A la misma hora que jóvenes de otras ciudades del mundo bailaban mientras se quitaban ropa de estas marcas a modo de protesta, una treintena de voluntarios chinos hicieron lo propio en un centro comercial de las afueras de la capital.
La protesta se produce pocos días después de que Greenpeace presentara su informe «Dirty laundry» («Trapos sucios»), en el que reveló altos niveles de contaminación en los deltas del Yangtsé y Perla, en fábricas textiles vinculadas a las tres marcas citadas y otras multinacionales del sector.
Los contaminantes hallados son nonilfenol y PFC, sustancias que pueden producir cambios hormonales en seres vivos, por lo que -según el estudio- alteran el sexo de los peces y pueden reducir el esperma en los hombres.
Y sin embargo millones de personas (algunas muy influyentes) siguen siendo escaparates ambulantes de las ecocidas marcas.