El XXXII aniversario de la Revolución Sandinista le va a pillar a Carlos Fonseca lejos casa, presentando en algún punto del Estado español sus libros «El poder, la propiedad, nosotros» y «La perpendicular histórica». Antes pasó por Euskal Herria, donde se ha reunido con la izquierda abertzale, con el objetivo de trasladar a la sociedad vasca la realidad de Nicaragua y del FSLN, la única fuerza política de izquierda que llegó al poder por la vía de las armas y de las urnas.
El 19 de julio se conmemora un nuevo aniversario del triunfo de la Revolución Sandinista. ¿Qué queda de aquel proceso y de sus logros?
En esta segunda etapa del proceso revolucionario estamos haciendo cosas que podíamos haber hecho en los 80 y que no hicimos, porque no tuvimos la visión política para hacerlo. El FSLN ha ido más allá, profundizando el proceso revolucionario con políticas sociales y económicas que llevan a una transformación más radical de la sociedad y mejoren las condiciones de vida de la gente.
Un fallo fundamental del sandinismo entonces fue la no instauración de un nuevo sistema político. Se creyó, con cierta ingenuidad, que el marco jurídico-político de la democracia representativa bastaba para instituciona- lizar las transformaciones revolucionarias. Fue un error fatal.
¿Por eso se han creado los gabinetes de poder ciudadano?
Sí, ahora el eje fundamental de las transformaciones es la organización del poder ciudadano, la expresión organizada de la democracia directa como nuevo sistema político. Serán los ciudadanos los que tomen las decisiones políticas y de gestión económica y las instituciones deberán cumplir esas decisiones.
Es un proceso muy complejo en el ámbito organizativo y también de la actitud que debe asumir el ciudadano. Supone un cambio de mentalidad y de cultura política, pero creemos que de otra manera es imposible hacer la revolución y que se consoliden sus conquistas.
¿Cuál es el balance de esta segunda etapa de Gobierno sandinista con el que el FSLN encara las elecciones de noviembre?
El analfabetismo se ha reducido del 35% al 1,5% en estos cinco años de Gobierno; la gratuidad de la salud y la educación, servicios públicos que se habían privatizado en los años de Gobierno neoliberal; y el éxito de los programas insignia de las políticas sociales del Gobierno, como son el Bono Productivo Alimentario y el Programa Hambre Cero, Usura Cero, dirigidos específicamente a las mujeres y que buscan que las familias empobrecidas por el neoliberalismo logren emprender la gestión económica autónoma que capitalice la economía popular. Hay que recuperar y consolidar el sector popular de la economía para socializar la propiedad como característica fundamental de la construcción del socialismo.
¿Qué espectativas tiene el FSLN de cara a las elecciones de noviembre?
Las encuestas dan al FSLN y a su candidato presidencial, Daniel Ortega, más del 50% en intención de voto y la oposición está fragmentada en dos grandes pedazos. Por eso, la meta es ganarlas con el mayor porcentaje posible para estar en condiciones de hacer las reformas jurídico-políticas de cara a profundizar el proceso de cambio de sistema con la instauración de la democracia directa.
¿A qué retos se enfrenta ante un eventual nuevo mandato?
La prioridad es redactar una nueva Constitución en la que se establezca la obligatoriedad para todo Gobierno del cumplimiento de las decisiones del poder ciudadano. También producir lo necesario para tener los recursos suficientes que permitan el acceso a ellos de todos los ciudadanos para poder gestionar de manera organizada y directa la economía, así como crear grandes empresas estatales en ámbitos como el energético para poder sustentar las políticas sociales y favorecer el desarrollo económico. Ésa es la vía para construir el nuevo modelo socialista que promovemos.
Que Nicaragua pertenezca al ALBA ha sido fundamental para alcanzar la mayor parte de los logros sociales conseguidos durante este mandato. Para nosotros, el ALBA es lo que sustituyó a la Unión Soviética.
La candidatura a la reelección de Ortega ha sido denunciada por anticonstitucional.
Los límites para la reelección en la Constitución se fijaron en una coyuntura muy particular. Tras la crisis interna de 1994 en el FSLN surgió el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), que aglutinó a la mayoría de los que tuvieron los cargos importantes en los años 80, aunque la inmensa mayoría de la base se mantuvo en el FSLN. La mayor parte de los diputados se fueron al MRS y el Frente se quedó con cuatro. La representación de la principal fuerza de la derecha, el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán, era entonces mínima. Los partidos minoritarios aprovecharon esta circunstancia para hacer una reforma constitucional a su medida y establecieron los límites a la reelección. En tiempos de la dinastía somocista siempre fue negada la reelección, lo que demuestra que la no reelección no es garantía de democracia y que la ausencia de límites tampoco significa lo contrario. Lo antidemocrático es impedir al pueblo que elija a quien quiera y Daniel Ortega es el que más votos y respaldo popular tiene.
¿Cómo se ha solventado esa cuestión?
El FSLN presentó un recurso de amparo planteando la contradicción entre el artículo que establece el derecho a elegir y ser electo y el que pretende regular el anterior. La Corte Suprema concluyó que había una contradicción insalvable y debía prevalecer el artículo que establece el principio sobre el artículo que trata de normarlo y lo anula. En Costa Rica, la Justicia resolvió igual con Óscar Arias, pero como era Óscar Arias, el demócrata, nadie lo cuestionó.
Gobierno y presidente son tachados de populistas.
Es la típica acusación a los gobiernos de izquierda que apostamos por un cambio de sistema, por la transformación profunda de la sociedad. El poder es tan dañino que no tendría sentido ejercerlo si no es para hacer la revolución.
El MRS cuestiona a Daniel Ortega, del que dice que ha traicionado a la Revolución, pero usted lo define como el verdadero continuador de Carlos Fonseca Amador, su padre.
Daniel Ortega es un dirigente político mucho más experimentado, con más habilidades políticas y mayor madurez que el comandante de 1980. Analistas políticos de todas las ideologías lo consideran un fuerte candidato a ser el político más hábil en la historia de Nicaragua, porque se ha vuelto un experto en maniobrar políticamente dentro del sistema político democrático burgués.
Cuando digo que es continuador de Carlos Fonseca hablo de la lealtad revolucionaria a toda prueba, del apego a los principios revolucionarios a toda costa de ambos.
El MRS considera que el principal logro de la Revolución fue la democracia participativa y acusan al FSLN de no respetar la institucionalidad democrática del país. En eso consiste la traición del Frente a la Revolución desde la óptica de los renovadores.
En los 80, éramos la única referencia después de Cuba. No teníamos competencia, pero ahora hay para escoger. Por eso, mucha gente no necesita creer en nosotros y es fácil dejarse impresionar por el discurso en nuestra contra que hacen las intelectuales de talla que mundial y gran calidad que adquirieron notoriedad en los 80 gracias a la Revolución y al prestigio que le dieron.
El surgimiento del MRS, donde recalaron figuras históricas y referentes del sandinismo, y los pactos del FSLN con la derecha y la Iglesia han creado mucha confusión entre quienes crecieron con la Revolución.
El MRS surge producto de la crisis interna en el FSLN tras el derrumbe de la Unión Soviética, agravada por la derrota electoral de 1990 y la pérdida del poder. El sector renovador planteaba la renuncia al socialismo, al antiimperialismo y a la lucha popular y la adaptación a los nuevos tiempos. En el FSLN predominó el compromiso con la ideología revolucionaria, los principios del socialismo y el antiimperialismo, y las luchas populares. Al frente de esa posición más radical y de izquierda se colocó Daniel Ortega y al frente de la posición renovadora, Sergio Ramírez y casi todo el Gabinete de Gobierno de los 80.
Fue un duro golpe para el Frente en términos de imagen porque sus portavoces más conocidos en el ámbito internacional empezaron a cuestionar todo lo que el FSLN hacía, simplemente por cálculo político.
Si el FSLN planteaba romper su política de entendimiento con el Gobierno, los renovadores mantenían lo contrario, aunque años después cuestionaran el entendimiento indispensable entre el FSLN y otras fuerzas políticas para alcanzar determinados objetivos.
Algunos aspectos de esa política de negociación del FSLN en 2000 fueron cuestionados también en el seno del Frente. Pero cuestionar ciertos aspectos es muy diferente a descalificar al Frente como fuerza revolucionaria y de izquierda por esa política de negociación. Los renovadores cuestionan que el FSLN llegara a un acuerdo político con el PLC de Alemán para la elección de los magistrados, pero han terminado apoyando al propio Alemán y a ser compañeros de viaje del candidato de la oligarquía. Nos acusaron de no ser revolucionarios por el apoyo que empezamos a recibir desde 1996 de un importante sector de lo que fue la contrarrevolución , pero en cuanto pudieron ellos se aliaron con el otro sector.
¿Qué supone ser hijo de Carlos Fonseca, uno de los héroes de la revolución y de los fundadores del FSLN?
Es una gran responsabilidad y es una situación realmente incómoda en una sociedad donde hay mucha gente que cuando le ve a uno cree que ve a Carlos Fonseca resucitado o reencarnado y a veces se me pretenden adjudicar méritos que no me corresponden. Se pueden trasmitir valores y una formación, pero no se heredan los méritos ni las actitudes.
Afirma que la revolución está haciendo posible el ideario de su padre. ¿Cómo?
Fundamentalmente en el cambio de sistema económico y político, para el que estamos avanzando en el poder popular. Carlos Fonseca planteaba que no se trata de un cambio de hombres en el poder si no de un cambio de sistema, del derrocamiento de las clases explotadoras y la victoria de las clases explotadas. Que las clases populares estén en el poder, que el FSLN esté gobernando con políticas sociales que defienden los intereses populares, es consecuente con los principios que Carlos Fonseca defendió.