Raquel Raimundez (*)
Es realmente lamentable que el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, vaya al despacho de la Presidenta argentina Cristina Fernández. No solo eso: recorrerá el Espacio para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos (ex ESMA) y ofrecerá una disertación en la Cancillería argentina.
El primer país por el que pasó el coreano-sureño Ban Ki-Moon fue Colombia, donde se reunió con el presidente Juan Manuel Santos Calderón, la ministra de Relaciones Exteriores, María Angela Holguín Cuéllar y la secretaria general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), Maria Emma Mejía. Ban Ki quiere ser reelecto por 5 años más en la gerencia de la ONU.
La visita de este señor es realmente ofensiva para los pueblos sudamericanos que aún padecen el dolor de las invasiones y asesinatos durante los golpes de Estado, incluso los realizados en el siglo XXI (Honduras) del cual la ONU nada ha dicho.
EL retroceso de UNASUR tras la el pacto del presidente venezolano con el gobierno narco-paramilitar de Colombia ha resultado un desastre para la liberación definitiva de los pueblos y una claudicación a los sagrados principios bolivarianos, sanmartinianos y martianos.
Así, Ki-Moon aterriza en tierras sureñas para ofender la memoria de los desaparecidos, sopretexto de apoyar las reivindicaciones de Argentina sobre las Islas Malvinas; reivindicación apoyada por todo el mundo y desde hace muchos años, menos Gran Bretaña e Israel. A cambio, el gerente de la ONU recibirá el voto que lo reentronará en la poltrona de este nefasto organismo global que cobija en su seno a los tristes FMI, OTAN, OMC, Consejo de Seguridad, Tribunal Penal Internacional y demás adefesios del imperialismo.
El retroceso experimentado por UNASUR en los últimos meses- a pesar de la formación de su propio Consejo de Seguridad- pone en dudas la eficacia de este instrumento regional que en un principio había despertado ilusiones, pero que, a la vista de los acontecimientos, deberá esperar varios años (si antes no lo infiltra EE UU) para ser de utilidad a los pueblos.
Ban Ki-Moon pasará luego por el Uruguay del cuasi-converso Mujica y el Brasil de la amenazada por corrupción Dilma.
Solo quedará seguir luchando
(*) Especialista en Relaciones Internacionales
