Ramiro Meneses

Obama juega a creer que es un tipo especial, de clase superior, mejor que la gran mayoría, que se las sabe todas porque es pico e’ plata y habla bonito, y eso es suficiente para engatusar todo el tiempo a la gente.

Pero en el fondo él está consciente que es un idiota, pero se hace el que no sabe, porque él sabe que sus socios, tan idiotas como él, también se hacen los locos y fingen no saber. Todos viven aparentando.

En el barranco civilizado el ser no es lo que es, sino lo que aparenta ser. Se vive de la apariencia. Fingir es el modo de vivir. Negropupú finge que él defiende la democracia, los derechos humanos, la libertad; otros idiotas fingen creerle y le otorgan el nobel de la paz.

Algunos fingen amor, otros, lealtad, y otros se dicen “socialistas”, pero son iguales o peores que Negropupú. La mentira recorre todos los caminos, contamina las almas; arrasa, cual río crecido, cuanto encuentra a su paso.

En el barranco civilizado la hipocresía es ama y señora de la vida. Maquillar sonrisas y afectos es arte y técnica que debes desarrollar para ser un idiota exitoso. Negropupú te mira, te sonríe, estrecha tu mano, tú te das la vuelta y él te manda a matar. Igual sus socios asesinos: Sarkozy, Cameron, Berlusconi, Bush, Blair, Aznar… “No es nada personal –te dicen-, así funciona el sistema”, mientras matan a los tuyos y destruyen tu ciudad, tu país, tu nación. Es un mundo de locura, perverso. Y para sostenerlo, hay que hacer la guerra, total y permanente.

Obama y sus aliados terroristas se fingen los buenos, así se venden, y para ello disponen de muchos medios. Los que se le oponen, son los malos, así son vendidos, y para ello también están los medios. Los medios, siempre los medios al servicio de la mentira y de los más obscuros intereses.

Negropupú y sus aliados, aunque fingen no saber, saben una gran verdad: El barranco civilizado ya no es sostenible y avanza raudo hacia el precipicio. También saben que el advenimiento de un mundo nuevo es un hecho inexorable y quieren evitarlo, pero no podrán.

Por ello, Obama y sus socios terroristas están muy preocupados, diríase más bien que asustados. Y son muy peligrosos porque en su desespero cometen demasiadas locuras. Están como fieras heridas, mortalmente heridas…

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