Por eso que la tesis de que sea Alemania la que abandone la eurozona para salvar a la moneda única tiene mucho sentido.
Grecia se encuentra bajo una enorme presión producto del hinchamiento de la deuda pública hasta los 340 mil millones de euros. La troika que comprenden la UE, el FMI y el BCE están presionando a Grecia con un riguroso programa de privatizaciones y ha obligado a todos los partidos políticos para aprobar más medidas de austeridad y reformas que han provocado violentas protestas en las calles. Los recortes de gasto en los servicios civiles se consideran exagerados y la austeridad está hundiendo aún más a la economía. Como única salida, la troika UE/FMI/BCE sólo propone la vía de las privatizaciones, lo que recrudece aún más la furia callejera.
El ministro de Finanzas holandés, Jan Kees de Jager, dijo que su país, junto a Alemania, Finlandia y otros miembros de la UE, no concederán a Grecia ni un euro más para los rescates, si el país no adoptar nuevas medidas de austeridad: “es vital que Grecia esté a la altura de los acuerdos establecidos el año pasado, si pretende recibir el siguiente paquete de rescate por € 110.000.000.000 (155 mil millones de dólares)”.