algunos reportes preliminares llegados desde Uruguay indican que luego de dos años de implementación intensiva, un cuarto de las computadoras del Plan Ceibal no están siendo usadas por abandono o rotura, que los niños las usan principalmente para entretenimiento, y que en clase apenas si sirven para navegar por Internet y para tomar notas. ¿Cuáles son sus reflexiones sobre estos hechos?
LW: Nada de esto me sorprende. En mi país, los armarios de cualquier escuela albergan los costosos e inútiles rezagos de anteriores “revoluciones tecnológicas”. Sin embargo, la crisis educativa persiste, y de hecho ha empeorado desde que la computadora apareció en la escena. Muchos estudios indican que el efecto neto de estos experimentos tecnológicos es virtualmente cero; algunos casos positivos, otros negativos, y un cierto número son neutros. Pero la creencia de que algún artefacto tecnológico producirá mágicos y poderosos efectos en la educación resurge cada década, a pesar de la abrumadora evidencia en contrario.
SE: ¿Advierte ud. peligros para los niños y jóvenes, o algún daño para la educación en general, que pueda ser consecuencia de esas acciones?
LW: Uno de los principales problemas es que las computadoras son, simplemente, una enorme fuente de distracción. Su pregunta anterior mencionaba cómo los niños buscan entretenimiento y diversión en la red. Actividades como esas pueden fácilmente convertirse en sustitutos del esfuerzo que implica aprender y pensar. Las computadoras portátiles son una puerta hacia el tentador mundo de las películas, los deportes, la moda, la conversación social y el consumismo. Estas preocupaciones pueden reemplazar sin esfuerzo a la lectura, las matemáticas, la ciencia, la historia y muchos otros desafíos para la mente juvenil. En mis propias clases he descubierto que cuando las pantallas de las portátiles están encendidas, los estudiantes leen el correo, envían mensajes de texto y revisan sitios web que nada tienen que ver con las cuestiones que estamos debatiendo. Como yo quiero verles los ojos, escuchar sus palabras y comprometer sus mentes, adopté una política de “laptops apagadas”.
Otro asunto importante tiene que ver con el papel de los maestros. Uno de los argumentos que usan los promotores de OLPC es que los niños que usan computadoras pueden aprender cualquier cosa por sí mismos. Entonces, ¿para qué sirven los maestros? Uno de los objetivos ocultos detrás de la saturación de las escuelas con máquinas OLPC es devaluar el trabajo y la inteligencia de los docentes, y reducir la cantidad de dinero destinada a sus salarios y entrenamiento. Los políticos y los burócratas pueden argumentar que “como hemos gastado millones en computadores, no queda mucho para los maestros”. Desde una perspectiva histórica, este es un patrón conocido. La tecnificación es una estrategia que las corporaciones y los gobiernos utilizan para reducir su compromiso con los seres humanos.
SE: ¿Qué ve ud. detrás del carácter regional de estas inciativas, teniendo en cuenta que, aunque no parecen estar coordinadas, se dan en forma simultánea en América Latina?
LW: Este patrón fue denunciado hace décadas en un libro de Eduardo Galeano: “Las venas abiertas de América Latina”. La computación educativa que sale de los laboratorios y corporaciones de los EEUU es, a mi modo de ver, una manifestación del mismo imperialismo y sometimiento que describe Galeano. En estos tiempos, cuando mucha gente en América Latina ha comenzado a rebelarse contra el neoliberalismo, recuperando el control de sus destinos políticos y económicos, deberían ver también cómo la pérdida de autonomía puede llegarles bajo la forma de una pequeña computadora verde. (Tomado de Síntesis Educativa)