Augusto Hernández
Confieso que me he puesto obsesivo con Chávez. Los psiquiatras deben tener nombres para esto que, además, le estará ocurriendo a un gentío en Venezuela y en otros países.
No soy un chavista recalcitrante, de esos que ¡con Chávez todo y sin Chávez nada!.Soy un columnista revolucionario que escribe a diario en la prensa y debo tener preguntas o respuestas para montones de cosas que ocurren a cada rato.
La enfermedad de Chávez, caso de ser terminal, me dejaría en la orfandad, lo cual me obliga a escudriñar todos los enfoques de esta situación.
Por una parte están Chávez y los médicos cubanos, o de donde sean, ocupándose de superar la enfermedad y devolverlo nuevecito o al menos como un comandante de segunda mano en buen estado de funcionamiento.
Por la otra parte estamos millones de espectadores que quisiéramos hacer algo pero no sabemos qué podemos ofrecer sin pecar de ignorantes o metiches.
Hablando con claridad, si se trata de un cáncer agresivo no tengo nada que aportar y la cuestión queda en manos de Dios, de Chávez y sus
sanadores, incluyendo innumerables hechiceros que deben estar haciendo brujerías a favor del paciente.
En estos días, sin embargo, recordé que Chávez mencionó que cargaba tres teléfonos celulares encima, lo cual me hace considerar otras posibilidades.
Existen quienes garantizan que los aparatos celulares y los microondas le producen cáncer a los usuarios frecuentes. Por otra parte algunos juran que los fulanos aparatos vuelven loco a cualquiera, y si se trata de usar tres a la vez ni Fu Man Chú podría evitar que terminé en un manicomio.
Finalmente existe otra posibilidad que no podemos descartar a la ligera, pues en este mundo de tecnología electrónica ocurren cosas insospechadas para echarles vainas a los adversarios.
Me refiero a la posibilidad de que los laboratorios de las agencias de inteligencia imperiales hayan localizado las frecuencias de los teléfonos móviles del Presidente Chávez, manipulándolos para convertirlos en emisores de ondas cancerígenas o alguna lavativa igualmente maligna.
Parecen necedades absurdas, pero yo que Chávez no usaría más esas guarandingas.