Carlos Borgna
Sobre las elecciones en la Provincia de Santa Fe pueden hacerse lecturas cuantitativas y cualitativas. Los números “fríos” que arrojó el comicio del domingo pasado certifican que el socialismo gobernará la provincia por cuatro años más, que una persona de profesión cómico, con un mensaje sencillo donde afirmaba su voluntad de ser gobernador para que la gente viva feliz, sin ninguna propuesta de fondo, casi gana y que el candidato que representaba al kirchnerismo hizo una mala performance.
También es necesario resaltar que para el rubro a gobernador el PRO ganó en 11 de los 19 departamentos, que si no hubiese sido por los votos de Rosario, hoy tendríamos otro triunfador para el sillón de la Casa Gris, que en Diputados Provinciales se impuso el peronismo, que el PRO “metió” concejales (ya tenía uno en Rosario) en las tres ciudades mas grandes: Rosario, Santa Fe y Rafaela.
Hay que recordar, para comenzar el análisis cualitativo, que la provincia tiene casi 1000 km de extensión, el puerto de granos, como así también, la cuenca lechera más importante de Argentina; un gran desarrollo industrial en lo que constituye el gran Rosario (sur), Rafaela (centro) y Reconquista (norte): cereales, industria, carne, lácteos.
También hay que convenir que luego de gobernar el peronismo desde 1983, triunfó Hermes Binner en el año 2007, pero que ahora su candidato –Antonio Bonfatti – obtuvo casi 10 puntos menos; es decir, sigue existiendo una cantidad enorme de santafesinos que no se ven representados en esta nueva gestión.
Y que tan cierto como esto, es que la etapa de abundancia que sobrevino en el año 2003, estuvo caracterizada por un aumento fenomenal del consumo, de la compra de camionetas, autos, motos, del “boom” inmobiliario, pero no tuvo un correlato en ninguna forma organizativa que diera sustentabilidad, debate masivo, movilización en apoyo a las políticas que favorecían o generaban esa nueva realidad; es más cuando se intentó modificar el porcentaje de las retenciones, una parte importante de la sociedad santafesina salió a cortar rutas o justificar dichos procedimientos, a insultar a la Presidenta , a quejarse de “la política y los políticos”. Los cortes de ruta mas agresivos – con las excepciones que siempre existen- ocurrieron en la provincia de Santa Fe (San Genaro y Arrufó sobre la Ruta 34, entre otros).
Luego de la votación de la 125, con el correr de los meses, una parte de esa misma sociedad, que siguió teniendo ganancias extraordinarias o participando de importantes niveles de compra, empezó a recomponer su relación con Cristina pues con la mera observación de la oposición, visualizó que sólo la actual gestión le garantiza ese nivel de vida.
Para ese cometido, no lo necesitan a Agustín Rossi; es por ello que, en lo que respecta a los candidatos a senadores, fueron ratificados todos los que apoyaron la protesta de las patronales del campo, o lo sustituyeron por otro de la misma ecuación ideológica.
Y para los diputados provinciales, fortalecieron a la lista del PJ, que más allá de algunas individualidades valiosas, sintetiza al obeidismo y al reutemanismo más explícito, a lo que hay que sumarle los legisladores que aportará el PRO, la mayoría de ellos referenciados históricamente en el peronismo de derecha.
Es una sociedad –mayoritariamente – individualista, que desea un gobierno lejos de sus bolsillos, donde la política no regule sus expectativas económicas, que ha generado instituciones y puesto en los tres poderes del Estado, personas que representan esos intereses y sectores.
Tan clara como esta realidad, es que el socialismo no insinuó, en cuatro años, un solo proyecto de ley (con decisión política explícita; por ejemplo convocando a las instituciones intermedias a un debate o incorporándolo a la agenda pública) que sugiriera modificar la estructura de distribución de la riqueza o que gravara rentas extraordinarias. Y ante el menor esbozo, la mayoría de senadores y diputados del PJ se encargaron de anunciar que se opondrían.
Frente a todo ese cuadro de situación, Agustín Rossi tenía dos opciones: generaba un espacio con identidad propia, sustentado –pero no cerrado- en el kirchnerismo, abriendo su construcción política a los referentes, agrupaciones, sectores juveniles, sindicatos y movimientos que lo expresan; o acordaba con la estructura partidaria.
Esta oportunidad llegó con la realización del Congreso del PJ, donde primero dijo que sino se apoyaba explícitamente a Cristina no concurriría, y después terminó aceptando presentarse a internas.
Allí se empezó a recorrer el camino que iba a terminar –de la forma en que lo hizo- el 24 de Julio pasado. Además, en reiteradas oportunidades buscó el apoyo de Carlos Reutemann, en un total contrasentido entre el discurso y la historia. Un grueso error de campaña que no es fruto de una decisión apresurada o caprichosa; sino que explicita una determinada visión de la realidad.
La valorización de los acuerdos por sobre la militancia, el ninguneo de muchos que, como él, “bancaron” la situación en el 2008, las candidaturas de personas que no tenían, ni tienen nada que ver con el modelo nacional, terminan por redondear un cuadro de situación que expresa causas precisas y cuyas consecuencias recién ahora se empezarán a vislumbrar.
Una cuestión es el fundamento teórico, el manejo en el Parlamento Nacional, o el poner el cuerpo en una situación crítica; y otra muy distinta, es construir política, articular espacios organizativos, lograr consensos más allá de los amigos. No se quiso entender nunca que el resto del peronismo jugaba a la derrota de todo lo que significara “rossismo” e iba, de igual forma, a luchar para preservar sus espacios legislativos.
Frente a los que creen que al candidato del kirchnerismo “lo dejaron sólo desde Buenos Aires”, o no tuvo los recursos adecuados; debe señalarse que la base del problema está en la Santa Fe profunda, en como se aborda su complejidad y las características de su sociedad.
De igual forma, estas elecciones interrogan al conjunto del campo nacional y popular sobre las formas de hacer política; la metodología de construcción de ámbitos organizativos, la articulación de estrategias de conjunto. Han privado –en reiteradas oportunidades – los personalismos, y la disputa de aparatos o cargos, al contacto con la comunidad, y a las tareas de formación de ciudadanía y militantes que facilitaran la participación social.
La autocrítica –por acción u omisión- tiene que recorrer todo ese entretejido político y no focalizar, sólo, el análisis en las virtudes y defectos de los candidatos; en donde tampoco puede dejarse de lado la revisión de criterios a la hora de “armar” las listas de postulantes provinciales o nacionales.
Lecciones, todas éstas, que deben aprenderse para no repetir estos resultados en otras provincias argentinas.
