Se puede convivir con el capitalismo por razones tácticas, esto depende de las condiciones en que se desarrolla la Revolución, pero un grave error es presentar esa convivencia como Socialismo. Ahora bien, si además de convivir estimulamos las formas nosociales, las formas capitalistas, el error es de vida o muerte.
El sistema de dominación capitalista se mantiene a pesar de todas sus dificultades y de sus crisis, porque entendió muy bien que la batalla principal, o mejor, comprendió que la única batalla que importa es la cultural, la ideológica, todo lo supedita a esa batalla. Sus acciones militares, civiles, culturales, teatro, telenovelas, literatura, la música, toda su propaganda, desde la de un helado en Mac Donalds, hasta la de un remedio para la gripe, todo está dirigido a la batalla cultural, a implantar en la población los valores éticos y morales que sostienen el sistema. No da cuartel.
Sus instituciones están al servicio de esa cultura, de esos valores, de implantar esa conducta: cine, religión, medios de formación, radio, prensa, televisión, toda la educación.
El capitalismo estimula las formas artísticas que promueven el egoísmo, y aplasta las formas difusoras de valores socialistas que reivindican las luchas por la emancipación, la Conciencia del Deber Social.
El Estado tiene entre sus funciones, además de la represiva y administrativa, la de ser escenario mediático, espectáculo donde el Presidente es un actor: buena sonrisa, buen porte, facilidad de palabra, logro individual. La Asamblea es un espectáculo con sus actores secundarios y principales, show periódico e intrigas. La televisión reproduce la dramaturgia de los cuerpos represivos y judiciales, «La Ley y el Orden» se llama una serie que publicita al Estado capitalista.
El capitalismo en la guerra cultural se atrinchera en la «libertad de expresión», que como sabemos en realidad es libertad de empresa capitalista, libertad de las clases dominantes para instalar en la población la aceptación de la dominación. Cualquier planteamiento de la Revolución de denuncia, cualquier acción de defensa de la agresión ideológica, es denunciado como totalitarismo, estalinismo, ideologización.
La guerra entre capitalismo y Socialismo es un choque cultural, ideológico, así debemos entenderlo, toda acción nuestra debe plantearse primero en el teatro de operaciones de la guerra ideológica, de la batalla cultural, allí debe comenzar la planificación, esa será la medida del triunfo.
No hay logro material que suplante, que dispense lo ideológico, lo espiritual, la consciencia. No existe fuerza material que supere la potencia de una idea. En todas las acciones de la Revolución debe salir fortalecida la espiritualidad socialista, la unión, la fraternidad, una nueva manera de relacionarse el hombre. Toda acción, por común que parezca, debe convertirse en asombro, en guía hacia la nueva sociedad, hacia el Hombre Nuevo.
¡Con Chávez más resteaos que nunca!