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Un terrible incidente con armas de fuego estremeció a los vecinos de la localidad de Hillcrest Heights en el Estado de Maryland: un niño de cinco años disparó a su amigo de cuatro años y medio mientras estaban jugando en el patio.
El autor del tiroteo se escondió asustado en su casa, mientras que una vecina salió a la calle al escuchar el disparo y encontró a un niño que estaba sangrando. Lo llevó a su apartamento y trató de ayudarlo hasta que llegaron los médicos.
Actualmente el chico herido, que recibió un balazo en el pecho supuestamente de una pistola del calibre de 22 milímetros, está fuera de peligro en uno de los hospitales de la ciudad.
La policía está tratando de descubrir de dónde sacó la pistola el menor. Según un tío del pequeño agresor, el niño la había encontrado en la calle. Los agentes están revisando esta versión.
En el momento en el que se produjo el accidente la madre del tirador estaba en el trabajo y el menor tenía que estar bajo el cuidado de su hermana de 18 años.
Las tragedias vinculadas con la accesibilidad a las armas de fuego en EE. UU. suceden regularmente. Basta con recordar el tiroteo ocurrido en enero de 2011 en Tuscon, Arizona, o el de Virginia Tech en 2007.
El ataque en Arizona dejó 6 muertos y 13 heridos, entre ellos la congresista Gabrielle Giffords. El autor del tiroteo fue declarado mentalmente incompetente y debe someterse a tratamiento psiquiátrico.
En la matanza que tuvo lugar en la Universidad Tecnológica de Virginia en abril de 2007, un estudiante llamado Cho Seun-Hui, de 23 años, disparó mortalmente a 32 personas e hirió a otras 29, para luego suicidarse.