José Antonio Días
kaosenlared
Gana fuerza la idea de que la “tragedia griega” de no tener dinero para pagar su deuda, aún con la inyección de préstamos externos, sería la tragedia de la Unión Europia y podería llevar a su implosión.
Ya es comprensible para muchos: el paquete de “ayuda” de € 78 mil millones del FMI/Unión Europea no va a ayudar en nada al pueblo portugués ni salvará la economía portuguesa de la recesión. Basta mirar hacia Grecia, enterrada en una crisis social sin precedentes luego del paquete similar de mayo del 2010, o ver a Irlanda, forzada a aceptar un préstamo en noviembre pasado para salvar a la banca privada de los resultados de sus propias iniciativas especulativas, y donde la crisis no presenta final a la vista. El rescate del FMI no está ahí para relanzar la economía de nuestro país, sobre bases productivas (única manera de hacerlo salir de la recesión), sino para salvar a los mercados financieros, o sea, los intereses de los acreedores.
Gana así fuerza la idea entre los comentaristas de nuestra situación de que el colapso de Grecia rápidamente contagiaría a los dos países también intervenidos por el FMI/UE (Irlanda y Portugal), lo que sería un golpe profundo al “proyecto europeo”. La tragedia griega de no tener dinero para pagar su deuda, incluso con la inyección del préstamo externo, sería la tragedia de la Unión Europea (UE) y podría llevar a su implosión. Y el primer paso de esta implosión sería la salida de Grecia del euro -pudiendo seguirse la misma solución para Irlanda y Portugal.
¿Qué será del euro?
Creado a finales del siglo pasado, con el objetivo de competir con el dólar en los mercados cambiarios, el euro fue uma tentativa de unificar los intereses distintos y, a veces, contraditorios de las varias burguesías europeas ante el imperialismo norteamericano, bajo la dirección de Alemania y Francia. La adopción de esta moneda única significó la pérdida de soberanía nacional en la emisión de moneda –fue el Banco Central Europeo (BCE) el que pasó a detentar esa prerrogativa- y la imposición de criterios comúnes para los déficits presupuestarios (exigiéndose que no traspasen el 3% del PBI en cada país) y para las deudas públicas (que no pueden ser superiores al 60% del PBI).
Actualmente, son 16 los países que integran el euro, mientras que otros 11 pertencen a la UE, pero mantienen sus monedas nacionales. Lo que prueba que hay vida más allá del euro, al contrario de lo que muchos comentaristas del sistema pretenden hacer creer.
¿Qué significaría para la clase trabajadora salir del euro?
Salir del euro implica regresar a las monedas nacionales, lo que permitiría a los gobiernos usar el mecanismo de desvalorización cambiaria para conseguir exportaciones más baratas. Eso podría llevar a una economía anémica como la nuestra, a una ventaja competitiva inmediata en los mercados internacionales, de ahí que pueda haber algún interes de la burguesía en esta salida para la crisis.
Pero, los países que optasen por salir de la moneda única, tendrian también dificuldades en acceder al financiamiento externo (mucho más caro porque los préstamos continuarían a hacerse en euros), y los acreedores verían sus deudas en riesgo de no ser pagadas. Las importaciones serían más caras, los salarios perderían poder de compra, etc.
Pero, lo cierto es que los trabajadores están ya perdiendo poder de compra con los sucesivos recortes salariales y los aumentos de impuestos… ¡y estamos en el euro! En cuanto a los acreedores, ¿qué son ellos sino capitalistas financieros que especulan con las deudas soberanas de los países? Por otra parte, desde la adopción del euro, es visible una mayor extracción de plusvalia producida por los trabajadores y una cada vez mayor concentración de esa riqueza en la banca. El capital financieiro ya ganó mucho, perdería com la salida del euro… ¿Y después?
Riesgo de implosión de la UE
El pánico de la burguesía europea de cualquiera de los países más endeudados que decidiera salir del euro, tiene razones políticas: es probable que la propia UE implosione, ya que el nivel de desacuerdo acerca del euro difícilmente permitiría a los países continuar juntos en el proyecto europeo. ¿Y de ahí qué? ¿No es la UE una unión de las burguesias europeas contra los trabajadores europeos? ¿No ha sido una máquina de guerra contra los derechos sociales y laborales de quien trabaja o trabajó? En realidad, la desagregación del euro y de la UE podría hasta dar más fuerza a la lucha de los trabajadores contra el capital, que ahora estaría más débil y, como tal, fragmentado.
¿Cuál es la política de la izquierda para el euro y la deuda?
Por eso no entendemos que un partido como el Bloque de Izquierda se asuste tanto con la idea de la salida del euro y de la UE (ver textos de la última Convención). Así como no entendemos qué quiere el BE y el PCP con la defensa de la renegociación de la deuda externa, o sea, la concertación entre gobiernos e instituiciones del capital para pagos más “suaves” de la deuda, com intereses más “beneficiosos”, etc.
Se trata de una ilusión, porque significaría continuar dejando a la economía en las manos del capital financiero y permitir que este continúe dictando las reglas. Sería como cuando algunos de nosotros renegociamos las deudas de nuestras casas: las condiciones son menos draconianas, pero los altos intereses continúan ahí, las ganancias de la banca continúan ahí. Nuestras casas ya se pagaron hace años, pero la banca no abdica de sofocar a las familias con décadas de prestaciones, aunque sean un poco más suaves.
De lo que el pueblo portugués (y el griego, y el irlandés) necesita es dejar de pagar la deuda que lo sofoca, y tomar medidas anticapitalistas para una verdadera recuperación económica, comenzando por el relanzamiento de la producción industrial, agrícola y pesquera, bajo control de los trabajadores. Esto podría hacerse, desde luego, con los €16.008 millones que están en off-shores y que en el 2010 representaban el 10% del PBI (y cuyo cobro de impuestos por el Estado haría que el déficit pasara de inmediato al 1,9%!). Tales medidas, ciertamente, implicarían romper con los privilegios del capital financiero y del euro.
Traducción Laura Sánchez