Héctor Salvi
Atreverse a emitir criterios en torno a este tema, no es cosa fácil. Principalmente, porque la aplicación del precepto de la propiedad intelectual por “tramposo” que sea –como todo pareciera indicarlo, a la luz de lecturas como las expuestas en el Dossier Copia Sur-, es un concepto eminentemente jurídico, que está “montado” sobre todo un andamiaje de esta misma naturaleza que tiene como principal fundamento, nada más y nada menos, que la Declaración Universal de Los Derechos Humanos, lo cual implica, para su deconstrucción, ciertos conocimientos y destrezas en el manejo de la lógica jurídica que por supuesto, nosotros no tenemos. Ello atenta, pues, contra la calidad de cualquier reflexión que intentemos emprender, esto es, nos coloca a riesgo de decir o concluir algún disparate.
Empero, nos aventuraremos aquí a tan osada tarea, limitándonos –eso sí-, a expresar nuestra opinión, más, basándonos en nuestra propia experiencia de vida, que en el ámbito meramente jurídico, que como ya insinuamos, resulta un “territorio” extraño para nosotros.
Empecemos por lo más general. No parecen haber muchas dudas, en cuanto a lo cruel, desde el punto de vista sociológico, que resulta la aplicación del principio de propiedad intelectual. En primer lugar, porque tal aplicación se da en el marco de un sistema como lo es el hegemónico y globalizante capitalismo actual, que es dañino, destructivo y parasitario por naturaleza. Tales características de este sistema económico en el que buena parte de la humanidad se ve envuelta –quiéralo o no-, se sustenta, a su vez, en antivalores como la discriminación y la exclusión, sea racial, cultural, económica, entre otros.
Desde el punto de vista de la participación en eso que se ha venido llamando “la sociedad del conocimiento, por ejemplo, el panorama se torna realmente dramático, para ciertos grupos que en otros sitios hemos llamado vulnerables, como lo somos las personas más pobres del planeta, que el Dossier llama el sur globalizado, (piénsese en la mayoría de los países africanos, algunos europeos, y pueblos caribeños como el haitiano, sujetos a todo tipo de calamidades).
Pero, aquí también estamos incluidos las personas con discapacidades, hasta hace relativamente poco, llamados también con nombres tales como “minusválidos”, “impedidos”, “incapacitados”…lo que denota el valor que para el sistema hegemónico capitalista, tenemos todos y todas quienes integramos estos grupos de gente. En efecto, si el coloniaje cultural, ha bloqueado como lo ha hecho, el acceso al conocimiento hacia los sectores populares físicamente sanos, piénsese en la posición tan incómoda en la que quedamos las personas que adolecemos de alguna discapacidad física e intelectual.
Nos vemos reducidos, prácticamente, a “material de deshecho”, destinados a permanecer al margen del desarrollo social, porque, según la lógica capitalista, poco producimos y aportamos al sistema. En efecto, el capitalismo supone el entramado de un conjunto de piezas (las personas) cuyo norte es la producción, y quien no sirva a tales fines, o se deshecha, o simplemente no se toma en cuenta, ¡así de sencillo! Hecho este preámbulo, vayamos ahora a nuestro caso particular.
Se trata de las personas con discapacidad visual, quienes, como nosotros, hemos luchado por hacer vida en el mundo académico, pues, vocacionalmente, sentimos muy fuerte inclinación por la investigación y la docencia.
Éste nos resultó un sueño frustrado, pues, a pesar de habernos graduado en esta nuestra amada Universidad, con las mejores calificaciones, y en el número uno de nuestra promoción, nunca pudimos ver coronada la ilusión de poder dar clases, a sabiendas de lo poco gratificante que es esa profesión en algunos aspectos.
El hecho es que hoy en día, para cualquier estudiante, pero de manera especial, para nosotros los estudiantes con ceguera parcial o total, las herramientas tecnológicas asociadas a la comunicación y la información, son de una importancia fundamental. Éstas constituyen en teoría el medio más práctico para acceder al conocimiento, dado que la mayor parte de la información pasa por la red, y por la velocidad tan vertiginosa con la que ésta envejece hoy en día.
Pero además, la tecnología aplicada a la informática, guarda entre sus propiedades, poder descargar libros, artículos y distintos documentos que, mediante aplicaciones diseñadas para tal fin, como los sintetizadores de voz o lectores de pantalla como también se les conoce, permite a los invidentes “leer” documentos que tiempo atrás le estaban negados, bien por no contar con los recursos económicos para adquirirlos, bien por no tener el auxilio de personas que nos leyeran. La tecnología, pues, aplicada a la informática, contribuiría, en teoría, de manera importante a darnos mayor independencia para poder estudiar.
Empero, además de que el acceso a Internet para las personas pobres (que representamos la inmensa mayoría de la sociedad mundial), así como para las personas con discapacidades como las visuales, cada vez se nos colocan mayores trabas para acceder a los documentos que se encuentran en línea. Ello lo padecemos cuando, por ejemplo, los documentos digitales, a pesar que pueden descargarse, se les colocan seguros, que no permiten que programas como Jaws –uno de los más populares para las personas ciegas o con baja visión-, puedan leérnoslos, o editar en Word para los mismos fines. Este es un fenómeno que cada día se agudiza con más fuerza.
En Argentina, a principios de la década pasada, se llevó a cabo una iniciativa maravillosa, mediante la creación de la Fundación Tiflolibros, cuyo presidente es el compañero Pablo Lecuona. Dicha institución, ideó un proyecto –que hoy en día es toda una realidad-, mediante el cual, un número significativo de voluntarios y voluntarias, se dedicaron a grabar sus libros, esto es, a convertirlos en audio libros, y a transcribirlos, de manera que Tiflolibros fuera creando una biblioteca digital, a la que todos y todas los invidentes de habla hispana que nos subscribiéramos al grupo, pudiéramos tener acceso a la lectura de manera completamente gratuita. El proyecto ha sido acogido con inmensa alegría, sobre todo, por los estudiantes.
El proyecto comenzó poco a poco, con un puñado de voluntarios que con gran sentido del altruismo, prestaron muchas horas de su tiempo para esa labor, y, con un número modesto de obras que se colocaban en la red a disposición de los invidentes de lengua española. La obra ha sido, fundamentalmente, motorizada por particulares. Los géneros que más han prevalecido, han sido la literatura en toda sus expresiones (poesía, novelas, cuentos, teatro, entre otros), y los llamados libros de auto ayuda. Pero, a medida que Tiflolibros se ha popularizado, y los invidentes han tomado conciencia de la importancia que este medio encierra, el número de lectores y lectoras ha ido incrementando de manera exponencial, y con ellos, las demandas se han diversificado tremendamente.
Porque hoy en día, son muchas las carreras y especialidades en las que los invidentes y personas con discapacidades visuales en general estamos tratando de incursionar. Es así que ya las simples donaciones de obras hechas por particulares, no se dan a basto. Obras como aquellas de corte científico, bien sea social o humanístico, son escasas. De allí que Tiflolibros, que ya no es sólo un proyecto suramericano, sino que se ha extendido a otros continentes, ha tenido que solicitar la colaboración de donaciones de las grandes casas editoriales, argumentando el hecho de la situación desventajosa en la que nos encontramos.
Y he aquí el problema: las aludidas editoras, se niegan a ceder los derechos de sus obras y audio libros para ser difundidas a través de Tiflolibros, alegando que ello constituye una flagrante violación a la propiedad intelectual de los autores de las obras demandadas. No debemos perder de vista que, como expresábamos más arriba, el servicio de Tiflolibros se ofrece completamente gratis. Desde mediados de la pasada década, varias son las reuniones que se han celebrado a nivel internacional, luchando porque la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual), permita la flexibilización de su legislación, a favor de las personas con problemas visuales, para que sus obras sean puestas a la disposición de los invidentes ya que las casas editoriales, como hemos podido leer en el Dossier Copia Sur, son realmente las titulares de tales derechos.
Principalmente los Estados Unidos de Norteamérica, Japón y La Unión Europea, se han negado sistemáticamente a que los libros, revistas y demás documentos escritos, sean puestos al servicio de las personas con discapacidad visual. Ello colisiona con las legislaciones de muchos de nuestros países, que, fundamentadas en los preceptos de la OMPI, colocan un verdadero dique a la formación cultural e intelectual de los y las invidentes. Sin embargo, tales normas chocan, a su vez, con el artículo 27 de La Declaración Universal de Los Derechos Humanos, que expresamente establece:
1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.
Para los días en que hemos estado ocupándonos de llevar a cabo esta reflexión, se ha discutido nuevamente (esta vez, en Ginebra), la posibilidad de masificar el acceso a la lectura, a las personas con discapacidad visual. Muchas cosas interesantes se han dicho y escrito, pero la negativa, que otras veces no ha cristalizado más que en simples promesas, permanece ahí, defendida por los mismos países antes mencionados. A manera de ejemplo, transcribimos a continuación, una interesante reseña publicada en www.elcomercio.com (de Ecuador) el día 5 de junio de 2011., con datos bien ilustrativos acerca de la situación que hemos intentado describir aquí. La misma dice así:
No videntes piden acceso a la lectura
Para un vidente leer una poesía, una novela o un periódico es parte de la cotidianidad. Para un no vidente un libro en braille (lecto-escritura táctil) puede llegar a costar USD 300. Si este mismo libro está disponible en formato digital (audio) debe primero descargarse de Internet. Pero no todos los textos se reproducen en este formato y están en la Web.
Para Idakzue Perdomo, representante de los no videntes de Venezuela y quien asistió esta semana a la Jornada de la región andina sobre el acceso a la lectura y el derecho de autor, estas limitaciones no han sido un obstáculo para superar su discapacidad. La lectura simplemente la apasiona y cada día dedica dos horas a leer todo tipo de asignatura y género, a través del programa Joss (audio).
Su objetivo: conocer cada vez más el mundo que no ve.
Dean Lermen, Director del Instituto Nacional para Ciegos de Colombia, lee de 12 a 20 libros al año y a diario busca que alguien le lea los periódicos y revistas.
Su búsqueda por el conocimiento se debe a que es catedrático universitario de tres establecimientos. Ahí enseña política pública y salud, expresión oral y escrita, desarrollo humano y consultoría de proyectos.
Desde joven este profesor acompañaba al escritor Jairo Aníbal Niño a que leyera sus cuentos y poesías infantiles a niños videntes y no videntes de varios pueblos de su país. Esta experiencia marcó su vida y hoy lucha porque los escritores cedan sus derechos de autor a favor de los no videntes.
Es decir que permitan la reproducción de sus obras en braille, audio y macrotipo (sistema de impresión en tinta con caracteres ampliados) sin ningún costo.
En Colombia, al igual que en el Ecuador, no existe una normativa que permita esta reproducción.
La Ley de Propiedad Intelectual ecuatoriana en lo relacionado al derecho de autor contempla 11 excepciones, pero ninguna hace referencia a los no videntes.
Pero Víctor Hugo Vargas, abogado no vidente de Perú, considera que no es suficiente que exista una normativa. En su país hay una norma que garantiza el libre acceso a las obras, pero los costos de la elaboración de los textos son muy altos. Un libro en braille puede llegar a costar USD 300.
Celso Peña, ecuatoriano no vidente y fabricante de materiales tiflotécnicos (artículos para ciegos), agrega que una hoja de un libro normal se transforma en cuatro hojas escritas en braille, de ahí sus altos costos de producción.
Pese a estas barreras, Peña opta por informarse de lo que sucede en su país, a través de Radio Quito, en las mañanas lee y escribe en braille en las noches.
Otro inconveniente que encuentra Luis Narváez, presidente de la Federación Nacional de Ciegos del Ecuador (Fence), es que limitar la lectura a los audios resta la posibilidad de desarrollar capacidades en la niñez y adolescencia de los no videntes.
Por esto cree necesario que exista una mayor elaboración de libros en braille. “La lectura con el tacto posibilita aprender a identificar cada letra con un sonido y el uso correcto de la ortografía”.
En Riobamba, desde 1993, se producen los libros en braille, pero Narváez insiste en que si los autores nacionales e internacionales cedieran sus derechos se ampliarían la producción y el acceso.
Esta imprenta tiene actualmente un convenio con los comisariatos del Ejército, pero se espera que la producción aumente para poderlos comercializar en todo el país a un precio simbólico.
También hay bibliotecas, como la de la Universidad Politécnica Salesiana, en el norte de Quito, en donde estudiantes y profesores voluntarios graban lo que leen, para que las personas con discapacidad visual puedan escuchar. Esto es un servicio gratuito que se ofrece de lunes a viernes.
Una campaña a favor del derecho a leer
En Latinoamérica las personas no videntes tienen un acceso del 1 % a los libros de todo el mundo según Carlos Alberto Cabezas, Director Nacional de Derecho de Autor y Derechos Conexos del Instituto Ecuatoriano de la Propiedad Intelectual (IEPI).
Por esta razón, desde marzo pasado, la Unión Latinoamericana de Ciegos (Ulac) lleva adelantela campaña Derecho a leer.
Esta iniciativa promueve la elaboración de un tratado internacional que establezca una excepción al derecho de autor, que beneficie a los no videntes.
La propuesta es que los libros sean reproducidos en braille y formatos digitales sin costo.
Cabezas explicó que esta propuesta, presentada por Brasil, Ecuador, Paraguay y México, en el Comité de Derechos de Autor y Derechos Conexos (SCCR) de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), hace dos meses, encontró resistencia de los países desarrollados.
«Los estados europeos y Estados Unidos tienen temor de que esta medida afecte a sus industrias culturales, pero el porcentaje de discapacidad visual no es elevado».
Ahora los representantes de Latinoamérica buscan fortalecer la posición de la región. Y para esto Ecuador quiere ser el primero en reformar su legislación y acogerse a un posible tratado internacional. Según el estudio psicosocial, pedagógico y clínico-genético que realizó la Misión Manuela Espejo, en el país hay 25 470 personas con discapacidad, la mayoría se diagnostica en la fase posnatal.
El próximo 15 de este mes, en Ginebra, el país llevará esta propuesta regional al SCCR . Este colectivo aclaró que una excepción en el derecho de autor no significa una falta de respeto a la creación del escritor. Más bien se trata de un compromiso ético y moral.
En efecto, como reza esta nota, y como habíamos dicho antes, la reunión de ginebra se llevó a cabo. Aún se discute ardientemente. Pero USA, La Unión Europea y Japón se mantienen firmes en su posición adversa a flexibilizar la legislación sobre derecho de autor que daría a las personas con discapacidad visual, acceso a la lectura. Pablo Lecuona, a quien ya nos referimos, director de Tiflolibros, y quien ha estado como ponente en la reunión en representación de la Unión Latinoamericana De Ciegos (ULAC) pronunció de manera muy elocuente y lúcida, unas palabras que quisiéramos compartir ahora. Las tomamos de su cuenta de Twitter.
Ginebra, 16 de junio de 2011.
Gracias señor presidente.
Lo felicito ante todo por su elección al frente de este comité. Hablo en Nombre de la Unión latinoamericana de Ciegos que reúne a las organizaciones de ciegos de los 19 países de América latina.
Durante los últimos meses hemos tenido en nuestra región un proceso de discusión con las organizaciones de ciegos y los gobiernos de nuestros países, en torno a la negociación que se está realizando aquí en la OMPI y a la situación del acceso a la lectura de los ciegos en América Latina.
Realmente la situación es muy preocupante. Aun en los países con mayores estructuras, apenas uno de cada cien libros está disponible en formatos accesibles.
Como resultado de este proceso de discusión las organizaciones de ciegos han emitido dos declaraciones, de los países de Centro América y los países andinos, que si les interesa podrán encontrar en la web de ULAC. Luego de las discusiones hubo total acuerdo en dos puntos fundamentales. La Necesidad de un instrumento internacional vinculante, que es la única solución efectiva al problema. Sólo un tratado vinculante permitirá garantizar un derecho fundamental, como el del acceso a la lectura y la información, que de hecho está consagrado en la declaración universal de los derechos humanos y en la convención de los derechos de las personas con discapacidad.
A través de un tratado vinculante los estados se obligan a garantizar derechos, y por medio de él se podrá incorporar una base mínima de excepciones entantos países que aún no cuentan con ninguna excepción en favor de las personas con discapacidad visual.
Y compartir esta base de excepciones permitirá que la producción de obras y el intercambio sean más eficientes y seguros para todas las partes.
El otro punto fundamental es la forma en que se realizará el intercambio internacional. El diagnóstico realizado en nuestros países nos indicó claramente que no podemos cerrar el intercambio en un solo modelo de organizaciones. En América latina contamos con una variedad de pequeños productores de obras accesibles: producen organizaciones de ciegos, escuelas, bibliotecas públicas y privadas, universidades que hacen la adaptación de las obras para sus estudiantes con discapacidad, etc.
En la mayoría de países los esfuerzos son muy pequeños y las organizaciones que producen no cuentan ni con grandes recursos ni con grandes estructuras. Es importante que todas las organizaciones que producen, siempre que lo hagan asegurando la exclusividad para personas que no pueden acceder a la lectura y el respeto hacia los derechos de los titulares, puedan participar del intercambio internacional, es esta la única manera de lograr sumar y articular los recursos para generar cambios verdaderos. En muchos países de nuestra región las organizaciones que producen obras no podrían hoy cumplir las condiciones que se pretenden determinar con el concepto de intermediarios de confianza. No podemos depender de la autorización previa de los titulares ni para producir ni para intercambiar una obra accesible, esto en nuestros países implica no acceder en el tiempo necesario a la obra, lo cual para un estudiante, equivale a no poder estudiar.
Por último necesitamos que esta solución llegue ya. Hace más de 25 años tuvimos ya una recomendación de OMPI y UNESCO, y están a la vista los pocos efectos que ha causado.
¿Por qué las personas con discapacidad visual no pueden ser consideradas ciudadanas con los mismos derechos que otras? ¿Por qué hablamos de urgencia de tratados en otros temas, como el de radiodifusión, y tenemos tanto miedo a un tratado para resolver esta necesidad clara y concreta de millones de personas con discapacidad visual en todo el mundo?
Nos piden otra vez que aceptemos una declaración y esperemos tres años para ver si funciona. Si están dispuestos a dentro de tres años llegar a un tratado si la recomendación no funciona, ¿por qué no ir ahora hacia la solución completa que buscamos?
Yo propongo a quienes quieren demorar la solución de este problema, que pasen tres años pudiendo acceder solo a uno de cada cien libros que hoy están disponibles, pido que durante tres años vendamos sólo uno de cada cien libros.
¿Les parecería esto justo y eficaz? Este es mi quinto comité y realmente no entiendo como se siguen poniendo trabas para que la solución a este problema avance. Les pido que quienes frenan el avance de una propuesta de tratado nos digan claramente por qué tienen miedo. Necesitamos avanzar ya hacia una solución concreta y eficaz, y esa solución es un tratado vinculante.
Muchas gracias.
Pablo Lecuona
Unión Latinoamericana de Ciegos
Las palabras expresadas en este documento, parecen llevarnos, de manera inexorable, a las ideas planteadas al inicio de nuestra reflexión: 1) el precepto jurídico de la propiedad intelectual, deviene en un obstáculo, si no insalvable, al menos muy difícil de vencer, para restablecer el derecho de las personas con discapacidad visual al mundo del conocimiento y la información; 2) Ello parece estar en sintonía con dos características típicas del modelo hegemónico capitalista vigente, esto es, la preminencia que se le concede a todo aquello que es de consumo masivo, en detrimento de grupos pequeños de consumidores (nos referimos a los lectores y lectoras ciegos) y, el desprecio que se tiene por poblaciones a las que no se les considera rentables, desde el punto de vista económico, pero, también intelectual a los efectos del mantenimiento del status quo, por lo cual, simplemente, se nos ignora. 3) El mismo sistema capitalista, encargado de vendernos constantemente la idea del respeto por los derechos humanos (es la misma ONU quien crea la Declaración, en diciembre de 1948), a la hora de sopesar las ganancias que puede obtener, le importa un bledo, derechos tan importantes como lo son el derecho a la educación, la información, incluso, en poblaciones que se hallan en condiciones desventajosas.
FUENTES CONSULTADAS
Declaración Universal De Los Derechos Humanos, descargada de: www.un.org/es/documents/udhr/ -.
El Dossier Copia Sur disponible en: www.porlacultura.cult.cu/descarga_pdf.php?Archivo=cs0007.pdf
“No videntes piden acceso a la lectura”, en: www.elcomercio.com
Intervención de Pablo Lecuona, en la reunión de Ginebra, por el derecho a la lectura de las personas con discapacidad visual, 15 de junio de 2011. Disponible en: http://www.ulacdigital.org/downloads/ULAC_SCCR22.pdf