Con las cifras sobre IED protagonizada por empresas latinoamericanas en 2010 se completa un ciclo de aproximadamente veinte años de tendencia ascendente en la expansión internacional del capital productivo de la región, volcado crecientemente a la acumulación más allá se espacio nacional de origen, a través de adelantos internacionales de capital. Esa situación marca la necesidad de pensar en ese desarrollo como un proceso que es más que la suma de las coyunturas anuales; es decir, como un movimiento estructural protagonizado por las burguesías de la región en la actual configuración del capitalismo mundial. En el presente proponemos un acercamiento primario a dicha hipótesis.
Empresas transnacionales e IED: algunas consideraciones teórico-históricas
La IED y las empresas transnacionales (ETs) no son más que modalidad y medio a través del cual el capital, en el sentido marxiano y no neoclásico del término, se desenvuelve en el espacio internacional, es decir, las ETs son uno de los principales vectores (aunque no los únicos) de la internacionalización del capital.
A través del adelanto de capital-dinerario en el espacio internacional, dirigido a la compra fuerza de trabajo y medios de producción, para su combinación en un proceso de producción que da lugar a una masa de valor preñada de trabajo no pago, estas firmas desenvuelven su proceso de acumulación más allá de las fronteras nacionales dentro de las cuales nacieron. Así cuando despojamos a la ET de dimensiones fetichistas, contenidas en las visiones apologéticas que las presentan como encarnación de la racionalidad en la asignación eficiente de recursos a escala internacional, se clarifica su condición de unidades del capital abocadas a la acumulación, explotación y apropiación de plusvalía en el espacio internacional. Dice Palloix al respecto:
El velo mítico que rodea a la empresa multinacional se disipa ante la evidencia que la unidad de producción (la fábrica, la Corporation, la big Corporation, la International corporation o la multinacional corporation) sólo representa el efecto de la extensión nacional, internacional y mundial de la unidad de producción, teniendo en cuenta que este proceso de valorización del capital exigía dicha extensión espacial del modo de producción capitalista (Palloix, 1975: 77).
Sin bien las ETs son un fenómeno masivo desde los años que le siguieron a la Segunda Guerra Mundial (en aquellos momentos patrimonio casi exclusivo del capital norteamericano), la IED y las ETs se han vuelto hoy, bajo la llamada mundialización del capital, en actores predominantes de la acumulación de capital. El volumen de capital, que bajo la forma de IED, circula año a año a escala mundial se aceleró marcadamente desde la década de 1980 y alcanzó su pico a mediados de la de 2000; así, mientras en el año 1982 se registraron salidas mundiales de IED por el monto de 27 mil millones de dólares y entradas por 58 mil millones de dólares, para el año 1990 las cifras ascendían a 241 mil millones y 208 mil millones de 52 dólares respectivamente, y para el año 2007 a 2,141 billones y 1,979 billones de dólares respectivamente. La mundialización iniciada promediando los años 70’, entendida como momento último en el desarrollo histórico del capitalismo, bajo su fórmula política neoliberal, ha dotado a éstas grandes unidades de capital de una potencia extraordinaria como agentes dominantes de la organización de la vida social, en base a su capacidad para desagregar inversión, producción y ventas en el espacio mundial.
Existen hoy en el mundo unas 82.000 ETs, con 810.000 filiales extranjeras con un acervo de IED de 15 billones de dólares. Además, se calcula que el producto bruto de las filiales en el exterior asciende a los 6 billones de dólares y realizan ventas por 30 billones de dólares. Esas empresas desempeñan una función cada vez más importante en la economía mundial. Por ejemplo, se estima que las exportaciones de las filiales extranjeras de las ETs representan la tercera parte de todas las exportaciones mundiales de bienes y servicios, y que el número de personas empleadas por ellas en todo el mundo ascendía a un total de 77 millones en 2008, más del doble que la totalidad de la mano de obra de Alemania (UNCTAD, 2010).
La internacionalización latinoamericana como movimiento estructural
El capital de los países en desarrollo (PED) en general, y el latinoamericano en particular, no han quedado exentos a la internacionalización que caracteriza a la mundialización, siendo cada vez más recurrentes los capitales que teniendo ese origen se han volcado al espacio internacional para desarrollar su proceso de valorización.
Históricamente la participación del mundo en desarrollo en los flujos mundiales de IED nunca supero la proporción del 5%, pero a partir de la década de 2000 sobrepasa el 10% y en el año 2009 alcanzó la inédita proporción del 27%. De igual modo, se ha producido el avance del capital de los PED en el universo de las ETs; mientras en 1992 sólo el 8% del universo de la ETs del mundo eran capitales de PED, para 2001 esa participación paso al 21% y para el año 2008 fue del 28% (UNCTAD, 2010).
El capital latinoamericano viene desde la década de 1990 experimentando un proceso de internacionalización basado en emisiones de IED, lo cual ha hecho surgir el término “Translatinas” para hacer referencia a estas firmas. Tal como se observa en la gráfica, el salto más importante en la internacionalización del capital latinoamericano produjo a partir del año 2003, alcanzando en 2006 una monto estimado de 37.0000 millones de dólares. La magnitud de esas cifras llevó a que una gran cantidad de estudios comenzaran a indagar respecto a las principales causas del fenómeno, es decir pretendiendo acercarse a los por qué de esa internacionalización. La mayoría de ellos han puesto el acento en las estrategias de las empresas que las impulsan a realizar IED, sobre la base de considerar que estas firmas poseen un conjunto de ventajas competitivas potencialmente explotables en el ámbito internacional.
Si bien plantear bajo esos términos a la internacionalización del capital latinoamericano ofrece explicaciones sobre ciertos determinantes a nivel del comportamiento de los capitales individuales que se internacionalizan (búsqueda de recursos, búsqueda de mercados, búsqueda de eficiencia, búsqueda de activos estratégicos), centrar el análisis sobre las empresas, puede llevar a pensar que se trata de un movimiento circunstancial y reversible. Es decir que, así como en un determinado momento algunas fracciones del capital latinoamericano se sintieron atraídas para realizar IED, cuando esas percepciones cambien, o se conviertan en su opuesto, el movimiento de expansión internacional puede convertirse en retracción y desinversión.
América Latina: entradas y salidas de IED, 1990-2010
Fuente: elaboración propia en base a datos de CEPAL.
Tal tipo de lectura, encontró respaldo en lo sucedido durante el año 2009, cuando las salidas de IED de la región, parecieron sentir el revés de la crisis económica mundial, sufriendo la más abrupta caída registrada en la década, pasando de algo más de 37.300 millones de dólares en 2008 a sólo 14.000 millones de dólares en 2009; un desplome de más de un 620% en un año. Pero nuevamente, como se muestra en el gráfico, durante 2010 los flujos de IED con origen en la región latinoamericana protagonizaron un marcado ascenso, alcanzando un nuevo record histórico de más de 43.000 millones de dólares, registrando un crecimiento de un 400% respecto al año anterior (CEPAL 2011).
Según el informe de la CEPAL (2011), América Latina fue en 2010 la región con mayores crecimientos tanto en salidas como en entradas de IED, estas últimas crecieron un 40% respecto a 2009, llegando a los 113.000 millones de dólares; mientras a nivel mundial los flujos de salida de IED sólo crecieron apenas un 1%, los que tienen origen en los PED un 10%, y los de los PD por tercer año consecutivo registraron una caída, esta vez de un 7% respecto a 2009. A su vez, en 2010 tres países de la región latinoamericana registraron su propio record histórico en salidas de IED llevadas a cabo por sus empresas translatinas; las salidas de IED mexicanas, que alcanzaron los 12.694 millones de dólares; las chilenas en el orden de los 8.744 millones de dólares; y las colombianas, que ascendieron a los 6.504 millones de dólares.
De este modo, el fuerte proceso de expansión de las translatinas durante 2010 ha de consolidar, tal como se observa en la línea tendencial de la gráfica, un proceso de internacionalización de sus espacios de acumulación sobre la base de emisiones de IED, que pese a oscilaciones anuales, ha sido ascendente durante las dos últimas décadas, proceso que ha ocurrido en paralelo al arribo masivo de capitales extranjeros a la región. Eso haría viable afirmar que, tal como como ocurre desde hace ya tiempo en los países del capitalismo avanzado, la IED viene crecientemente constituyéndose como un fenómeno de doble vía en las economías latinoamericanas.
Pero además de esta visión de mediano plazo contenida en la tendencia ascendente en las salidas de IED latinoamericana en las últimas dos décadas, existe un elemento fundamental que permite visualizar a la expansión del capital latinoamericano en su condición estructural, es decir, como movimiento de adecuación de algunas fracciones de la burguesía de la región al momento histórico particular de la mundialización del capital.
Las políticas de liberalización y apertura aplicadas en las últimas décadas a nivel mundial, han dado lugar a un fuerte recrudecimiento de la competencia entre capitales cuyo campo de batalla es el espacio internacional. Ello ha traído como consecuencia fuertes procesos de centralización del capital a escala regional y mundial en la mayor parte de los sectores industriales, proceso que tiene lugar bajo el mote de operaciones de fusiones y adquisiciones transfronterizas. El recrudecimiento de la competencia entre capitales por la obtención de ganancias extraordinarias es tal en la mundialización, que de un total de seis grandes olas de fusiones y adquisiciones reconocidas por los economistas a lo largo la historia del capitalismo moderno, tres de ellas tuvieron lugar en los últimos treinta años.
Cuando nos preguntamos el cómo de la internacionalización actual de la burguesía latinoamericana, es decir, cuando ponemos el foco sobre la forma adquirida por ese proceso de expansión internacional durante los 2000, se comprueba su correspondencia a las condiciones impuestas por la mundialización, más que a un camino natural en las estrategias de expansión corporativa.
Muy minoritariamente las salidas de IEDs de las translatinas en los 2000 tuvieron que lugar en correspondencia con ese patrón de capital que fluye al exterior para la explotación de ventajas de propiedad por parte de las firmas que se traduce en la creación de nuevas capacidades en el extranjero (inversiones greenfield). Por el contrario, en todos los años de la década, una mayoritaria porción de los flujos de salida de IED latinoamericana se explica por la participación de las translatinas en operaciones de adquisición internacional, tanto en el espacio regional como mundial.
En 2006 cuatro operaciones de adquisición internacional protagonizadas por empresas translatinas explicaron alrededor del 60% de las salidas de IED de la región en ese año (unos 41.819 millones de dólares). Estas fueron: la compra de la firma minera canadiense Inco Ltd. por la brasileña Compañía Vale do Rio Dolce, transacción que significó un desembolso de 16.727 millones de dólares (una de las mayores operaciones de adquisición a nivel mundial de ese año); la adquisición de la empresa de República Dominicana Operaciones en América Latina y el Caribe por parte de la mexicana América Movil, por el monto de 3.700 millones de dólares; la adquisición de la siderurgia mexicana Hylsamex en manos de la argentina Ternium (Techint) por el valor de 2.581 millones de dólares; y en cuarto lugar la adquisición de la norteamericana del acero Maverick por parte de la argentina Tenaris (Techint), por el valor de 2.309 millones de dólares (CEPAL, 2007).
Así mismo en 2010, año en el que los flujos de salida de las translatinas alcanzaron su record histórico (43.000 millones de dólares), siete operaciones de adquisición internacional explican alrededor del 30% de las salidas de IED de latinoamericana, entre las que se destaca la adquisición por parte de la minera brasileña Vale de la británica BSG Resources Guinea Ltd por 2.500 millones de dólares, y la adquisición de la cementera portuguesa Cimpor Cimentos de Portugal en manos de la brasileña Camargo Correa, por el monto de 1.894 millones de dólares. Del total de IED latinoamericana registrada en 2010, el 45% tuvo que ver con participación del capital productivo de la región en procesos de centralización en sus sectores de operación (CEPAL, 2011).
Preliminarmente se hace posible concluir que la mundialización ha traído consigo la aparición de unos capitales latinoamericanos que se han adecuado de manera efectiva a las lógicas que impone el momento último del desarrollo histórico del capitalismo. Parece haber emergido así en la región, una burguesía nativa que participa activamente en el escenario de la competencia capitalista a nivel mundial. La persistencia en la internacionalización del capital latinoamericano y la forma bajo la cual este se lleva a cabo, requiere considerar a ese proceso como una tendencia potente, un movimiento de peso que trasciende las oscilaciones anuales en los registros de IED. Las novedades del fenómeno todavía dejan mucha tela por cortar, pero sin dudas, la creciente tendencia de las fracciones más poderosas de la burguesía regional a desbordar los espacios nacionales para desarrollar su proceso de valorización y reproducción de clase, debiera ser un elemento de peso en la reflexión y praxis de quienes consideramos que la transformación de América Latina en el siglo XXI requiere el tránsito por un camino que imperiosamente convierte al socialismo en el único horizonte superador del capitalismo neoliberal.
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avendanord@hotmail.com